Caso Quemados, durante la dictadura chilena: «Sentí la gasolina derramándose sobre mí y el sonido del encendedor»
50 aniversario de golpe de estado en chile
ABC habla con Carmen Gloria Quintana, que sufrió quemaduras en el 65% de su cuerpo a manos de los militares hace 37 años cuando se manifestaba. Su compañero Rodrigo Rojas no sobrevivió a las heridas
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SYLVIA COLOMBO
Buenos Aires
Nacido en Valparaíso, Rodrigo Rojas de Negri era hijo de una militante comunista. En 1976, cuando el niño tenía 10 años y el régimen militar chileno avanzaba contra sus opositores, Verónica de Negri, su madre, lo envió a vivir con familiares en Canadá, ... temiendo por la integridad del joven. La dictadura pinochetista ponía en riesgo a todos los que no estaban con ellos.
Allí, Rodrigo estudió fotografía y desarrolló una pasión obsesiva por su país. «Su habitación estaba llena de banderas y fotos de Chile, sus cantantes, sus paisajes. Yo prefería que no regresara antes de la redemocratización del país, pero él insistió y yo no podía quitarle ese deseo», relata Verónica.
En 1986, el joven regresó a Chile. Tenía 19 años y estaba animado por una sensación común en ciertos sectores de la sociedad de que el régimen se estaba debilitando y que el fin de la dictadura no tardaría en llegar. Este ambiente alimentaba las manifestaciones callejeras, algo que antes estaba completamente prohibido durante los llamados años de plomo de la dictadura a principios de los años 70 del siglo pasado.
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Carmen Gloria Quintana tenía 18 años cuando conoció a Rodrigo, justo después de que él regresara a Chile y comenzara a asistir a reuniones de jóvenes en contra del régimen. Ella ya estaba involucrada en el movimiento estudiantil en la universidad y había participado en varias marchas y protestas. Cientos de personas participaban en la manifestación, pero un grupo de militares se obsesionó con la pareja. Fueron agarrados, golpeados y arrojados al suelo indefensos, mientras se les rociaba gasolina por el cuerpo. Ambos pedían ayuda mientras uno de ellos 'jugaba' con un encendedor, insinuando que los prendería fuego, aumentando la desesperación de ambos. Hasta que finalmente lo hizo.
Con más del 70% de su cuerpo quemado, Rodrigo falleció unos días después. Carmen (con un 65% de quemaduras) resistió y ahora habla con ABC desde Montreal, donde en los últimas cinco décadas ha pasado por más de 40 cirugías para recuperar sus movimientos, la forma de su rostro y los daños en sus órganos internos. Vive en la ciudad canadiense, donde estudió Psicología. Trabaja, está casada y tiene tres hijos.
El caso Quemados es uno de los más conocidos de la dictadura chilena (1973-1990), cuyo 50º aniversario se recuerda el 11 de septiembre con distintos actos en todo el país. En Chile se esperan eventos en memoria de esta trágica fecha. Sin embargo, con un Gobierno de izquierda debilitado y la oposición de derecha controlando el Congreso y el proceso de la próxima Constitución, es posible que la noche también revele manifestaciones a favor de Pinochet y protestas antigobierno.
Pacto de silencio
Durante muchos años, el crimen de los Quemados quedó sin ser investigado. Sin embargo, a partir de 2015, un exsoldado de rango bajo, Fernando Guzmán, ya anciano, comenzó a romper el pacto de silencio, impulsado por el remordimiento y el temor a morir sin decir la verdad. Esto ha estado ocurriendo de manera frecuente en Chile. Hubo una división en las Fuerzas Armadas entre aquellos que deseaban esclarecer los casos y aquellos que no.
Esta ruptura del silencio hizo que jueces y fiscales retomaran casos inconclusos, aunque tardíos, por aquellas atrocidades. El caso Quemados es uno de ellos. Fueron condenados 20 militares, incluyendo a los principales responsables, y otros 20 como cómplices menores. El caso sirvió también para reabrir otros, hasta entonces bajo la sombra de la Ley de Amnistía.
Sin embargo, muchas familias piden más, solicitan reparación económica, similar a lo que ocurrió en Argentina.
Rodrigo Rojas De Negri - Carmen Gloria Quintana: A 34 años del horrendo crimen de la dictadura de Pinochet. pic.twitter.com/pz2xkpwJOR
— OPAL prensa (@prensaopal) July 2, 2020
En una conversación a través de teleconferencia, Carmen recuerda cómo se involucró en la resistencia. Inicialmente, se encargaba de la logística de las manifestaciones. Sus recuerdos son claros, aunque hayan pasados los años.
«En aquel 2 de julio de 1986 –cuenta– salí temprano de la universidad hacia el lugar. Íbamos a construir una barricada con neumáticos, cuando desde lejos nos gritaron que se acercaban militares en nuestra dirección. Intentamos salir de ahí, pero fuimos los primeros en ser detenidos. Sentí los golpes, grité, sentí la gasolina derramándose sobre mí y el sonido del encendedor preparándose para alcanzarnos. Y luego las llamas, en cuestión de segundos; pedí que me mataran de una vez porque era insoportable, pero luego me desmayé por el impacto y el dolor».
«Pedí que me mataran de una vez porque era insoportable, pero luego me desmayé por el impacto y el dolor»
Carmen Gloria Quintana
Víctima de la dictadura de Pinochet
Carmen y Rodrigo se pusieron de pie, intentaron caminar y pedir ayuda a los autos que pasaban, «pero nadie se detenía porque parecíamos zombis, con la ropa y la piel desprendiéndose de nuestros cuerpos». Quienes les ayudaron, relata, fueron trabajadores y gente de la zona, que improvisaron camillas con ladrillos y llamaron a los carabineros. Así llegaron a un consultorio y luego a un hospital. «Solo supe de la muerte de Rodrigo días después. Hasta el día de hoy, mi cuerpo me hace recordar el ataque, a pesar de que han pasado 37 años. Las partes más afectadas son mi rostro, los brazos, parte del torso, no tengo audición en un oído, me faltan los lóbulos de las orejas y mis manos quedaron deformes, no puedo realizar todos los movimientos», relata.
40 cirugías
Al final, pasó por más de 40 cirugías, además de los injertos y la rehabilitación. «Tuve que aprender a hacerlo todo de nuevo, desde comer hasta caminar».
El hecho de que la dictadura negara lo sucedido durante muchos años aumentó su estrés, y tuvo que pasar por años de terapia. Un comentario del general Augusto Pinochet, días después del caso, describió el incidente como algo fabricado por los medios de comunicación y sugirió que la culpa podría ser de los dos jóvenes. «Se ve que el exterior de sus camisas está intacto. Es decir, podrían haber llevado el material inflamable dentro de ellos y haberse equivocado», dijo el dictador.
Reconstruir el rostro, los movimientos y los órganos no fue el desafío más difícil. En Canadá, Carmen también trató durante años el estrés postraumático. Se sintió muy mal, además, al conocer que varios de los testigos oculares del crimen estaban muriendo de manera misteriosa incluso antes de poder dar testimonio. Ahora, lo único que espera el 11 del septiembre es que la fecha no sea instrumentalizada políticamente y que las víctimas tengan voz.
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