¿Puede ser Turquía expulsada de la OTAN por su veto a Suecia?
Jurídicamente es casi imposible, y además para EE.UU. tiene un valor superior al de los escandinavos
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan
Ocurrió hace tres años, después de que Turquía invadiera por su cuenta el norte de Siria, y vuelve a ocurrir ahora. Los corrillos diplomáticos y algunos medios de los países occidentales de la OTAN debaten la posibilidad de expulsar a Turquía de la Alianza por ... su veto a la incorporación de Suecia, ansiosa por entrar en el club tras la invasión rusa de Ucrania.
El presidente-autócrata turco, Erdogan, insiste repetidamente en que no levantará el veto hasta que Estocolmo cumpla sus condiciones. De entrada, la extradición de algunos dirigentes kurdos del PKK refugiados en Suecia, y la prohibición de actividades en este país del movimiento que aspira a la independencia de parte de la península turca.
El chantaje de Erdogan tiene otros apartados, menos importantes, y es un suma y sigue de otros desplantes que la OTAN sufre desde la llegada al poder del político islamista hace dos décadas. Así que la Alianza -sometida a una prueba de estrés con los sucesos de Ucrania- se plantea discretamente cómo superar el escollo otomano, y no faltan voces radicales que proponen lisa y llanamente la expulsión.
OTAN 2.0
El Tratado de la OTAN no contempla esta posibilidad, lo que la convierte según los expertos en jurídicamente casi imposible. Cabe el arabesco lateral de 'refundar' la Alianza, crear por así decirlo una OTAN 2.0 en la que entren todos los miembros actuales, más los escandinavos que llaman a la puerta, y no permitir la incorporación de Turquía. Un truco ingenioso, pero jurídicamente también altamente complejo.
Entre otras razones porque el socio más poderoso de la Alianza, Estados Unidos, no está convencido de que la llegada de Suecia y Finlandia a la OTAN compense la salida se Turquía. Más allá de los planes megalómanos de Erdogan, Turquía sigue teniendo una importancia clave para la Alianza y para Washington, por su papel de llave para el acceso al Mar Negro y su valor geoestratégico en Oriente Próximo. Por no mencionar las relaciones comerciales. Así que, por ahora, habrá que tolerar -mientras duren- los desplantes y fanfarronerías del nuevo 'sultán' de Estambul; y en el ínterín tratar de dar a Suecia y a Finlandia garantías de seguridad de segunda clase.