Los sueños rotos de los niños de la guerra de Gaza: «Quiero ir al colegio, ver a mis amigas y jugar»
El estallido del conflicto interrumpió la actividad escolar en una Franja en la que los menores de 15 años ya han vivido cuatro, aunque ninguna parecido a la que sufren ahora
Más niños muertos en Gaza que en un año de guerras en el mundo
Corresponsal en Estambul
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Iniciar sesiónAhmed Kafarna tiene 13 años y vive en la escuela Al Fakhura, donde antes del 7 de octubre acudía cada día como alumno. Ese centro del campo de refugiados de Yabalia fue atacado por Israel en noviembre, cuando unas 7.000 personas habían encontrado ... allí refugió escapando de los bombardeos. El ataque hizo que muchas familias se fueran al sur, pero la de Kafarna se quedó y ahora 27 personas viven en la misma aula donde antes el niño estudiaba sus dos asignaturas favoritas que son «matemáticas y ciencias porque yo sueño con ser veterinario, adoro a los animales», afirma con tono serio.
Los colegios que quedan en pie en Gaza son refugios para miles y miles de desplazados que han perdido sus hogares. Israel acusa a Hamás de usar estos colegios como tapaderas y a los civiles como escudos humanos y los ha atacado una y otra vez. El estallido de la guerra tras el ataque de Hamás contra las comunidades vecinas a la verja de separación interrumpió toda la actividad escolar en una Franja en la que los menores de quince años ya han vivido cuatro guerras, aunque ninguna parecida a la que sufren ahora.
Ahmed forma parte del ejército de niños que salen cada día a las calles de Gaza para trabajar e intentar ganar algo de dinero para apoyar a sus familias. El pequeño deambula por el mercado de Yabalia con una bolsa de plástico en la que guarda el saj preparado por su madre, un pan muy fino que se hace sobre chapas onduladas. «En un día normal puedo ganar unos veinte séqueles (cinco euros al cambio) y vuelvo al colegio cuando se me acaba el pan. No hay tiempo para jugar y tampoco hay lugares donde hacerlo», lamenta el pequeño.
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Mikel Ayestaran | Corresponsal en EstambulNiños bajo los escombros
Unicef califica la operación de Israel contra Hamás como «una guerra contra los niños, una guerra contra su infancia y su futuro». La agencia de la ONU para la infancia recuerda en sus informes que «se estima que alrededor de 1,7 millones de personas han sido desplazadas internamente, la mitad de ellas niños. No tienen suficiente acceso a agua, alimentos, combustible y medicinas. Más de 600.000 niños están atrapados sólo en Rafah», ciudad en la frontera con Egipto que es el próximo objetivo militar israelí.
Según datos de la Unrwa «al menos 12.300 menores han muerto en el enclave en los últimos cuatro meses, frente a los 12.193 en todo el mundo entre 2019 y 2022»
El portavoz de Unicef, James Elder, denuncia que «el cuarenta por ciento de las bajas son niños y no sabemos cuántos siguen bajo los escombros. A esto hay añadir el estrés psicológico que sufren los pequeños y la única forma que tenemos para empezar a tratarles es con un alto el fuego, hasta entonces siguen en zona de guerra».
Según los datos que manejan en Unrwa «al menos 12.300 menores han muerto en el enclave en los últimos cuatro meses, frente a los 12.193 en todo el mundo entre 2019 y 2022». Las autoridades de la Franja también comparten estadísticas sobre el impacto del conflicto en los niños que muestran que «hasta 17.000 niños están ahora sin uno o ambos padres debido a los incesantes ataques».
Los más pequeños son también los más vulnerables ante la inminente hambruna y desde la ONU afirman que unas veinticinco personas han muerto ya por desnutrición aguda grave y deshidratación en el norte de Gaza, veintiuna de ellas niños. Frente a la crudeza de los datos, el ejército y autoridades del Estado judío, que no permiten el acceso de prensa internacional a Gaza, repiten que «no ponemos límite a la entrada de ayuda».
Infancia robada
Mahmoud Saed, de 12 años, sueña con ser futbolista, «Ronaldo, yo quiero ser como Cristiano Ronaldo», responde cuando se le pregunta por el futuro. También vive con los suyos en un colegio abarrotado de familias donde «conseguir acceder a la ducha es una lotería, no recuerdo la última vez que me bañé o me cepillé los dientes». Cada día acompaña a su padre en busca de alguna hierba que pueda ser comestible como una llamada hommid y luego se sienta en el mercado para intentar venderlas. Son hierbas que antes de la guerra sólo comían los animales.
Tiene suerte de seguir vivo porque «un día salí con mi hermano y mi primo a por agua, nos sorprendió un bombardeo y los dos murieron, semanas más tarde iba con mi tío a por harina y un francotirador le mató de un disparo», recuerda mientras toca las medallas que tiene colgadas al cuello. Jugaba en el equipo de fútbol del colegio Omar Ben El Khatab, ahora puro escombro.
Anas Obid, de 12 años, y Ayah Obid, de 10, son primos y han cambiado el pupitre por una mesa en la que ofrecen mecheros, alguna lata de conserva y una especie de empanadas caseras que preparan sus madres. Ayah está como loca por volver al colegio y en estos meses ha podido ver a alguna de sus profesoras. «Quiero ir al colegio, ver a mis amigas y jugar. Se nos ha olvidado jugar porque todo está destruido, no hay parques y los patios de los colegios están llenos de gente», asegura esta pequeña, a quien una de las cosas que más pena le da es «no poder ir a la playa, antes era un lugar donde podíamos divertirnos, ahora es muy peligroso acercarse porque te disparan».
«Quiero ir al colegio, ver a mis amigas y jugar. Se nos ha olvidado jugar porque todo está destruido, no hay parques y los patios de los colegios están llenos de gente»
Ayad Obid (10 años)
Anas sigue atento las palabras de su prima pequeña y compañera de negocio. En un buen día pueden tener unas ganancias de veinte séqueles (unos cinco euros al cambio) y es un dinero que va directo a sus padres. En los mercados escasea la mercancía y los productos básicos como la harina se venden a precios desorbitados.
A pequeños como Ahmed, Mahmoud, Anas y Ayah la guerra les ha robado la infancia, los juegos, los amigos, pero de momento no les ha quitado la vida. Son auténticos supervivientes ya que, según las estadísticas de Naciones Unidas, «en Gaza han muerto más niños en cinco meses que en los últimos cuatro años en todas las guerras». El pasado y el presente solo les ha traído violencia, pero ellos son el futuro de la Franja.
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