El pacto alemán con la industria del armamento: producción masiva para un rearme a tiempo
En un año, la principal compañía de armamentos de Alemania ha incrementado su beneficio en un 300%. Los grandes fabricantes exigen contratos de larga duración
Corresponsal en Berlín
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Iniciar sesiónEl equipo del inspector de la Fuerza Aérea alemana, Ingo Gerhartz, se reunió a principios de mes en la Oficina de Adquisiciones de la Bundeswehr en Koblenza con un único punto en el orden del día: «Mesa redonda sobre el tema complejo Iris-T ... SLM». Iris-T SLM es un sistema de defensa aérea desarrollado por el fabricante alemán Diehl, que se suministra a Ucrania, pero que el propio Ejército alemán no tiene.
La reunión se prolongó durante seis horas. Se decidió encargar a Diehl la fabricación urgente de ocho unidades. Querrían comprar muchas más y les sobra presupuesto, pero el fabricante no da abasto. El Ejército alemán también ha encargado 35 aviones F-35A Lightning II, capaces de transportar armas nucleares, al fabricante estadounidense Lockheed-Martin, un contrato de 13.000 millones de euros, aunque el entrenamiento de los pilotos no comenzará hasta 2026 y los primeros no llegarán a Alemania hasta 2027. Demasiado lento.
La Comisión Presupuestaria del parlamento alemán debe aprobar cualquier proyecto de adquisiciones militares de más de 25 millones de euros y está dando luz verde hasta a ocho proyectos por sesión. Rifles de asalto, sistemas de radio, una actualización de los vehículos blindados de transporte de personal Puma... todo cabe por ahora en el fondo extraordinario de 100.000 millones de euros del canciller Olaf Scholz y en el gasto del 2% del PIB, al que se acaba de subir Alemania.
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El nuevo ministro de Defensa, Boris Pistorius, trabaja además en la coalición con verdes y liberales para obtener 10.000 millones de euros anuales adicionales a los actualmente 50.000. El problema no es ni el dinero ni la disposición de la Comisión Presupuestaria, premisa impensable hace solo un año, sino que la industria del armamento está recibiendo tal cantidad de pedidos que no puede atenderlos todos.
Prioridad en los contratos
Obtener prioridad en los contratos se ha vuelto la clave del éxito para cualquier gobierno occidental e incluso los políticos más tradicionalmente pacifistas están de acuerdo con eso. El líder del Partido Socialdemócrata (SPD), Lars Klingbeil, ha pedido un «pacto con la industria armamentista» para poder equipar adecuadamente al Ejército con rapidez. Otros, como el vicepresidente de los conservadores bávaros de la CSU, Manfred Weber, van más allá: «Se necesita una especie de economía de guerra en la UE» para poder garantizar la estabilidad y la seguridad.
La industria de armamento ha estado funcionando hasta ahora bajo pedidos, pero la invasión de Ucrania ha puesto en marcha un proceso de rearme a tan gran escala que solo será posible completarlo a tiempo si se pasa a la «producción en masa». Un claro ejemplo del problema lo aportan las municiones. Si Alemania entrase el lunes en guerra, solo tendría munición para lunes y martes: el miércoles tendría que rendirse. Rusia está actualmente disparando en Ucrania tantos proyectiles en un solo día como la UE es capaz de producir durante un mes, ha explicado Hubert Blahnik, subjefe del Departamento de Equipos del Ministerio Federal de Defensa, en un evento organizado por la Sociedad Alemana de Defensa Tecnológica (DWT). Es a hechos como este a los que se trata de poner remedio.
Pistorius se ha reunido este mes con representantes de la industria de defensa y ha acordado reuniones periódicas en el futuro. «Han sido conversaciones productivas y tengo la esperanza de que podremos ahora obtener más velocidad», dijo el ministro durante su visita al Batallón Panzer 203, en Augustdorf, que entregará en marzo sus 14 Leopard 2A6 a Ucrania y se quedará sin carros de combate. Los contratos de reposición ya están en marcha, pero construir un Leopard lleva dos años y Alemania compite con otros pedidos.
Las condiciones
Noruega también quiere comprar 54 tanques Leopard 2, quizá incluso 18 más; solo tiene 36 unidades en servicio y ha prometido entregas a Ucrania. Rheinmetall, la principal empresa productora y con un aumento de beneficios en 2022 de un 300% en relación con el año anterior, impone sus condiciones debido a esta urgente demanda y la UE quiere evitar que los aliados occidentales compitan entre sí por el rearme, al menos de forma desordenada.
Por eso el pasado martes se reunieron en Bruselas el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg; el alto representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell; y el ministro de Exteriores de Ucrania, Dimitro Kuleba, para organizar un mecanismo de aceleración y coordinación de las compras occidentales de material militar y armamento pesado. En breve, la OTAN lanzará un «sistema de compras efectivo, transparente y responsable», según Stoltenberg, que insistió además en la necesidad de aumentar la producción de armamento. Borrell estuvo de acuerdo y apuntó la urgencia de dar la vuelta a una «industria militar europea diseñada para tiempos de paz y que no sigue ahora el ritmo acorde a las necesidades». Recalcó que se puede utilizar el «Mecanismo Europeo para la Paz», el fondo extrapresupuestario con el que la UE ha dotado de armas a Ucrania desde el inicio de la guerra. Espera que se tomen decisiones en la reunión de ministros de Defensa del bloque el próximo 8 de marzo en Suecia.
Sistema de defensa aérea Patriot
A la espera de tales decisiones, Alemania acelera sus compras con fórmulas más o menos novedosas. Negocia establecer la producción del sistema de defensa aérea Patriot en su territorio con la estadounidense Raytheon para los próximos diez años. Ha firmado contratos con Rheinmetall para la compra de 30.000 cartuchos para blindados Marder en nombre de Ucrania, para evitar la necesaria aprobación parlamentaria si lo hiciese en nombre propio. Rheinmetall ha obtenido también una participación en la fabricación de piezas de fuselaje de los F-35 de Lockheed Martin y Northrop Gruman. Su CEO, Armin Papperberg, está planteando levantar una nueva fábrica de pólvora en Sajonia y reclama que el Gobierno alemán cubra los costes de la obra, unos 700 millones de euros. Todo apunta a que logrará su objetivo. Mejor en casa. Rheinmetall se ha embarcado también en la construcción de una fábrica de municiones en Várpalota (Hungría), el único país cuyo ministro de Exteriores no ha posado para la foto de apoyo a Ucrania en el primer aniversario de la invasión rusa.
El ministro Pistorius sigue una hiperactiva agenda de reuniones, salpicada de arengas a las tropas como la de esta semana, en la fragata Hessen, a la que llegó con abrigo militar y a bordo del cazaminas Bad Bevensen para presenciar una simulación de ataque Eurofighter. «¡Abordaremos todas las necesidades de la Marina!», prometió a punta de altavoz.
La discreción que ha reinado sobre las tímidas actividades militares alemanas durante las últimas décadas ha desaparecido y el sorprendente consenso político facilita la carrera de rearme. Alexander Müller, portavoz de política de defensa del grupo parlamentario liberal del FDP, anota solamente que «tenemos que encontrar soluciones sobre cómo podemos mantener una economía de mercado y la competencia y aún así ser capaces de adquirir armamento más rápidamente». Asiente: el Estado debe asegurar los productos preliminares necesarios. «Si los fabricantes de tanques como Rheinmetall o Krauss-Maffei Wegmann (KMW) necesitan acero, Berlín debe hacerse cargo», dice Müller, que pide un «trato preferencial» para la industria de armamento. Y Los Verdes están de acuerdo. Los grandes fabricantes de armamento exigen contratos de larga duración y numerosas condiciones que el verde Sebastian Schäfer reconoce «comprensibles» en las actuales circunstancias.
Francia
Macron urge a la modernización de la disuasión nuclear
Emmanuel Macron ha confirmado un incremento de 100.000 millones de euros de los presupuestos nacionales de Defensa, durante los próximos cinco años, con el fin de consolidar y relanzar la industria nacional de armamentos, destinada a «asegurar nuestra independencia solidaria con los aliados, en tiempos de guerra». El presidente francés teme que la guerra de Ucrania pueda prolongarse indefinidamente, acelerando la propagación de nuevas familias de armas en muy diversos escenarios, informa Juan Pedro Quiñonero desde París.
Francia ya es la tercera potencia mundial exportadora de armamentos. La «inyección» de 100.000 millones de euros en las industrias de la defensa está llamada a consolidar posiciones internacionales de más de 2.000 empresas con una cifra anual de negocios superior a los 30.000 millones de euros.
Ese tejido industrial está bien implantado en todos los sectores de la guerra: fabricación de municiones -de fusil de asalto a las bombas antitanques-, drones, blindados, tanques, artillería ligera y pesada, artillería anti aérea, submarinos, navíos de guerra, aviación de combate, convencional y capaz de lanzar misiles de crucero y bombas nucleares…
La guerra de Ucrania y su incierto pero prolongado futuro han relanzado las perspectivas presupuestarias y comerciales de esa industria nacional. En su histórico discurso de la Sorbonne, el mes de septiembre del 2017, Macron proponía la afirmación de la «soberanía industrial y militar» de Europa. El anuncio alemán de un escudo anti-misiles, el mes de octubre pasado, con tecnologías norteamericanas e israelíes fue percibido por Macron como una suerte de «traición» inconfesable, acelerando el proceso de relanzamiento de las industrias de la Defensa. Confirmando los acuerdos bilaterales y plurinacionales de cooperación industrial, militar, el presidente francés decidió incrementar los presupuestos nacionales.
El Reino Unido y Francia son países miembros de la OTAN que más invierten en defensa: el 2,12 y el 1,90 % del PIB, cuando Alemania solo invierte el 1,44 y España queda a un penúltimo puesto (tras Luxemburgo) con un exiguo 1,01 % del PIB. Ante la incierta evolución de la guerra en Ucrania, el presidente francés considera más urgente que nunca invertir en estos sectores programas de alcance nacional, europeo e internacional: modernización de la disuasión nuclear, modernización del arma aérea, renovación de fabricación de tanques y blindados, nuevas familias de armas antitanques, nuevas familias de drones y artillería, renovación sistemas defensa anti-aérea, nueva generación de porta aviones a propulsión nuclear…
Tras un año de guerra colonial contra un Estado independiente, en el corazón de Europa, los servicios de seguridad franceses estiman que Ucrania se ha convertido en una suerte de «laboratorio» y «terreno de experimentación» de las nuevas formas de conflicto, de la «guerra híbrida» a la «guerra cibernética», sin olvidar la disuasión nuclear.
Presidente de la tercera potencia atómica mundial, primera potencia atómica europea, Macron estima que la seguridad europea y la independencia nacional están íntimamente ligadas, por estas razones: «La disuasión nos defiende y defiende a Europa contra amenazas estatales, cuando están amenazados nuestros intereses vitales, que tienen una dimensión europea. Pero no olvidemos que franceses y europeos debemos afrontar nuevas formas de amenazas, informáticas, terroristas, espaciales… de ahí la necesidad de acelerar las inversiones en nuestra industria nacional de armamentos». A juicio de Macron «no debemos prepararnos para las guerras de ayer; debemos invertir en seguridad y defensa para prepararnos a las guerras de mañana».
Fijados los objetivos estratégicos, los industriales del ramo son invitados a acelerar la cadencia de su producción, contando con sustanciales contratos y ayudas estatales, que también tienen un doble objetivo, militar y comercial. Ucrania es el primer destino de la producción de municiones, obuses, cañones anti aéreos, drones, misiles anti carros. Aeronáutica e industria naval, entre otros sectores, esperan consolidar o mejorar sus posiciones en el mercado mundial, donde ya están bien presentes.
Italia
Meloni: «La amenaza rusa es un impulso para invertir en defensa»
Han pasado 1.600 años desde que Flavio Vegecio, escritor romano, acuñó en su obra 'De re militari' el célebre lema bélico: «Si quieres la paz, prepárate para la guerra», una frase a veces atribuida erróneamente a Julio César. Desde entonces el mundo sigue, impertérrito, incrementando sus arsenales. También el Gobierno de Giorgia Meloni aparece claramente intencionado a participar en la carrera armamentista que afecta a gran parte del Planeta, tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia. «La amenaza rusa es un impulso para invertir en Defensa más de lo que se ha hecho hasta ahora», ha dicho la primera ministra italiana. Italia en el 2021 gastó en Defensa 24.500 millones de euros, el 1,37 % del producto interior bruto, por debajo de la media de la UE (1,6 por ciento) y la OTAN (1,8 por ciento). Pero con el Gobierno de Mario Draghi se aprobó llegar al 2% del PIB, un compromiso solicitado por la OTAN. Italia lo alcanzará en el 2028, lo que representará un gasto entre 38.000 y 40.000 millones de euros anuales (al menos 104 millones de euros al día), informa Ángel Gómez Fuentes desde Roma.
Giorgia Meloni sigue también en el terreno de la Defensa el camino marcado por su antecesor Mario Draghi. La convergencia es tal que se superponen sus discursos: «Necesitamos hacer crecer la cultura de defensa», dijo el ministro de Draghi, Lorenzo Guerini, del Partido Democrático, izquierda, titular en ese momento del ministerio de Defensa. Ahora se escuchan las mismas palabras: «Hay que difundir la cultura de la Defensa», dijo hace un mes en el Parlamento el ministro de Defensa, Guido Crosetto, político muy próximo a Giorgia Meloni (con ella fundó Hermanos de Italia), gran experto en la materia como expresidente de la Federación de Empresas Italianas del Sector Aeroespacial, Defensa y Seguridad (AIAD).
En paralelo a la acción del Gobierno, Italia se suma, como uno de los principales productores de armas y exportadores del mundo, al gran auge de la industria bélica. En el último año, el gasto mundial en armas y ejércitos fue de 2,2 billones de euros, según el Instituto de Estudios de la Paz de Estocolmo (Sipri). La misma fuente señala que Italia fue el sexto país en exportación de armas, después de Estados Unidos, Rusia, Francia, China y Alemania, entre el 2017 y 2021. En este escenario juega un papel importante la multinacional italiana Leonardo, con 46.000 dependientes (el 37% en el exterior), en 20 países. Leonardo es el más grande grupo industrial de Defensa en Europa, el primer productor europeo de armamento y ocupa el duodécimo lugar en el mundo. Leonardo, cuyo principal, accionista es el ministerio de Economía, logró unas ventas de 14.000 millones de euros en el 2021, con un incremento del 18% respecto al año anterior. La guerra de Ucrania está aumentando notablemente sus ventas. Por ejemplo, Leonardo ha firmado con Polonia la venta de 32 helicópteros militares, un contrato de 1.700 millones de euros.
El Grupo Leonardo desarrolla y fabrica helicópteros, aviones (en las plantas de Alenia Aermacchi, Superjet International), electrónica para defensa y seguridad, armamento y sistemas de defensa. Además, opera en el sector espacial, mediante la filial Telespazio y la filial Thales Alenia Space.
Por otro lado, Fincantieri, otro coloso italiano, el grupo naval más importante de Europa, junto con Leonado opera en la sociedad Orizzonte Sistemi Navali, que ha conquistado gran espacio en los mercados, principalmente gracias a sus súper fragatas apreciadas en todo el mundo. En crecimiento está igualmente un tercer actor de la industria nacional, MBDA, el principal consorcio europeo especializado en misiles (con Leonardo como accionista al 25%), que cuenta con pedidos por valor de 17.000 millones de euros solo en Italia.
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