Ola de violencia racista y xenófoba en Túnez con deportaciones de subsaharianos al desierto
En Sfax, el último factor que ha desencadenado violencia contra los ciudadanos de piel negra ha sido el asesinato de un tunecino
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Corresponsal en Roma
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Iniciar sesiónEn Túnez, la ola racista y xenófoba desata la «caza al negro», según denuncian en Italia los medios informativos y parlamentarios. En Sfax, la segunda ciudad más poblada del país con 330.000 habitantes, se ha desencadenado una cacería contra cientos de emigrantes ... subsaharianos desesperados, que son deportados al desierto. En esta y en otras ciudades tunecinas los episodios de intolerancia xenófoba han crecido con la fuerte crisis económica y política que sufre el país. Pero los observadores señalan que nunca habían alcanzado los niveles de estos días.
En Sfax, el último factor desencadenante contra los ciudadanos de piel negra ha sido el asesinato de un tunecino por parte de un grupo de inmigrantes. La reacción de las autoridades y de muchos tunecinos ha sido muy dura: varios fotografías y vídeos que circulan en las redes sociales muestran palizas, agresiones y expulsiones de vecinos subsaharianos, entre aplausos de tunecinos que incitan a la policía a expulsar a los inmigrantes irregulares, al grito de «viva Túnez. Sfax no es una colonia».
Desde esta ciudad de la costa tunecina, a 270 kilómetros de la capital de la nación, parten casi diariamente pateras cargadas con inmigrantes tunecinos y subsaharianos hacia las costas italianas, en particular hacia la isla de Lampedusa, que ven casi a tiro de piedra, a menos de 200 kilómetros.
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Mientras, el presidente tunecino, Kais Saied, vuelve a utilizar palabras xenófobas: «Túnez no tolera que su territorio se utilice como zona de tránsito o de asentamiento de personas de varios países africanos». En el pasado mes de marzo, organismos internacionales denunciaron la retórica de su autoritario presidente Saied, que ya entonces desató una ola de racismo y xenofobia, con persecuciones y detenciones, al prometer «medidas urgentes» contra la inmigración ilegal subsahariana.
«¡Hay hordas de subsaharianos amenazando nuestra identidad!», dijo el presidente. Según Saied, las «hordas de inmigrantes ilegales» son fuente de «violencia, crímenes y actos inaceptables» que tienen la pretensión de cambiar la composición demográfica de Túnez para difuminar su carácter «árabe-musulmán». Incluso acusó a personas no identificadas de haber recibido dinero para «asentar» a africanos subsaharianos en Túnez. «Es preocupante la violencia racista que ha alcanzado su punto máximo en los últimos días en Túnez.
En Sfax, la incitación xenófoba del presidente Saied ha desencadenado palizas, redadas y una verdadera cacería del hombre negro. «El objetivo son los inmigrantes subsaharianos, obligados a huir al desierto con sus hijos», ha denunciado el diputado Nicola Fratoianni.
Esfuerzos de Roma
Italia y la Unión Europea están haciendo todo lo posible para estabilizar al país y frenar las salidas de inmigrantes hacia las costas italianas. Con este objetivo, la primera ministra, Giorgia Meloni, viajó en solo cinco días dos veces a Túnez, en el pasado mes de junio. En su última visita, Meloni estuvo acompañada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y por el primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte. Ofrecieron al presidente tunecino, Kais Saied, un paquete de ayuda de 250 millones de euros (100 millones de fondos europeos para el control de fronteras y otros 150 millones adicionales de liquidez para amortiguar la crisis financiera del país norteafricano, al borde de la bancarrota).
Italia y la Unión Europea están haciendo todo lo posible para estabilizar al país y frenar las salidas de inmigrantes hacia las costas italianas
A Saied se le prometió también apoyo en las complejas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que impone reformas al régimen autoritario del presidente tunecino, para conceder un préstamo de casi 2.000 millones de euros. Sólo en caso de acuerdo con el FMI, la Unión Europea está dispuesta a intervenir con un fuerte plan de apoyo (hasta 900 millones de euros), para evitar la quiebra de las finanzas públicas en Túnez. Pero Saied no cede a las exigencias europeas y del FMI para realizar reformas, y utiliza a los inmigrantes como carta de juego en sus negociaciones con la UE, Italia y el Fondo Monetario para obtener los fondos que necesita desesperadamente para evitar el colapso socioeconómico del país.
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