El pueblo polaco de 413 habitantes en el que estuvo a punto de iniciarse la III Guerra Mundial

El padre Wazny conocía bien a las dos víctimas mortales. «Eran personas muy amables. Ayudaron en la parroquia cada vez que les pedí. Acabamos de rehacer la fachada de la iglesia y uno de los dos hombres nos echó una mano», recuerda a los dos feligreses. «En este pueblo todo el mundo se conoce y por eso pensé que la iglesia estaría más concurrida». Pero los bancos permanecieron vacíos porque casi todos los habitantes de Przewodow, convencidos de que el Ejército ruso había comenzado su ofensiva sobre Polonia, habían huido.

«Escuché la explosión, tenía que haber pasado algo cerca del almacén de secado de los cereales, así que me abrigué y salí a ver qué había ocurrido», relata una vecina, Joanna Magus. Lo que encontró fue mucho peor: un misil había impactado en el pueblo, matando a dos personas y poniendo a Przewodow en el centro de un peligroso giro de la guerra.

«Sentí mucho miedo, sentí que estábamos indefensos. No dormí en toda la noche», confiesa esta profesora de escuela de 60 años. «Cuando llegaron los militares, la mayoría se marchó del pueblo para buscar protección, por miedo a que el bombardeo continuase durante la noche». «Llegaron a Lublin con lo puesto, diciendo que los rusos habían atacado Przewodow y que venían a refugiarse», explica Sonja Nedvěd, familiar que acogió a varios ancianos que huyeron del pueblo. «Al principio no entendíamos nada, después pusimos la televisión y empezamos a saber a cuentagotas sobre el misil, aunque si digo la verdad, todavía no estamos totalmente seguros de lo que ha pasado». «En algunos momentos», insiste, «llegamos a pensar que había empezado la III Guerra Mundial».

Las víctimas mortales fueron dos hombres de unos sesenta años que trabajaban en las instalaciones de secado de cereal. Ewa Byra, directora de la escuela primaria de Przewodow, ha señalado que uno de los fallecidos estaba casado con una mujer que limpia el colegio y que el otro hombre era el padre de un exalumno. «No esperábamos tal cosa, incluso si ocurren accidentes, especialmente cuando la guerra ocurre a solo seis kilómetros de la ciudad, uno no está preparado para esto», ha declarado a la agencia AFP.

Las horas siguientes a la explosión, que se produjo a las 15.40 fueron extremadamente angustiosas para la región. Agentes de la Policía de Lublin, los primeros en llegar, acordonaron la granja en la que había tenido lugar el impacto, a la espera de que llegasen los expertos del Ejército.

«Escuché una gran explosión, una explosión terrible. Me acerqué a la ventana y vi una gran nube de humo oscuro... Vi gente corriendo», dijo una vecina. «Pensé que tal vez algo había pasado en el silo, que uno de los dispositivos se había roto y explotado». Su marido estaba trabajando fuera, salió a buscarlo y cuando lo encontró. «Estaba aterrorizado, fue un pánico total». Su hermana hizo una pequeña maleta, soltó las vacas y fue a su casa a avisar que se marchaba a casa de su hijo.

A las seis de la tarde solo quedaban en el pueblo la maestra, el cura y el responsable del ayuntamiento, que anunció tres días de luto por los dos fallecidos y clavó en el tablón de anuncios un comunicado sobre la habilitación de una célula de apoyo psicológico para cualquier vecino que lo precise y que debe apuntarse en una lista que ha quedado en la escuela a disposición de todos.