de lejos
¿Por qué la brutalidad de Israel se ha convertido en un botellón de antisemitismo?
Los llamamientos para acabar con cualquier relación con Tel Aviv han degenerado en el violento acoso a los estudiantes judíos
¿Por qué Israel e Irán han dado un paso atrás en su indiscreta confrontación?
¿Por qué Israel no va a dejar de responder al ataque de Irán?
Un grupo de manifestantes propalestinos de la Universidad de Columbia participan en una protesta
Hace justo un año, por razones familiares, asistí a la radiante ceremonia de graduación de los estudiantes de la Escuela de Derecho en la Universidad de Columbia. El campus de Nueva York estaba repleto de satisfacción, diversidad y esperanza. Se bromeó que los alumnos sabían hasta un poco de latín ... . Y en el discurso de honor, un fiscal federal afroamericano nos explicó a todos que la clave del éxito estaba en saber gestionar las mejores circunstancias y también las peores.
En contraste con el pasado 15 de mayo, el campus neoyorquino de la Ivy League se ha convertido durante los últimos seis meses en un campo de batalla que refleja hasta qué punto resulta divisiva y polarizante la sangrienta incapacidad compartida por judíos y palestinos para aceptarse mutuamente. Desde el ataque perpetrado por Hamás el pasado 7 de octubre, las protestas han ido subiendo de tono. Los llamamientos para acabar con cualquier relación con Israel han degenerado en el violento acoso a los estudiantes judíos.
El patio central de Columbia se ha convertido en una especie de intifada. Hasta que esta semana, la rectora Minouche Shafik -escarmentada por los ceses de sus equivalentes en Harvard y Pensilvania- ha llegado a solicitar ayuda a la Policía de Nueva York, cuyos agentes han tenido que emplearse a fondo para controlar la situación. Por fuerza mayor, las clases presenciales han vuelto al formato online, como durante la pandemia. Aunque algunos profesores han optado por sumarse al boicot planteado por los estudiantes pro-palestinos. Entre altavoces y helicópteros, ya no queda un sitio tranquilo para poder estudiar.
Nadie niega que los estudiantes tienen todo el derecho a expresar sus opiniones sobre la guerra de Gaza y que desafíen las reglas universitarias que consideren injustas, siempre que estén dispuestos a aceptar las consecuencias de su desobediencia civil. El problema es que en la vida universitaria, y no solamente en EE.UU., discursos y acciones que se considerarían totalmente inaceptables dirigidos a otras minorías son comprensibles o incluso encomiables cuando se dirigen contra los judíos.