DE LEJOS
¿Cómo interpretar el procesamiento de Donald Trump?
Para el público en general, el problema radica en que entre el reparto de esta trama aparece una actriz porno, lo que automáticamente hace que la morbosidad y el sensacionalismo destronen al raciocinio
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Donald Trump durante un mitin de campaña con simpatizantes, en Davenport, Iowa
Resulta bastante irónico que después de toda una vida en los tribunales, entre constantes y complejos litigios que le han convertido en un virtuoso de estirar procedimientos, Donald Trump vaya a ser 'empurado' por tapar un 'Tito Berni'. No es nada fácil de entender ... que vayamos a ver por primera vez en la historia a un expresidente de Estados Unidos sentado en el banquillo de los acusados. Con todo lo que ello implica: detención por la Policía de Nueva York, lectura de sus derechos Miranda, toma de huellas dactilares, la foto de comisaría, presentación ante el juez y la posibilidad de ser públicamente exhibido con grilletes.
Buena parte de la confusión en torno a esta odisea judicial sin precedentes es interesada. El Partido Republicano antisistema, al que tanto le cuesta superar su adicción al trumpismo, insiste en desacreditar la democracia de Estados Unidos denunciando una supuesta y vengativa politización de la justicia. No importa que, para evitar precisamente cualquier arbitrariedad, el fiscal de distrito Alvin Bragg haya utilizado un jurado popular de Manhattan para construir este complejo caso que mezcla legislación estatal y unas elecciones federales, dinero y política.
Para el público en general, el problema radica en que entre el reparto de esta trama aparece una actriz porno, lo que automáticamente hace que la morbosidad y el sensacionalismo destronen al raciocinio. Aunque de cintura para abajo todo el mundo tiene un doctorado cum laude, nadie debería creer que este caso es otro más en la tradición tan americana de escándalos movidos por la hipocresía puritana y la moralidad victoriana.
Trump va a ser procesado fundamentalmente por utilizar dinero para influenciar el resultado de su elección presidencial en 2016: 130.000 dólares para comprar el silencio de la siliconada Stormy Daniels. Ni más ni menos, aunque en España podría considerarse como malversación de la buena. A partir de ahí, lo único que está garantizado es el caos en Estados Unidos. Y no hay que olvidar que es precisamente en el caos donde se crece ese consumador estafador llamado Donald Trump.