¿De dónde provienen ahora las más graves amenazas contra Occidente?

Es la ocasión perfecta para que los aliados de antaño se embarquen en una extraordinaria serie de cumbres para proyectar una imagen de unidad entre democracias cada vez más imperfectas y dividas ante el reto planteado por autocracias cada vez más perfectas y coordinadas. Desde el eje del muy mal, Occidente se percibe como algo decadente, débil y disfuncional al que se puede desafiar.

Por eso la cita en los acantilados de Normandía resulta especialmente relevante. Como también resulta decisiva la cumbre de la OTAN prevista cinco semanas después en Washington. Y entre medias, una conferencia de paz ucraniana en Suiza y una cumbre de líderes del G-7 en Italia. Sobre la mesa se agolpan las guerras en Ucrania y Gaza, el ascenso de China, el futuro de Estados Unidos y el auge de la extrema derecha en Europa. Retos ante los cuales no parece suficiente recordar ideales del pasado como el triunfo el triunfo del valor y la esperanza sobre la adversidad, así como la virtud del sacrificio personal por un fin colectivo.

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Tal y como ha explicado al 'New York Times' el profesor Charles A. Kupchan, de la Universidad de Georgetown, «por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, la amenaza interna para Occidente es más aguda que la amenaza externa». O como alerta Yuval Noah Harari a 'The Economist': «Apreciamos plenamente nuestras rodillas sólo cuando dejan de funcionar. Lo mismo ocurre con el orden mundial: sus antiguos beneficios sólo se hacen patentes cuando se derrumban».