Tim Scott, el único republicano negro del Senado, se presenta a la presidencia de EE.UU.

Scott presentó su candidatura y su propia historia personal -su abuelo recogía algodón, él nació en la pobreza- como una respuesta «a quienes piensan que EE.UU. es un país racista».

Son mensajes que encajan a la perfección en el electorado republicano, que niega la existencia del racismo estructural que defienden los demócratas, y que consideran las alegaciones de racismo como «antipatrióticas».

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El candidato repasó las principales líneas del republicanismo –valores conservadores, protección de la frontera, impulso al ejército, desarrollo de la economía doméstica, apoyo a las fuerzas de seguridad, bajada de impuestos– y centró todos sus ataques en Joe Biden –«con él, nuestro país se aleja del patriotismo y de la fe»– y en la «izquierda radical» –«nos empuja hacia una cultura de agravio, no de grandeza»–.

Pero a quien debe ganar en primarias es a Donald Trump, el gran favorito para llevarse la nominación republicana. De él no dijo una palabra, en una muestra de lo evidente: a falta de accidente o problema judicial, no tiene opción de tumbar al expresidente.