¿Qué se puede esperar de la nueva fase en la guerra de Israel contra Hamás?

La ofensiva israelí está generando inevitables comparaciones con la batalla librada en 2016 para liberar Mosul, capital de facto del 'califato' proclamado por el Estado Islámico (Daesh). Aquella misión contra los yihadistas fortificados en la ciudad septentrional iraquí se prolongó durante nueve meses, el triple de lo previsto inicialmente, cobrándose las vidas –a pesar de las precauciones tomadas– de 10.000 civiles y 8.000 militares de la coalición liderada por Estados Unidos.

Ahora, aquella brutal batalla de Mosul se presenta como guía de lo que puede ocurrir en Gaza. Los objetivos declarados por Israel son cuatro: derrocar al régimen de Hamás y destruir sus capacidades militares; eliminar la amenaza de futuros ataques desde Gaza; garantizar la devolución de los más de doscientos rehenes en poder de los terroristas; y en general, defender las fronteras y a los ciudadanos de Israel. Sin embargo, tal y como demuestran los análisis militares de Mosul, lograr solamente el primero de esos objetivos –destruir a Hamás– será probablemente una victoria pírrica.

En la batalla de Mosul, los primeros avances fueron rápidos, pero pronto se ralentizaron al encontrarse con una fuerte resistencia, lo que a su vez multiplicó los ataques aéreos. Las ruinas de la segunda ciudad de Irak se convirtieron en refugios ideales. Y como ha explicado un veterano del Pentágono: «Si quieres acabar con el enemigo, tienes que ir casa por casa. Pero eso te pone en 360 grados de peligro. No puedes simplemente arrasar».