La visita de Orbán a Ucrania abre la ventana de las negociaciones para que «la guerra termine»
El primer ministro húngaro mantiene relaciones cordiales con Vladímir Putin, al que se ha negado a criticar abiertamente desde el inicio del conflicto
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El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski
Viktor Orbán, el primer ministro húngaro y que acaba de asumir la presidencia europea rotatoria, viajó ayer a Kiev, en su primera visita desde el comienzo de la guerra. Fuentes del Gobierno ucraniano aseguraron que la visita estaba prevista desde hacía meses, pero no ... fue hecha pública hasta última hora. En su reunión con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, Orbán le pidió que «considere rápidamente» un alto el fuego «limitado en el tiempo y que permitiría acelerar las negociaciones de paz». «Las reglas diplomáticas internacionales son lentas y complicadas. Le he pedido al presidente que considere si no sería posible revertir el orden y acelerar las negociaciones de paz con un alto el fuego rápido», dijo Orbán. «El objetivo de la Presidencia húngara es contribuir a resolver los retos a los que se enfrenta la Unión Europea. Por lo tanto, mi primer viaje fue a Kiev», escribió después en redes, y aseguró después que informaría de sus conversaciones con Zelenski a los líderes de la UE para que puedan tomar las «decisiones necesarias». Se postula así, como presidente por turno de la UE y como jefe de Gobierno que sigue manteniendo relaciones fluidas con Vladímir Putin, como mediador en posibles conversaciones.
El tono de su visita es muy diferente al realizado hasta ahora por los jefes de gobierno europeos y por las autoridades comunitarias. En su reunión con Zelenski, a diferencia de todas las demás visitas hasta el momento, no se habló de ayuda militar a Ucrania ni de sanciones contra Rusia. Orbán subrayó que Hungría participará en la modernización de la economía ucraniana y reconoció, como gesto de buen entendimiento, que se ha avanzado en la protección de la minoría húngara en Ucrania, un asunto por el que protestaba con vehemencia el verano pasado.
Zelenski, sabedor de que Orbán mantiene línea directa con Moscú, no dio ningún paso atrás, pero mantuvo abierta la puerta a tender ciertos puentes, al considerar que la visita de Orbán a Kiev demuestra las «prioridades europeas comunes» de «traer una paz justa a Ucrania y a toda Europa». Respondió que su país necesita una «paz justa» y pidió a la UE que mantenga la ayuda a su país. Es «muy importante para todos nosotros en Europa que el apoyo europeo a Ucrania se mantenga en un nivel suficiente, incluso en lo que respecta a nuestra defensa contra el terrorismo ruso», solicitó.
La relación entre Orbán y Zelenski ha sido extremadamente tensa desde el comienzo de la guerra. En un discurso, tras su reelección en abril de 2022, Orbán contó a Zelenski entre sus «oponentes». Zelenski, por su parte, ha criticado repetidamente al jefe de Gobierno húngaro por su falta de apoyo a Ucrania. En diciembre, ambos se reunieron brevemente en la toma de posesión del presidente argentino Javier Milei y, según el ucraniano, mantuvieron una primera conversación «abierta». Los vídeos sobre esa conversación, que circularon en redes, mostraban el acalorado intercambio, durante el cual Orbán parecía acorralado, de espaldas a la pared. Hubo imágenes similares después de otro breve encuentro en la cumbre de la UE en Bruselas la semana pasada.
La última vez que Orbán visitó Kiev, el presidente ucraniano era Viktor Yanukovych, que después huyó a Moscú. Era el año 2015 y Crimea no había sido todavía anexionada por Rusia. Desde el inicio de la guerra sus posiciones han sido más cercanas a Putin y recientemente declaró que sólo Donald Trump podría poner fin a la guerra, como potencial nuevo presidente de EE.UU. que terminaría con la ayuda militar a Kiev. Ahora, al viajar a Ucrania como presidente del Consejo Europeo, Orbán está cumpliendo formalmente con el protocolo de la UE y, al mismo tiempo, ganando puntos ante Putin. En términos de ‘realpolitik’, las conversaciones directas también ofrecen la posibilidad de normalizar las relaciones entre Ucrania y Hungría.
La amenaza rusa
En sus declaraciones, ayer, se percibía una calculada equidistancia. Tras su coqueteo con el neutralismo, Orbán es consciente de que Rusia sería una amenaza como vecino si Ucrania fuera derrotada. Ha comenzado, de hecho, a desarrolllar su propia industria armamentística, así como a tomar medidas para la modernización y expansión de su Ejército.
A finales de la semana pasada, Orbán y Zelenski se reunieron al margen de la cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la UE en Bruselas y el húngaro declaró que desea seguir adelante con las negociaciones para un alto el fuego. «No me importan los intereses de Ucrania o de Rusia, lo que más quiero es que la guerra termine y haya un alto el fuego», dijo. «Al final, se trata de una nueva arquitectura de seguridad europea en la que podamos vivir en paz».
El primer ministro más longevo de la UE entiende la política exterior como una continuación de su exitosa política interior, que le ha convertido en un autócrata de facto. Pero esto no se puede trasladar directamente a las relaciones exteriores. A pesar de ocupar este semestre la presidencia por turno, Hungría representa solo una parte muy pequeña de la UE en términos de territorio y población y requerirá del acuerdo de las instituciones europeas y de los grandes países, a los que ni siquiera ha consultado. Y su viaje a Kiev podría quedar reducido a una danza de pavo real si no recaba los apoyos necesarios para su propósito.