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Del caucus de Iowa a las primarias de New Hampshire

Los candidatos republicanos se trasladan al estado cuyo lema -«Vive libre o muere»- figura en las matrículas de los vehículos

Del caucus de Iowa a las primarias de New Hampshire

ÓSCAR BELLOT

Reducir el control que la maquinaria del partido ejercía a la hora de seleccionar a los candidatos y otorgar ese poder de decisión a los votantes. Ese fue el espíritu que llevó a la instauración del sistema de primarias como modo de designar a los aspirantes a los principales cargos electos en Estados Unidos. Un país fundado por quienes ansiaban un territorio donde establecer un grado de libertad que en Inglaterra se les negaba y que trata de rendir tributo a esa palabra por encima de cualquier otra.

Donde primero se asentaron fue en lo que vino a llamarse Nueva Inglaterra, una región del noreste de Estados Unidos integrada por seis estados: Maine, Vermont, Massachusetts, Rhode Island, Connecticut y New Hampshire. Un terreno que en su conjunto, representa una fértil tierra de votos para el Partido Demócrata, si bien uno de esos territorios, New Hampshire, bascula entre este partido y el Republicano, lo que le coloca en el lado de los estados clave a la hora de decantar el vencedor de las elecciones presidenciales -en 2008 se decantó del lado de Barack Obama y en 2004 lo hizo del de John Kerry, pero George W. Bush se llevó el gato al agua frente a Al Gore en el año 2000-.

Pero New Hampshire, el estado cuyo lema -«Vive libre o muere»- está impreso en las matrículas de sus vehículos, la región que vio nacer a figuras fundamentales de la historia del país de las barras y las estrellas como el senador Daniel Webster o el editor Horace Greeley, y que alumbró un presidente como Franklin Pierce -además de otro de ficción, el Josiah Bartlet de «El Ala Oeste de la Casa Blanca»-, ocupa un lugar fundamental en la carrera hacia la Casa Blanca por otro motivo: es el primero en el que se celebran elecciones primarias. Un hecho que obliga a los candidatos a gastar ingentes cantidades de dinero y de horas recorriendo los diez condados de que consta.

Hoteles llenos a rebosar, la atención informativa posada sobre sus ciudadanos, bares y restaurantes desbordados por la cantidad de clientes llegados de todos los puntos del país... Una auténtica bicoca, más aún en estos tiempos de crisis, para un estado que enviará doce delegados a la Convención Nacional del Partido Republicano, que se celebrará entre el 27 y el 30 de agosto en Tampa (Florida).

De ahí que las organizaciones republicanas de otros estados batallen por adelantar cada vez más sus primarias, tratando de quedarse así con una parte del pastel antes de que el camino quede despejado para uno de los candidatos y la cita con sus electores, en mero trámite. Pese a ello, New Hampshire sigue llevando la delantera, aunque Iowa haya celebrado ya sus caucus.

Complejo sistema

A diferencia de los caucus, las elecciones primarias no se llevan a cabo mediante interminables asambleas en las que los electores discuten sobre la idoneidad de los candidatos. Aquí el ciudadano carga con todo el peso de su decisión. Además, son organizadas por los gobiernos locales y estatales, mientras que la responsabilidad del correcto funcionamiento de los caucus corresponde a los partidos. Pero dentro del complejo sistema electoral estadounidense, hay casi tantas variantes de primarias como estados diseminados por el país.

La diferencia más notable se establece entre las primarias abiertas y las cerradas. A grandes rasgos, las primeras son aquellas en las que los electores del estado en cuestión pueden participar en las primarias de uno u otro partido, sin necesidad de manifestar su filiación política, es decir, no tienen que estar registrados previamente como votantes de dicho partido. Ahora bien, deben escoger en cuál participar. En las cerradas, por el contrario, únicamente se les permite votar a los adscritos a la formación que celebra las primarias.

Los defensores del primero de los métodos argumentan que contiene un mayor grado de democracia, fundamentándose en que los ciudadanos cumplirán con el compromiso de seleccionar a quien consideren más preparado para el cargo. El problema está en que algunos no lo hagan y se infiltren en la elección de los candidatos del partido con el que no comulgan al objeto de 'promocionar' a un aspirante débil al que luego sea más fácil doblegar cuando el postulante de su formación se mida con él en la contienda definitiva.

En New Hampshire, los seis aspirantes a la nominación republicana que resisten en la carrera -tras el abandono de Michele Bachmann, congresista por Minnesota, debido a los malos resultados cosechados el pasado martes en Iowa- no se encontrarán con ese problema. Los demócratas podrán tener voz en la calle, pero no contarán con voto en las urnas.

El mejor colocado

Mitt Romney aparece como el candidato mejor colocado. Fue capaz de lograr el cargo de gobernador en otro estado de Nueva Inglaterra, Massachusetts, tradicional bastión demócrata, lo que precisamente le convierte en sospechoso para muchos de sus correligionarios. Dispone de una formidable maquinaria y ha conseguido que el último candidato de su partido a las elecciones presidenciales, John McCain, se suba al carro de su campaña. Pero Rick Santorum empieza a subir en las encuestas a nivel nacional.

No obstante, New Hampshire no parece terreno abonado para que el exsenador por Pensilvania ponga en apuros a Romney como sí hizo en Iowa. Su conservador mensaje, impregnado de un fuerte contenido religioso, no es el más apropiado para llegar a los ciudadanos de este estado. Sí será una auténtica final para Jon Huntsman, exgobernador de Utah y mormón como Romney, al que su pasada labor como embajador de Obama en China le está pasando factura. Huntsman decidió no hacer campaña en Iowa, concentrando todas sus fuerzas en New Hampshire. De no lograr ahí un buen resultado, su retirada podría ser inmediata.

Ahora bien, aunque New Hampshire -un estado, todo hay que decirlo, poco representativo de un país cada día más diverso, pues tiene poco más de un 1% de ciudadanos afroamericanos y la presencia latina también es escasa- se decante por Romney, la lucha por la nominación republicana estará lejos de terminar. Hasta la convención de Tampa quedará un largo camino. Carolina del Sur será la siguiente cita, con primarias el 21 de enero. El 31 del mismo mes, tomará el testigo Florida. Seguirán, el 4 de febrero, los caucus en Nevada y Maine, y tres días después, los de Minnesota y Colorado, así como las primarias de Missouri.

En esos estados, aspirantes como Ron Paul, Newt Gingrich o el propio Santorum tratarán de hacerse con un buen número de delegados para mantener sus aspiraciones al menos hasta el 'supermartes'. Ese día, el 9 de marzo, se jugarán el todo por el todo en Ohio, Massachussets, Georgia, Oklahoma, Tennessee, Vermont, Virginia, Alaska, Dakota del Norte, Idaho y Wyoming. De ahí, sí, debería salir un candidato. Aunque la fragmentación entre moderados, conservadores cristianos y devotos del mensaje ultraliberal de Ron Paul, podría alargar la lucha, por lo que no se puede descartar una reedición de lo que ocurrió en 2008 en el campo demócrata, cuando Barack Obama y Hillary Clinton mantuvieron su pelea hasta casi el final.

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