El socialismo francés intenta escapar de su hundimiento histórico

Faure y Mayer-Rossignol han dejado al descubierto un PS sin programa, sin proyecto, dividido sobre la noción misma de «socialismo», que ambos candidatos al liderazgo maneja con ambigüedad calculada.

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Juan Pedro Quiñonero

Faure y sus amigos acusan a Mayer-Rossignol de ser un «social liberal», aparentemente alejado de los principios socialistas tradicionales.

Mayer-Rossignol y sus amigos acusan al primer secretario saliente de formar parte del antiguo equipo de François Holland, que terminó su mandato presidencial considerado como el peor presidente de la historia de la V República.

Cuando está en juego el futuro de la familia socialista, en Francia, ninguno de los dos aspirantes al liderazgo del PS tiene un programa de acción propio en la escena política nacional. La campaña electoral interna subraya el más profundo vacío político del PS y los candidatos a su dirección.

Tras siete años al frente de la dirección del PS, Faure no tiene un programa de acción o gobierno propio. Y el balance de su acción socialista es muy negativo. En las presidenciales del 2022, la candidata socialista, Anne Hidalgo, alcaldesa de París nacida en la provincia de Cadiz, consiguió el peor resultado de la historia socialista, con un 1,7% de votos. En las elecciones legislativas del año pasado, el PS solo consiguió 66 diputados, el peor resultado de la historia del parlamentarismo socialista, desde 1981, cuando el PS tenía 285 diputados.

La tragedia de ese hundimiento político ha impedido a Faure concebir un programa socialista personal. Como alternativa, propone la creación de una «Universidad permanente de reflexión» para concebir un «nuevo proyecto socialista», desconocido, por ahora.

Como segundo aspirante al liderazgo del PS, Nicolas Mayor-Rossignoil tampoco tiene programa político nacional. Y propone la misma alternativa: crear un Consejo científico que prepare los debates y programa del futuro Partido Socialista.

Sin proyecto, sin ideas, los candidatos al liderazgo socialista tampoco tienen aliados. En la Asamblea Nacional, los 66 diputados socialistas no pueden gran cosa contra los 124 diputados de la extrema derecha de Marine Le Pen.

En las elecciones anticipadas del 2024, el PS se integró en un Nuevo Frente Popular (NFP) del que formaban parte La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda), el PCF y los ecologistas. Un año más tarde, el PS ha roto con el LFI y no se entiende con el PCF.

Sin ideas ni proyecto político nacional, el PS y los dos aspirantes a su liderazgo tienen opiniones enfrentadas sobre las posibles coaliciones. La 'unión de la izquierda', que fue la doctrina de un difunto PS es hoy imposible, tras la ruptura con LFI. Los pactos con el centro liberal son rechazados. Los proyectos de reconstrucción del socialismo chocan con otra realidad patética: en una Francia de 68 millones de habitantes, el PS tiene unos 40.000 militantes, pero solo 23.000 cotizan y pueden votar en la elección de un nuevo líder.