El rollito chino de Hong Kong
¿Por qué Pekín está acabando con los últimos restos de disidencia democrática?

Hong Kong, la aldea de pescadores y puerto natural que estuvo siglo y medio bajo dominio colonial británico, ha reencarnado durante los últimos años el mito de la ciudad sitiada que no se rinde. Una especie de Berlín occidental que ha intentado mantenerse a flote ... como isla de resistencia democrática en el inmenso mar autoritario de China. Pero a pesar de tantos sacrificios, esa heroica oposición puede haber llegado a su final.
Esta semana ha empezado el mayor juicio contra 47 de los más destacados líderes prodemocracia de Hong Kong. Los activistas, muchos de los cuales llevan casi dos años en prisión preventiva sin libertad bajo fianza, están acusados de conspiración para cometer subversión. Sabiendo la tolerancia cero que el régimen de Beijing tiene hacia cualquier clase de disidencia desde Xinjiang a Taiwán, los acusados se arriesgan a penas que pueden llegar a la cadena perpetua.
El caso de Hong Kong pone de relieve la arbitrariedad de la Ley de Seguridad Nacional que China impuso para reforzar su control sobre la ciudad tras enfrentarse desde 2019 a masivas protestas. La legislación tipifica a su conveniencia delitos como terrorismo, secesión, subversión y connivencia con potencias extranjeras. Desde su aplicación en 2020, la medida ha servido para erradicar la disidencia en la vibrante sociedad civil hongkonesa, la independencia del poder judicial y la libertad del sistema educativo.
El proceso sin garantías contra los activistas de Hong Kong supone el clavo final en el ataúd de «un país, dos sistemas», la promesa utilizada para tranquilizar a la población local y facilitar el handover de 1997 por el que se transfirió la soberanía y control de Hong Kong a la República Popular de China. El compromiso para medio siglo de «un alto nivel» de autogobierno y de garantías para la elección democrática del ejecutivo local han terminado convirtiéndose en otro rollito chino. Un engaño más que ilustra la complicada viabilidad del régimen de Xi Jinping basado en el capitalismo de amiguetes, más autoritarismo que nunca y el nacionalismo como socorrida válvula de escape.
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