El año más sangriento para los menores palestinos desde 2015

Save The Children documenta la muerte de 34 menores en 2022 y pide a Israel el fin de la «cultura de la impunidad» con los responsables de apretar el gatillo

Entierro el pasado 12 de diciembre de Jana Zakarneh, de 15 años REUTERS

Mikel Ayestaran

Corresponsal en Estambul

Jana Zakarneh estaba a punto de cumplir 16 años y tenía un gato blanco llamado Lulu. También tenía sueños, ilusiones, fantasías… como cualquier niña de 16 años en el mundo. Hace unos días compartía en redes sociales una foto con un cartel que rezaba « ... no pienses y no tengas dudas sobre Jana porque las chicas tenemos muchos problemas». Vivía en el barrio de Al Bayadir, de Yenin, al norte de Cisjordania, donde hace una semana las fuerzas especiales de Israel lanzaron una redada en la que detuvieron a 18 personas. Las incursiones israelíes son muy frecuentes en una ciudad donde se mantiene viva la llama de la resistencia armada palestina.

Pasadas las 9.30 de la noche comenzó la operación y un intenso intercambio de fuego que duró 20 minutos. Cuando terminó, el padre y el hermano pequeño de Jana, de 13 años, comenzaron a buscarla en la casa. Buscaron habitación tras habitación, pero no estaba. Subieron a la terraza y allí estaba, en medio de un charco de sangre.

La joven había subido a la terraza para coger al gato y un francotirador de Israel le metió cuatro tiros, dos en la cabeza, uno en el cuello y otro en la espalda, según relató el padre a los medios locales. Jana pasaba a formar parte de la lista negra de los 34 menores que Israel ha matado este 2022 en los territorios ocupados, una cifra que duplica la del año pasado y es la más alta desde 2015, según Save The Childdren.

«El Ejército lamenta cualquier tipo de daño causado a civiles, incluidos quienes se encuentran en zona de combate y próximos a terroristas durante un intercambio de fuego», señalaron las fuerzas de Israel cuando el ministerio de Salud palestino informó de la muerte de Jana. El Ejército también dijo que abriría una investigación para aclarar lo sucedido, pero hace mucho tiempo que las investigaciones tras este tipo de situaciones son u mero trámite de cara a la comunidad internacional.

La joven había subido a la terraza para coger al gato y un francotirador de Israel le metió cuatro tiros, dos en la cabeza, uno en el cuello y otro en la espalda

Políticos y militares cierran filas en torno a unos soldados que, hagan lo que hagan, son unos «héroes», como les definió hace una semana el próximo ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, tras la difusión de unas imágenes en las que un uniformado disparaba varias veces a un joven palestino desarmado tirado en el suelo.

«Cultura de la impunidad»

«Es inaceptable el uso continuo de fuerza letal contra niños. En lo que llevamos de año ya son 34 los niños palestinos muertos, el año más sangriento de los últimos quince», denunció Jason Lee, responsable de Save The Children en los territorios ocupados, quien también tuvo palabras de recuerdo para el menor israelí sssdds, de 16 años, muerto tras la explosión de una bomba en la parada en la que esperaba el autobús en Jerusalén.

Lee alertó de «la escalada de violencia de la que somos testigos en los territorios palestinos» y dijo que «la cultura de la impunidad solo servirá para que se mantengan los ciclos de violencia. Esto tiene que parar. Si no se adoptan medidas para desescalar la situación los niños seguirá pagando el precio». El organismo internacional pidió al Ejército que deje de emplear munición real contra los niños y solicitó la apertura de investigaciones independientes para aclarar cada muerte.

Shireen Abu Akhle

Llueve sobre mojado en Yenin, donde en mayo otro francotirador mató a Shirin Abu Akhle de un tiro en el cuello. La periodista palestina estadounidense iba perfectamente identificada con su chaleco de 'Press' y estaba en una zona en la que se suele colocar la prensa durante las redadas. En un primer momento, el Ejército mintió y culpó a las milicias palestinas, pero pronto tuvo que dar marcha atrás y admitir la «alta probabilidad» de que fuera uno de los suyos quien disparó «de manera accidental». La familia clama justicia, pero nadie ha pagado, ni pagará por esa muerte porque «no existe sospecha de un delito que justifique la apertura de una investigación de la Policía Militar», en palabras del Ejército.

Lo mismo pasará con la muerte de Jana. Esos francotiradores gozan de impunidad para apretar el gatillo sea quien sea quien esté en su punto de mira, niños incluidos, como recogen los informes de Save The Children.

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