Sderot, un mirador con vistas al horror de Gaza
GUERRA ISRAEL-HAMÁS
Zona cero de los ataques islamistas del 7 de octubre, hay una colina desde donde la prensa observa los bombardeos de la Franja. Este lugar no es cien por cien seguro
Alfons Cabrera
Sderot (Israel)
Que no hubiera muertos ni heridos se debe, en parte, al escaso poder destructivo del cohete: el agujero hace sólo un metro de diámetro y un palmo de profundidad. Un cohete de Hamás impactó en Sderot, justo en lo alto de la colina desde ... donde la prensa observa los bombardeos de Gaza. Impactó en el patio de una guardería que hay allí mismo, e interrumpió el tedio de la cuarentena de periodistas que había en el mirador. Fotis Pantos, cámara griego, estaba allí: «Desde Gaza hasta aquí, el cohete tarda sólo siete segundos. La 'app' no avisa tan rápido, pero había soldados aquí y empezaron a gritar y nos echamos al suelo«. La metralla dañó la fachada y la valla de la escuela, y algunos coches de la prensa.
Subiendo la calle Uzi Hitman, a lado y lado, todo son casas unifamiliares no adosadas, muchas a medio construir. La ciudad está desierta. La calle no tiene salida y acaba en una explanada, y allí están la escuela y el mirador. Desde arriba, a un kilómetro y medio de Gaza, uno no puede saber qué ocurre allí, pero se escuchan las explosiones y se ven las columnas de humo. Son fuegos artificiales: un buen telón de fondo para las conexiones las televisiones.
A primera hora de la tarde, hay plantadas quince cámaras con sus trípodes, apuntando a Gaza; algunas emiten las 24 horas. También hay fotógrafos, pero pocos. La mayor parte de los periodistas, la mayor parte del tiempo, están sentados a la sombra sin hacer nada. Israel no permite a la prensa acceder a la Franja. Con escasas excepciones y por separado. Fox y CNN sí han podido entrar, pero un rato y acompañando a unidades del Ejército israelí. Las imágenes que llegan desde Gaza, las de los bombardeos, son de periodistas locales. Ya han muerto más de medio centenar.
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Sderot está lo suficientemente alejado como para que uno olvide, a ratos, que debajo de las columnas de humo hay muertos. En la guerra de 2014, se hicieron virales unas fotografías de un grupo de israelíes que, desde esta misma colina, observaban los bombardeos de su Ejército. Subían con sillas, y en las fotos se les veía relajados, sonriendo, y eso indignó a muchos. Esta tarde, un padre y su hija han subido a echar un vistazo, y en ellos cuesta ver crueldad o frivolidad. La diferencia seguramente está en las sillas, en que no vienen a echar la tarde. Si hubiera una guerra a dos kilómetros de tu casa, ¿te asomarías a verla? Sea como fuere, ahora tampoco se puede nada más en Sderot.
Crepúsculo
Llegan dos 'pick-ups' blancas y se bajan siete soldados y un civil. El civil es un hombre de cincuenta y tantos, lleva chaleco antibalas, y los soldados son su séquito. ¿Es un político? Un periodista israelí dice que no: «No. Ni siquiera es israelí. Debe de ser un judío millonario –americano, quizá– y habrá hecho donaciones al Ejército o a quien sea, y ahora le hacen un tour privado por aquí. No es el primero que hacen». Acabada la visita, antes de irse, se colocan para una foto de grupo sosteniendo una bandera de Israel. Para que nadie se quede fuera, un periodista indio se ofrece a hacerla.
El atardecer es el mejor momento para fotografiar la guerra en Gaza. La luz deja ver pero no ciega, y cuando el sol se va escondiendo, el humo se ve más negro. Además, a esta hora se da hoy la mayor explosión de la tarde, o al menos la que levanta más humareda, y el viento la arrastra hacia el sur siguiendo toda la franja de Gaza. Ya hay más de sesenta periodistas en el mirador.
Reservista
Llegan otros dos soldados. Uno va donde la escuela, a saludar al periodista indio; el otro se queda más adelante, donde aparcan los coches, contemplando Gaza. Se llama O.S., tiene 31 años, está casado y tiene un hijo. Es ingeniero, y es reservista, y hasta hace poco más de un mes trabajaba en una empresa tecnológica israelí (con sedes en Barcelona, París y Londres), con negocio en distintos ámbitos: en salud, en confección, en videojuegos. Ahora hace otras cosas: «¿Ves el humo? Pues de ese humo concretamente, yo no soy responsable, pero de otros como ese, sí».
Trabaja con la fuerza aérea y con artillería. O.S. es crítico con las críticas de muchos europeos a los bombardeos israelíes sobre Gaza: «El 7 de octubre, Hamás hizo algo horrible a civiles israelíes. Poco después, incluso antes de la respuesta de las IDF [las fuerzas armadas israelíes], la gente ya estaba protestando contra Israel por toda Europa. Es una locura, no es razonable«.
Vuelve el otro soldado, acompañado por el periodista indio. Al plantear si no temen que una respuesta demasiado contundente pueda radicalizar a la próxima generación de palestinos, el otro soldado interviene: «¿Pueden ser más radicales todavía?».
O.S. continúa: «Israel ha vivido bajo el terror de Hamás durante mucho tiempo. Encontramos formas de salir adelante, desarrollamos tecnologías que nos permitían vivir nuestras vidas a pesar de que Hamás nos siguiera atacando para aterrarnos». Hace una pausa para pensar que coincide con una explosión. O.S. concluye: «Ya no podemos vivir así más tiempo. No creo que después de esta guerra exista una organización llamada Hamás».
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