Le Pen acusa a Macron de «dar un golpe de Estado administrativo» con el nombramiento de altos funcionarios a su gusto
«Intentarán impedir que Francia sea gobernada por el partido mayoritario elegido por los franceses», ha criticado la líder de la extrema derecha
Le Pen humilla a Macron y se cita con la extrema izquierda: «Necesitamos la mayoría absoluta»
Los resultados definitivos confirman la victoria histórica de Le Pen, que podrá tener mayoría parlamentaria
La líder de Agrupación Nacional, Marine Le Pen
La cohabitación conflictiva entre el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), el único partido mayoritario, ha comenzado cinco días antes de la segunda vuelta electoral. Marine Le Pen acusa al presidente de dar un «golpe de Estado administrativo». ... Macron le responde pidiendo «sangre fría», sin ocultar sus movimientos de peones institucionales.
En unas declaraciones a France Inter (FI), primera cadena radiofónica del servicio público, la mañana del martes, la presidenta honoraria de AN, ha declarado: «El presidente está consumando una suerte de golpe de Estado administrativo. Está nombrando a última hora, con urgencia, a muchos altos funcionarios y responsables de tareas esenciales en el Ejército, la diplomacia, la economía, las relaciones con la UE, cuya primera misión será intentar impedir que la Francia sea gobernada por el partido mayoritario elegido por los franceses».
Horas más tarde, Macron respondió indirectamente a través de un comunicado oficial, pidiendo «calma, sangre fría y sentido de la mesura». El presidente del Senado, Gérard Larcher, conservador centrista, hostil a Le Pen y a su partido, confirmaba su encuentro con el presidente en el Elíseo.
Larcher y Macron intercambiaron opiniones y proyectos, «ante el funcionamiento inmediato de las instituciones». Tras la segunda vuelta electoral, el domingo, la Asamblea Nacional (AN), primera cámara del Parlamento francés, quedará automáticamente disuelta, pero la nueva AN puede tardar dos semanas antes de reunirse por vez primera. Durante quince días, Francia tendrá presidente, pero no está claro si tendrá gobierno. Macron puede aplazar la dimisión del primer ministro saliente, retrasando varios días la entrada en funciones del nuevo equipo gubernamental. Sin duda, Macron espera contar con la complicidad del Senado, segunda cámara del Parlamento, para poner obstáculos de distinta naturaleza a los proyectos gubernamentales del partido de Le Pen. Guerra de posiciones que podrá comenzar pronto y prolongarse indefinidamente.
No era un secreto que, efectivamente, Macron ha procedido a un rosario de nombramientos, eligiendo a personalidades que, en su momento, podrán practicar una suerte de «resistencia pasiva» contra los proyectos de un gobierno de extrema derecha presidido por Jordan Bardella, posible jefe de un gobierno de cohabitación con el presidente.
La Constitución de la V República concede al jefe del Estado poderes muy importantes, en materia de seguridad y diplomacia. Al mismo tiempo, concede al gobierno el derecho a gobernar con lo considere oportuno.
Si Macron y el partido de Marine Le Pen deben cohabitar, a partir de la segunda vuelta electoral, el domingo que viene, se plantearán automáticamente un rosario de tensiones potenciales sobre cuestiones esenciales, de la concepción del Estado a las relaciones de Francia con la zona euro, la UE, la OTAN y Ucrania.
Negociar alianzas
Hasta el domingo, Macron puede tomar muchas decisiones importantes. Marine Le Pen se apoya en 'rumores' y realidades para denunciar un «golpe de Estado administrativo» anunciando el «tono de voz» que puede instalarse en Francia con bastante rapidez. Sin tardar, Le Pen ha comenzado a formar su posible gobierno, en el que pudieran entrar personalidades de la sociedad civil. Si AN consiguiera una mayoría absoluta, la cohabitación conflictiva con Macron sería complicada, con ventaja para Le Pen. Si AN solo consigue una mayoría relativa, Le Pen podrá gobernar, pero tendrá que salvar una carrera de obstáculos. Un 63% de los franceses no quieren que obtenga mayoría absoluta, según un sondeo de TF1, primera cadena televisión francesa.
Ante la segunda y decisiva vuelta, ese es el único proyecto concreto de todas las fuerzas políticas nacionales, minoritarias y divididas: impedir la mayoría absoluta de AN. Macron invitó a su gobierno y aliados a negociar alianzas a todas las bandas, de la extrema izquierda al centro. La proposición del presidente ha dividido a su gabinete y aliados, entre partidarios y adversarios del frente común contra Le Pen.
A la izquierda, el Nuevo Frente Popular (NFP) está igualmente dividido. La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda), el partido de Jean-Luc Mélenchon, no acepta la unión con los macronianos y defiende su liderazgo entre las izquierdas. En el PS hay socialistas que negocian con los macronianos y socialistas que se inclinan por LFI. Entre los Verdes se defiende un frente común, que nadie acepta por completo, más allá de la retórica.
Alarma en Alemania
Independientes, pero más sensibles a la izquierda socialista y comunista, un millar de universitarios y varios premios Nobel hacen campaña para el NFP. Pero no está claro que esas iniciativas influyan en la Francia profunda y popular: más del 50% de los obreros franceses votaron a Le Pen en al primera vuelta. Esa gigantesca algarabía causa inquietud entre los principales aliados de Francia, comenzando por Alemania.
El influyente 'Frankfurter Allgemeine Zeitung' ('FAZ') publicó ayer cinco largos artículos haciendo un balance inquietante de la situación. El diario publica un retrato devastador de Bardella, presentado como «un camaleón». El 'FAZ' y la Zweite Deutshche Fersehhen (ZDF), segunda cadena de la TV federal alemana, estiman que la pareja Le Pen / Bardella son «germanófobos» y «hostiles» a la construcción política de Europa. Abriendo su cuadernillo económico, el rotativo titula: «Francia está jugando con fuego». Y escribe: «Un jefe de Estado que disuelve su propia mayoría parlamentaria no puede esperar una mención positiva en los libros de historia. Francia puede apuntarse durante años al número de los abonados ausentes en Europa y la OTAN. Solo la Rusia de Putin puede estar contenta».