Los suburbios de las ciudades de Francia, polvorín a punto de estallar
La muerte de un joven en Nanterre, al oeste de París, ha generado una nueva crisis política y social para el gobierno de Macron
La reacción de Mbappé en redes sociales tras la muerte de un menor a manos de la policía francesa
La muerte a tiros de un adolescente de 17 años, Nahel M**, que se negó a detener su coche la noche del martes, como le ordenaba un policía de servicio, en Nanterre, al oeste de París, ha iluminado la situación dramática que viven muchos ... de los suburbios, la «banlieue', de París y otras grandes ciudades, un ensangrentado campo de minas sociales, económicas y policiales.
Primer indicador: Incremento espectacular de la violencia y, en particular, la violencia policial con fines «justicieros».
Durante el último año, trece personas murieron en Francia, muertas a tiros por policías que estimaban «hacer justicia», utilizando sus armas de fuego para «detener» a hombres y mujeres que se negaban a detener sus vehículos cuando se lo pedían las fuerzas del orden.
Todos los policías culpables de tal comportamiento fueron detenidos, acusados y condenados por diversos delitos, evitando la prisión, sustituida por condenas mucho más leves.
Tensión en las ciudades
Sin duda, las fuerzas del orden viven situaciones muy tensas y violentas en la periferia de París y otras grandes ciudades, como Marsella, Lyon, Burdeos. Marsella es una de las ciudades más peligrosas de Europa, encrucijada de muchos tráficos criminales, de la droga a las «armas ligeras». En Île-de-France (Isla de Francia, París y su región), con 12,5 millones de habitantes, la criminalidad y delincuencia han crecido de manera muy llamativa: el tráfico de drogas se incrementó el año pasado en un 37,8%, los robos y las violencias familiares crecieron entre un 25 y un 50% en los distintos departamentos de la 'banlieue' parisina.
A finales del mes de mayo pasado, una treintena de alcaldes de los suburbios parisinos lanzaron un grito de alarma nacional: «La 'banlieue' está al borde de la asfixia. Asfixia social: millares de familias pasan hambre, la degradación social ha crecido, atizando las violencias dentro y fuera de las familias. Las poblaciones menos favorecidas se encuentran en una situación catastrófica, alimentando los peores resentimientos».
Patrick Jarry, alcalde de Nanterre, la ciudad donde fue abatido el adolescente de 17 años, hizo este balance quince horas después del drama: «Nuestro pueblo ha vivido la tragedia más grave de su historia. El pueblo se despertó aterrado, al contemplar el espectáculo de los destrozos, los incendios, el vandalismo. Debemos acabar con esta espiral destructora que puede enterrarnos a todos».
La tragedia de Nanterre se inscribe en una larga serie de crisis ensangrentadas, que se suceden desde el 2005, cuando Jacques Chirac, presidente, decidió declarar el estado de guerra y recurrir al ejército para restaurar la «paz», tras varias semanas de insurrecciones urbanas, precipitadas por una tragedia muy semejante a la de Nanterre.
Éric Marlière, sociólogo, explica de este modo la continuidad de ese drama nacional: «Muchos jóvenes aspiran a una suerte de revancha para protestar contra la injusticia social agravada por el racismo. Las generaciones que escucharon, en las escuelas, los sacrosantos valores republicanos, 'libertad, igualdad, fraternidad', se sienten víctimas de la injusticia de su situación».
Christian Mouhanna, sociólogo y director del 'Centre de recherches sociologiques sur le droit et les instituciones pénales' (CRSDIP), insiste en otro debate de fondo: «La estrategia puramente policial no funciona. Muchos gobiernos han intentado poner en práctica otras medidas complementarias; pero es evidente que los problemas siguen en pie».
Se trata de una tragedia recurrente, inolvidable para las fuerzas del orden, la clase política, el Gobierno, las asociaciones humanitarias.
Críticas de figuras públicas
Tras el drama de Nanterre, las reacciones recordaron su dimensión multicultural en la nueva Francia, convertida en «archipiélago de comunidades» que no siempre se entienden entre ellas, según el sociólogo Jérôme Fourquet.
Klylian Mbappé, uno de los jugadores de fútbol más famosos de Francia y Europa, ha declarado: «Me duele Francia. Vivimos una situación inaceptable. Estoy con la familia y los amigos de Nahel, un ángel que se ha ido demasiado pronto».
Omar Sy, actor, protagonista de grandes éxitos cinematográficos, como 'Intocable' (2011), ha declarado: «Una justicia digna de ese nombre debe honrar la memoria de un niño asesinado».
Mbappé y Sy, famosos y ricos, nacieron en la 'banlieue' y conocen a la perfección la situación que se vive en los barrios más modestos y multiculturales de las grandes ciudades franceses. Sus testimonios y comentarios tienen el valor de un «indicador de tendencia».
Declaraciones de las autoridades
Ante el riesgo de agravación de la crisis, Emmanuel Macron y su gobierno han intentado «apagar» el incendio social y político, complicándolo, quizá. La sociedad francesa está muy dividida sobre las ramificaciones del drama, sus raíces y consecuencias.
El presidente comenzó por declarar: «Nada justifica la muerte de un joven. Es una tragedia inexplicable, inexcusable. Debe hacerse justicia con celeridad». Elisabeth Borne, primera ministra, comentó: «Las imágenes que todos conocemos no parecen conformes a las reglas que deben respetar las fuerzas del orden. Debe hacerse justicia».
Los sindicatos de policías, por su parte, reaccionan con cierta violencia verbal contra Macron y Borne: «Los policías no son pistoleros ni locos del gatillo. Las declaraciones del presidente son irresponsables». Marine Le Pen (extrema derecha) se apresuró a lanzar otra ofensiva política: «El presidente y su gobierno olvidan que la policía no tienen ninguna autoridad en muchos barrios de los suburbios, la 'banlieue'. Y esa carencia de autoridad es culpa del gobierno».
La familia del adolescente abatido ha convocado para este jueves una «marcha blanca« para «pedir justicia» y defender una «sublevación pacífica». Gérald Darmanin, ministro del Interior, ha ordenado el refuerzo de la presencia policial en Nanterre y otras ciudades de la 'banlieue' parisina, esperando evitar la propagación de un incendio inquietante.
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