China convence a 18 países para boicotear el Nobel de la Paz
Además de impedir la salida de disidentes para que recojan el premio en su nombre, Pekín tira de la diplomacia del yuan y convence a Estados como Rusia, Marruecos, Cuba y Venezuela
pablo m. díez
Furioso por la concesión del Nobel de la Paz a Liu Xiaobo, un disidente chino condenado a once años de prisión por reclamar democracia con la “Carta 08”, el autoritario régimen de Pekín está haciendo todo lo posible por boicotear este viernes la entrega del ... galardón en Oslo.
Además de China, su cada vez más influyente diplomacia ha arrastrado a otros 18 países a ausentarse en la ceremonia. Según informó el Comité Nobel noruego, en la lista figuran Estados tan democráticos y amantes de la libertad como Rusia, Marruecos, Cuba, Venezuela, Irán, Egipto, Sudán, Vietnam, Pakistán, Kazajstán o Arabia Saudí. Pero también destacan otras naciones que se han plegado a las exigencias de Pekín para no dañar sus importantes vínculos económicos. Es el caso de Filipinas, Afganistán, Irak, Ucrania, Colombia, Serbia y Túnez.
Aunque a ellos se suman Argelia y Sri Lanka, que no han tenido ni la educación de contestar a la invitación, 44 embajadas de países con representación diplomática en Noruega estarán presentes en el Ayuntamiento de Oslo, donde se celebra la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz.
Desde que el prestigioso galardón recayó en Liu Xiaobo el pasado mes de octubre, Pekín ha movido cielo y tierra para desacreditarlo. No en vano, dicho premio supone una auténtica bofetada a la nueva China del progreso y la modernidad, que aspira al respeto de la comunidad internacional en su condición de potencia emergente pero donde aún hay disidentes entre rejas por decir lo que piensan.
Acostumbrados a acallar críticas con la promesa de hacer negocios en el mayor mercado del mundo y a lucirse con los Juegos Olímpicos de Pekín y la Expo de Shanghái, los jerarcas del régimen han atacado con rabia no solo al Nobel, sino también a Occidente. Aunque la noticia ha sido censurada en los medios controlados por el régimen y bloqueada en internet, sus órganos de propaganda incluso han desempolvado los fantasmas de la Guerra Fría y han acusado a Occidente de querer torpedear el crecimiento de China.
Según explicaron a ABC fuentes diplomáticas, “en los círculos oficiales chinos hasta se ha llegado a comparar a Liu Xiaobo con Bin Laden”. Pero sin acertar a distinguir que este último es un terrorista que se vanagloria de sus atentados mortales y que el disidente chino es un “criminal” solo por el hecho de promover la democracia y los derechos humanos en su país. Un delito por el que le han caído once años a la sombra bajo la vaga acusación de “incitar a la subversión contra el Estado” con la publicación de la “Carta 08”.
Para aguarle la fiesta a Liu Xiaobo, que cumple condena a 500 kilómetros de su domicilio familiar en Pekín, el régimen ha puesto bajo arresto domiciliario a su esposa, la poetisa Liu Xia, y a numerosos amigos y allegados. Además, ha prohibido la salida del país de importantes figuras críticas, como el artista Ai Weiwei, con el fin de que nadie recoja el galardón en su nombre.
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