DE LEJOS

¿Por qué China no va a lograr un final negociado a la guerra contra Ucrania?

Nadie debería contener la respiración a la espera de que Xi condene la invasión rusa y sus atrocidades. Hasta ahora la propaganda china se ha dedicado a hacer un corte y pega de la propaganda rusa

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Xi Jinping llega a Moscú en una visita marcada por la orden de arresto contra Putin del Tribunal Penal Internacional

Imagen de Xi Jinping y Vladímir Putin en uno de sus últimos encuentros AFP

En un mundo de ciencia ficción geopolítica, que tiende a confundir deseos con realidad, sería 'tope guay' que la misma China que ha provocado la pandemia de coronavirus lograse un final negociado a la guerra contra Ucrania. Sería tan 'cookie' que, más allá de ... su espiral de autoritarismo dentro y fuera de sus fronteras, China asumiera las responsabilidades internacionales que corresponden a un gigante económico, al que se le abrieron las puertas de la Organización Mundial del Comercio en 2001, y que tiene derecho de veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Las ilusorias esperanzas de una 'pax china' en Ucrania se han visto alimentadas por la visita de Xi Jinping a Moscú. El régimen de Pekín insiste en presentarse como un mediador honesto, calificando como una misión de paz lo que no es más ni menos que otro cónclave en el Kremlin de autócratas sin fronteras.

Pese al teatrillo de la engañosa equidistancia, la visita no deja de ser una clara muestra de la solidaridad entre la China de Xi y la Rusia de Putin, justo después de que el Tribunal Penal Internacional dictase una orden de detención por crímenes contra la humanidad.

Nadie debería contener la respiración a la espera de que Xi condene la invasión rusa y sus atrocidades. Hasta ahora la propaganda china se ha dedicado a hacer un corte y pega de la propaganda rusa. Y aunque Putin insiste en defender la soberanía de Rusia, trece meses después resulta evidente su vasallaje. Rusia depende cada vez más de China como mercado para sus productos básicos, como fuente de importaciones críticas y como socio diplomático más importante en medio de su creciente aislamiento global.

Nadie debería esperar mucho de una China a cinco minutos, cinco meses o cinco años de aplastar Taiwán. Una China que ha internado un millón de uigures musulmanes en campos de concentración en Xinjiang. Una China que ha incumplido brutalmente en Hong Kong su promesa de «un país, dos sistemas». Una China que nos estafó en el momento que más necesitábamos suministros sanitarios. Y una China que ha externalizado su represión hasta el punto de montar una red internacional de 'comisarías/chekas' para perseguir a sus ciudadanos incluso en Madrid.

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