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Maquinaria pesada para la diplomacia
Un desgarro en la aorta fuerza el final de la distinguida carrera diplomática de Richard Holbrooke, el «bulldozer» del Departamento de Estado
Richard Holbrooke, a la espera de salvar la vida en el mismo hospital de Washington donde trataron a Ronald Reagan tras el tiroteo de 1981, es un diplomático que hace y dice lo que otros sólo se limitan a contar en cables no tan confidenciales. ... Comenzó su carrera destinado en Vietnam, durante lo peor de la guerra en los años sesenta con la Administración Johnson. Y tras una larga lista de puestos y misiones imposibles, ha terminado por convertirse tras 45 años de experiencia en una parte casi inevitable del "establishment" del Partido Demócrata especializado en política internacional.
Bush padre le ha descrito como una de las personas más persistentes "que me he encontrado en mi vida". Mientras que algunos de sus propios compañeros en el Departamento de Estado no han ocultado lo difícil que resulta trabajar a su lado, donde la acción está casi siempre garantizada. Ya que según argumentaba no hace mucho un columnista del "New York Times", "si se quiere a alguien capaz de apretar el gatillo o cerrar un trato hay que pensar en Holbrooke".
De todos sus logros, Richard Holbrooke es reconocido sobre todo como el arquitecto de los acuerdos de paz de Dayton, que en 1995 acabaron con tres años de sangría nacionalista en Bosnia. Trabajo que llegó a inspirar peticiones para que fuera reconocido con un Nobel. En negociaciones como aquella, entre enemigos enfrentados a muerte, es donde este diplomático americano se ha ganado el sobrenombre del "bulldozer".
En aquel trance, Holbrooke llegó a cultivar una cierta familiaridad con el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic. Con historias de copitas de brandy en Ohio y cenas de once horas en Belgrado. Y dejando claro que no sufría problemas morales a la hora de negociar "con gente que hace cosas inmorales". Como dijo en 1999, "no tengo que disculparme por haber negociado con Milosevic y gente todavía peor".
De familia de origen judío
Nacido en Nueva York en 1941, fruto de una familia judía de origen alemán, Holbrooke se educó en la Universidad de Brown. Al año siguiente de acabar sus estudios ya estaba destinado como diplomático americano en Vietnam. Con la Administración Carter, a los 35 años, se convirtió en el subsecretario de Estado más joven, encargado de la política hacia Asia. Con Bill Clinton se ocuparía del genocidio en los Balcanes y por ello fue recompensado con el puesto de embajador ante Naciones Unidas, que en Estados Unidos tiene rango ministerial.
Cuando los republicanos han tenido la última palabra en Washington, Holbrooke ha realizado lucrativas incursiones en el mundo financiero de Wall Street y se ha mantenido como una especie de "Kissinger" de trinchera. Articulando argumentos a favor de una política exterior más activa e intervencionista para candidatos presidenciales como Al Gore, John Kerry o Hillary Clinton. Como él mismo ha dicho en alguna ocasión, la diplomacia es como el jazz: improvisación sobre un tema.
Su formidable ímpetu profesional, que incluye haber sido editor de la revista "Foreign Policy", se ha mantenido hasta bastante después de lo que para otros es edad de jubilarse. Durante los dos años de la Administración Obama ha ocupado quizá el puesto más difícil en todo el gobierno de Estados Unidos: enviado especial para Afganistán y Pakistán. Reto en el que ha tenido que poner a prueba sus habilidades de persuasión forzosa tanto en Kabul como en Islamabad.
«No quiero ni abrirlo»
Como indicio de la intensidad de Holbrooke, en el famoso reportaje de "Rolling Stone" que terminó por costarle el puesto al general Stanley McChrystal hay un pasaje revelador en el que el comandante de las tropas aliadas en Afganistán recibe un correo electrónico del "zar" diplomático de Obama para Afpak. A lo que el militar responde diciendo "no quiero ni abrirlo". Además de calificar al diplomático como "animal herido y peligroso".
Uno de sus trabajos habituales consiste en desmentir con conocimiento de causa paralelismos entre Vietnam y Afganistán. A pesar de la existencia de "ciertas similitudes estructurales", Richard Holbrooke siempre insiste en que la diferencia fundamental es que el enemigo en Vietnam no llegó a representar en ningún caso una amenaza directa para la seguridad de Estados Unidos.
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