La familia que se tiró por el balcón a raíz de teorías conspiranoicas: nuevos detalles del suceso que conmocionó a Suiza
Hace aproximadamente un año, el padre y la madre, de 40 y 41 años, junto con el hijo de 16 y la hija de 8, se tiraron de su séptimo piso en Montreux. Sólo uno de los hijos sobrevivió. Un año después, la Fiscalía ha cerrado el caso
El suicidio colectivo más mortífero de la historia
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Iniciar sesiónLa investigación ha durado todo un año. Resultaba un caso tan increíble que ha mantenido ocupada a la Policía suiza durante doce largos meses, antes de dar por buena la tesis inicial de los investigadores: suicidio colectivo. No habrá procedimiento judicial y la Fiscalía ... ha procedido esta mañana a cerrar el caso.
Hace aproximadamente un año, una familia entera saltó desde el balcón de su casa en Montreux. El padre y la madre, de 40 y 41 años, junto con el hijo de 16 y la hija de 8, además de una tía de los niños, hermana de su madre, que convivía en el mismo núcleo familiar. El informe de la autopsia y la evaluación de las imágenes de una cámara de vigilancia en el cercano Casino de Montreux confirmaron la teoría del suicidio premeditado.
Tampoco se encontraron rastros de sustancias u otras lesiones que no fueran resultado de la caída. Una escalera de tijera colocada en el balcón, que probablemente sirvió para superar la barandilla de protección, apoya también la tesis del suicidio deliberado. La ausencia de gritos durante la caída de las cinco personas también habla a favor.
Teorías de la conspiración
Además ha quedado claro que los adultos se habían interesado mucho por las teorías de la conspiración y las tesis de supervivencia desde el comienzo de la pandemia. «Pero no hay ningún rastro que nos lleve a una secta o a influencia que justifique este acto», ha explicado el portavoz de la Policía Jean-Christophe Sauterel sobre las muertes, que tras un año de búsqueda se rinda a la evidencia. Sólo el hijo sobrevivió a la caída y, aunque su posterior testimonio permanece sujeto al secreto del a investigación, dado que se trata de un menor de edad, todo apunta a que confirmó la teoría de los fiscales. Lo que llevó a una familia entera a acordar su suicidio conjunto, sin embargo, sigue siendo un misterio y se adentra en el difuso campo del daño psicológico que el confinamiento llegó a causar en ella.
Se trataba de una familia fronteriza para los servicios sociales. De nacionalidad francesa, se habían instalado en un exclusivo barrio de Montreux, en un elegante edificio a orillas del lago Léman desde cuyo séptimo piso saltaron, uno por uno, en una ceremonia que habían incluso ensayado, el 24 de marzo de 2022.
Vivían de forma casi independientemente de la sociedad. Solo la tía, hermana gemela de la madre, trabajaba y traía a casa un único sueldo, mientras que el resto realizaba tareas domésticas para autoabastecerse. Ni la madre ni su hija de ocho años estaban correctamente registradas como residentes de Montreux, lo que hizo más fácil que ambos niños no fuesen escolarizados y se les enseñase en casa.
Entre las clases domésticas y las tareas del hogar, como cultivar sus propias hortalizas y hornear su propio pan, apenas tenían contacto con el mundo exterior y con otros chicos de su edad. La situación comenzó a volverse enfermiza durante la pandemia, pero fue un tiempo de especial aislamiento en el que su comportamiento de camufló con el del resto de la población y se tornó más y más obsesivo.
Acumulaban alimentos, medicinas y artículos de higiene. Se radicalizaron en sus creencias religiosas y, según ha podido establecer la investigación, desarrollaron «una gran desconfianza hacia el Estado». La familia entera fue progresivamente presa de teorías de la conspiración sobre la pandemia, en combinación con el empeoramiento de rasgos psicológicos enfermizos de las dos mujeres, «de personalidad dominante y posesiva», que pasaban desapercibidas por la generalizada falta de contacto con personas ajenas al núcleo familiar. El padre era, sin embargo, «más bien tímido», según el expediente de la Fiscalía, y las dos hermanas ejercían un papel «muy controlador» sobre los niños, que crecían «en la creencia de que el mundo exterior era hostil hacia ellos» y debían protegerse.
«Hacia un mundo mejor»
Según la investigación, la familia al completo participó en «la preparación, los ensayos y la organización» de su partida «hacia un mundo mejor» durante un largo periodo de tiempo. En este estado de psicosis, un evento hizo la función de desencadenante: la policía llamó a la puerta del domicilio. Tras la normalización educativa que siguió al final de la pandemia, había salido de ojo la no escolarización del hermano mayor y dos agentes cumplían con el protocolo de confirmar la situación familiar, después de que el padre hubiese ignorado las sucesivas cartas enviadas por las autoridades educativas, pidiendo información sobre el chico.
Tras llamar al timbre e identificarse como policías, el padre se negó a abrirles la puerta y mantuvo solamente un breve intercambio verbal con los agentes desde dentro de la vivienda. Mas tarde se comprobaría que la puerta del piso estaba protegida desde el interior con una barricada de muebles y enseres de la casa. Inmediatamente después de esta escueta conversación y mientras los agentes se retiraban ya a redactar el correspondiente informe, la familia salió al balcón de forma ordenada y en calma, para poner en práctica el protocolo que anteriormente había ensayado.
En el apartamento no fueron encontrados indicios de ningún tipo de violencia. Todo estaba limpio y ordenado. Los investigadores no han encontrado durante todo un año de pesquisas conexiones con individuos o grupos que hubiesen llevado a la familia a poner fin a sus vidas y que habrían permitido una explicación más racional de las muertes.
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