En Memoria de Navalni
Su muerte no supone sólo la pérdida de un líder de la oposición en Rusia, sino un ataque directo a los valores democráticos y a la libertad de expresión
Envenenamientos, tiros en la nuca, caídas desde ventanas... Los opositores a Putin que han muerto en extrañas circunstancias
Exterminar al disidente
El fallecido líder de la oposición rusa, Alexéi Navalni
La reciente noticia del fallecimiento de Alexéi Navalni en una prisión de Siberia es una conmoción para el mundo y un sombrío recordatorio de los peligros que enfrentan aquellos que desafían regímenes autoritarios.
Aún a falta de la confirmación por parte la familia y ... el equipo de Navalni, escribo estas líneas mientras su abogado aún viaja a Kharp, donde Navalni ha estado detenido desde diciembre. Siento consternación, puesto que estoy seguro de que su muerte no ha sido casual y que el régimen de Putin tiene la culpa de su muerte prematura.
Rusia ha regresado a la época estalinista. Tras tres años encarcelado en condiciones infrahumanas, aislado e incomunicado, y habiendo sido envenenado dos veces por la FSB (antigua KGB), el repentino fallecimiento de Alexéi con 47 años no deja lugar a dudas. Tan solo cinco meses después de haber sido envenenado por el régimen de Putin con Novichok, del cual tuvo que recuperarse en Alemania, regresó a territorio ruso para continuar con su lucha. Nunca pensó en abandonar ni en realizarla desde otro sitio que no fuese Rusia, a pesar de conocer la crueldad del enemigo al que se enfrentaba. Navalni se ha sacrificado por la libertad de millones de rusos.
Conocí a Alexéi antes de la pandemia en una reunión en Bruselas, durante mi etapa como Secretario General del Partido Popular Europeo (PPE). Puedo constatar que poseía una personalidad única, y un compromiso con la democracia y la libertad como pocas personas han demostrado. En los años siguientes he mantenido el contacto con él y con su equipo, siendo testigo de esa voluntad férrea que le caracterizaba y que le ha llevado a convertirse en un mártir del régimen ruso.
Una de las ocasiones en las que más me impresionó su fortaleza fue cuando aceptó participar en la telemática en el Grupo de Trabajo de Relaciones Internacionales del PPE en 2020, durante la pandemia, que tuve el honor de presidir. Aquella fue su primera aparición en un acto político tras haber sido envenenado meses atrás por indicación de Putin.
Fue precisamente el EPP quien propuso a Navalni, como candidato al Premio Sájarov a la libertad de conciencia en 2021, que finalmente ganó. Su hija recogió el premio en Estrasburgo y nos transmitió un mensaje de alerta sobre los peligros que los regímenes autocráticos suponen para democracias como la nuestra.
La muerte de Navalni no supone sólo la pérdida de un líder de la oposición en Rusia, país que celebrará unas controvertidas elecciones presidenciales en un mes, sino un ataque directo a los valores democráticos y a la libertad de expresión. Esta triste noticia debe servir para fortalecer la determinación europea de proteger la democracia y la libertad en Ucrania, resaltando la importancia de la solidaridad internacional.
Rusia ha demostrado ser un factor desestabilizador de las democracias europeas, con sus injerencias en nuestros procesos y financiación de partidos antisistema, tal y como se ha demostrado recientemente tras una investigación del Parlamento Europeo. Y pretenderá seguir siéndolo, porque como se ha demostrado a Putin no le gusta la democracia ni dentro ni fuera de sus fronteras.
Esto debe ser una llamada de atención para todos los defensores de la libertad en el mundo: la democracia exige protección y acción decidida contra la impunidad. Los europeos y nuestros aliados transatlánticos no podemos mirar hacia otro lado. Mientras recordemos a Navalni como un héroe que intentó detener una amenaza del siglo XXI, su lucha continuará.