Análisis

Rafah, nudo gordiano gazatí

Si el Gobierno israelí pretende liquidar la capacidad de Hamás, necesitará un firme apoyo norteamericano

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¿Por qué Tel Aviv no puede aceptar un alto el fuego permanente?

Palestinos se reúnen sobre los escombros de un edificio derribado en un ataque israelí Reuters

Al filo de seis meses desde que Hamás desencadenara, el pasado 7 de octubre, en la periferia de la franja de Gaza, la agresión más sangrienta contra los judíos desde el Holocausto, la Franja es el campo de batalla cardinal de la guerra originada ... por aquella agresión. En respuesta a la misma, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ya han reducido la capacidad operativa de Hamás en más de un 80%. Sin embargo, aquellas deben reiterar la limpieza de algunos objetivos, en los tercios superior y central de la Franja, donde los terroristas han regresado sirviéndose de su posición prevalente y camuflada en el entorno palestino. Así ha sucedido, por ejemplo, durante las dos últimas semanas, en el enorme hospital de Al Shifa (barrio de Al Rimal, Gaza) donde alrededor de 700 efectivos de las brigadas Ezzedine al Qassam, trataban de reagruparse. O, el pasado viernes, en el campo de refugiados de Maghazi. El combate es más extensivo en el tercio sur, especialmente en Jan Yunis (hospital Al Hamal), y en la periferia de Rafah cuyo asalto está, de momento, contenido.

El último hecho político más relevante ha sido el pase, el 16 de marzo, en el CSNU, de una Resolución pidiendo un alto el fuego en Gaza. Resolución que contó con la abstención de EE.UU., país que había vetado tres proyectos anteriores. Ese cambio escenificó un enfrentamiento momentáneo entre Washington y Tel Aviv, que movió al Gobierno israelí a la inmediata cancelación del programado viaje a Washington, de una delegación para discutir el tema del asalto a Rafah.

Esta ciudad, donde se hacinan alrededor de 1,3 millones de almas (entre locales y desplazados), es el último baluarte y refugio de Hamás, además de la mazmorra de los más de 100 secuestrados que todavía mantiene en su poder. Rafah, en suma, constituye el nudo gordiano a cortar por Israel para culminar la guerra en Gaza. La reprogramada reunión en Washington trataría de establecer una fórmula que permitiera la limpieza de Rafah evitando, a la vez, un gigantesco baño de sangre de civiles.

Descartando inicialmente su salida hacia Egipto, país que se opone frontalmente a ello, habría de planearse una gigantesca operación logística para mover cerca de un millón de almas al tercio central de la Franja. Potencial operación consumidora de enormes recursos (transporte, alimentación, material de acampada y atención sanitaria, entre otros) y que necesitaría de, al menos, dos meses de ejecución. En todo caso, si el Gobierno israelí pretende alcanzar el objetivo estratégico de liquidar la capacidad operativa de Hamás mediante la entrada en fuerza en Rafah, necesitará un consistente y firme apoyo norteamericano no solo político, sino también logístico incluyendo la provisión de armas y municiones.

La enorme tensión que reina en Oriente Próximo está propiciando peligrosos e indeseados daños a terceros, así como enganches armados que, fuera de control político, podrían llevar a la escalada. El más reciente ejemplo ha sido el ataque de Kataib Hizbolá contra la base naval israelí de Eilat, que fue respondido, el pasado lunes, con otro israelí contra un edificio contiguo a la embajada iraní en Damasco (Siria), eliminando a siete miembros (entre ellos dos altos oficiales) de la Guardia Revolucionaria iraní.

En cualquier caso, el análisis no puede olvidar que la masacre del 7 de octubre ni fue una acción militar ni contra fuerzas militares en el marco de un conflicto caliente. Por el contrario, fue una agresión terrorista fríamente planificada, preparada y ejecutada contra civiles, con 1.200 asesinados, 240 secuestrados (la mayoría mujeres) y profusión de violaciones y profanación de cadáveres.

Luctuosos datos esenciales para entender lo que está sucediendo en la franja de Gaza, desde aquel fatídico día de otoño. Tampoco cabría ignorar el público regocijo con que los palestinos (y parte del mundo musulmán) recibieron la noticia de la masacre de los judíos. Aquellos son los mismos que ahora gimen y claman contra las FDI por su respuesta contra la barbarie yihadista en un entorno de guerra. Uno piensa que la puesta en libertad de los todavía secuestrados en los zulos subterráneos de Rafah, junto con la entrega de los restos de los fallecidos durante el cautiverio, deberían ser las medidas previas para poder exigir a Tel Aviv que las FDI dejasen de disparar.

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