El regreso de Brasil reactiva la Celac, pero no garantiza consensos regionales

La caída de algunos gobiernos próximos al 'bolivarianismo', el cual venía tiñendo ideológicamente ciertas posturas de la Celac, y la salida del Brasil de Bolsonaro, dejaron a la organización sin cumbre anual en 2018 y en 2019; en 2020 la pandemia obligó a rebajar a encuentro de ministros de Exteriores lo que normalmente es una cita de presidentes. En 2021 la cumbre en Ciudad de México intentó recuperar el ritmo, pero es ahora, en un encuentro que debía haberse celebrado en 2022 y que ha pasado a enero de 2023 con ánimo de poder contar con el nuevo presidente brasileño, cuando la CELAC está al completo: con los 33 estados representados, vuelve a la normalidad.

Esa 'normalidad' supone invitar a las reuniones también a los dictadores, como los presidentes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, y acogerles con todos los honores en caso de hacer acto de presencia. De todos modos, la radicalización autoritaria de los regímenes de Maduro y de Ortega y los mayores matices ideológicos de las izquierdas que están hoy en el poder (a diferencia de lo que fue el 'ciclo bolivariano', terminado hacia 2015), hacen prever que la Celac no reunirá especial unanimidad si algunos gobiernos empujan hacia posiciones muy sesgadas, de un signo u otro.

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La VI Cumbre de la Celac de México de septiembre de 2021 sirvió para colmar el deseo de proyección regional de Manuel Andrés López Obrador, como la VII Cumbre de ahora en Buenos Aires viene bien a un Alberto Fernández que mira a las elecciones presidenciales que tendrán lugar en Argentina este año. Pero difícilmente la Celac puede alcanzar un consenso sobre uno de los asuntos regionales más urgentes: la resolución de la situación política interna de Perú. Si bien los presidentes de México, Colombia, Bolivia y Argentina se han alineado con el expresidente peruano Pedro Castillo, la mayor parte de la región ha respetado la legitimidad constitucional de quien le ha sucedido, Dina Boluarte.

Por otra parte, el Lula da Silva de hoy está obligado a mayores equilibrios internos –y también externos– ante la mayoría exigua que tiene en el Congreso brasileño y la difícil situación económica, tanto propia como internacional. De hecho, por lo que afecta a Perú, Lula ha preferido mantener una posición centrada, criticando el «acoso» de fiscales y legisladores a Castillo, pero descartando considerar lo ocurrido como golpe de Estado.

El regreso de Brasil a la Celac tiene ese carácter impulsor de la organización, si bien la principal agenda de Lula en Argentina esta semana es bilateral. El nuevo presidente brasileño ha recuperado la tradición de que el primer viaje oficial al exterior sea a Argentina (algo normalmente recíproco) y ha tratado de mejorar las relaciones entre los dos países.

Entre los asuntos tratados en el viaje, está la firma del memorando de entendimiento para estudiar la implantación de una moneda común para el intercambio comercial entre los dos países. Se trataría de una unidad de cuenta –y no una moneda de curso normal, como el euro– para evitar tener que hacer conversiones al dólar en los pagos de importación y exportación. Sería un valor de cambio abierto a otros países vecinos, cuyo nombre podría ser el de 'sur'. De todos modos, cabe recordar que el venezolano Hugo Chávez ya impulsó en el seno del ALBA, la internacional bolivariana creada por él y por Fidel Castro, un valor similar, llamado 'sucre', en una iniciativa que resultó fallida. El mayor intercambio comercial entre Brasil y Argentina otorga mejores perspectivas, pero deberá tener un fundamento económico más que ideológico para que el proyecto siga adelante incluso si a final de año el peronismo pierde el poder y gana la derecha argentina.

En su visita, Lula ha comprometido un crédito del Bndes, el fondo de desarrollo de Brasil, para la construcción del segundo tramo del oleoducto Néstor Kirchner, de forma que el gas de Vaca Muerta pueda llegar hasta Santa Fe, a orillas del Paraná. Asimismo, Argentina ha recabado apoyo para una posible incorporación al grupo de los Brics, que se llevaría cabo si agrega también un nuevo país asiático y otro africano.