Así opera en las calles la temible Policía de la Moral iraní
Los agentes, entre los que figuran mujeres con chador, tienen poder para multar y castigar a las infractoras del uso del velo
Al menos 35 muertos en Irán tras una semana de manifestaciones
Madrid
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Iniciar sesiónLas protestas en varias ciudades iraníes continúan diez días después de la muerte de la joven Masha Amini, fallecida en dependencias policiales de Teherán donde ingresó detenida por no portar el velo islámico. Ante el temor de que se reproduzcan las revueltas de 2019, que ... dejaron miles de muertos, el régimen pidió el viernes a sus partidarios manifestaciones de apoyo a la salida de la oración. Teherán admite 35 muertos en la represión de las protestas, aunque las oenegés hablan de decenas.
Pocas realidades son más elocuentes del carácter teocrático y machista del islam político que la existencia de la 'policía religiosa', la Ghast-e-Ershad en Irán, o la Mutawa en Arabia Saudí. Su función va mucho más allá de la vigilancia de que las mujeres porten el velo islámico en los espacios públicos. La 'policía de la moral' vela por el cumplimiento de un abanico de normas, en particular la vestimenta general de las mujeres, el exceso de maquillaje, la separación de sexos en la vía pública, e incluso que los varones no lleven cortes de pelo considerados «poco islámicos».
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La Ghast-e-Ershad iraní tiene miles de miembros, y está bajo la supervisión del Ministerio del Interior y en última instancia del Líder Supremo, el ayatolá Alí Jamenei. Se cree que están apoyados por los Basij, una fuerza paramilitar muy adoctrinada que se creó tras la revolución de Jomeini en 1979 y cuenta con muchos voluntarios, entre ellos mujeres.
La 'policía de la moral' opera en los lugares donde se da más concentración humana en las ciudades, y de modo más discreto en los campus universitarios. Aquí, donde es más fácil la interrelación entre chicos y chicas y estas pertenecen a un nivel social y cultural alto, la labor de los vigilantes es más difícil. En la ciudad, en cambio, su presencia es fácil de distinguir. Suelen actuar en patrullas de seis policías, junto a un furgón aparcado en centros comerciales, plazas y estaciones de metro; cuatro son varones y dos mujeres, cubiertas por lo general con el chador (el velo islámico integral), que permanecen dentro del furgón.
En los campus y las ciudades
Los varones identifican a los transgresores de las normas de la Sharía y los fuerzan a entrar en las camionetas, donde son interrogados y con frecuencia golpeados si oponen resistencia. Este habría sido el caso de Masha Amini, como el de muchas otras jóvenes en las últimas décadas. Los detenidos son con frecuencia trasladados a comisaría, en el argot 'centro correccional', donde se les alecciona sobre cómo deben actuar o vestirse 'con moralidad'. Algunos salen a continuación, acompañados por un pariente que es convocado, con una advertencia formal o con una multa. Otros van a prisión. Y algunos como Masha van al hospital y a la morgue. La causa oficial de su muerte: un 'ataque repentino al corazón'.
Las comisarías son 'centros correccionales'
Los agente del Ghast-e-Ershad tienen poder para determinar si las mujeres llevan correctamente el velo -o hijab-, si tienen exceso de maquillaje, o si el resto de la vestimenta es adecuado. Están prohibidos los pantalones demasiado ajustados, o los 'jeans' rotos, y en general el atuendo que consideren llamativo. El clero chií iraní que controla el país desde 1979 tiene una especial obsesión con el atuendo de la mujer porque considera que, sin control, es una fuente de tentación lasciva para el hombre, quien, a su vez, podría abusar de ellas. El resultado práctico es la segregación de la mujer de la vida pública, aunque el régimen jomeinista no haya podido impedir su acceso a la educación, donde sí incide el islam de los talibanes que hoy impera en Afganistán.
También en Arabia Saudí
En el régimen islamista de Arabia Saudí -controlado por una secta suní radical, la wahabí- existe también una policía religiosa no menos disuasoria que la iraní, aunque no haga por lo general ruido en los medios de comunicación occidentales. En gran medida porque la sociedad saudí es más dócil que la iraní; y en parte porque un amplio sector de la población está formado por inmigrantes, que se juegan el trabajo y la residencia en el rico reino petrolero.
En Riad, la 'policía de la moral' se denomina Mutawa, y actúa primordialmente en los grandes centros comerciales ataviada con su inconfundible 'velo-servilleta'. Su misión es garantizar que se respete el código de vestimenta femenina, y que no haya flirteo entre los grupos de chicos y chicas que -pese a todo- se intercambian subrepticiamente sus números de móvil para conversar luego en las redes sociales. En un país en el que están prohibidos los espectáculos, las playas y el alcohol, y en el que la segregación de la mujer también es casi obsesiva, los jóvenes saudíes encuentran en las grandes superficies la única válvula de expansión.
La misión de lo que el régimen denomina 'Comisión para la promoción de la virtud y prevención del vicio' se ocupa de otras labores. Los agentes de la Mutawa vigilan el cierre de los establecimientos comerciales en las horas de oración ritual, y persiguen a los católicos -normalmente trabajadores filipinos- para que no se junten para rezar ni siquiera en sus domicilios.
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