Obama acepta el plan de recortes fiscales de la «era Bush»

Ha tenido que hacer concesiones a la oposición republicana para evitar que el 1 de enero suban los impuestos para todo el país

REUTERS

pedro rodríguez

Con la mayor renuncia en materia fiscal desde su llegada a la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos y la nueva mayoría republicana en el Congreso de Estados Unidos se han puesto de acuerdo para prolongar durante dos años los recortes de impuestos promovidos ... por la Administración Bush. Unas ventajas fiscales, con independencia del nivel de renta, que tenían como fecha de caducidad el próximo 31 de diciembre pero cuya extensión se ha convertido en símbolo de las nueva realidad política en Washington tras los comicios de noviembre y el grave castigo electoral sufrido por el Partido Demócrata.

La extensión de esos multimillonarios recortes de impuestos —demandada por los republicanos contra lo que consideran como un excesivo intervencionismo económico del gobierno federal— supone un giro copernicano por parte del presidente Obama, que ya desde su campaña insistió en introducir una mayor carga fiscal para los norteamericanos con rentas más altas. Con renovados argumentos sobre la imposibilidad de seguir costeando un indiscriminado recorte de impuestos valorado en 700.000 millones de dólares ante el déficit desbocado que sufren las arcas públicas de Estados Unidos.

Malestar en las bases

A cambio del alivio fiscal exigido por los conservadores, la Administración Obama ha obtenido la prolongación de los subsidios para los parados de larga duración por un periodo adicional de 13 meses. Medida que tendrá un coste de 56.000 millones de dólares pero que evitará que dos millones de estadounidenses en paro se queden justo estas Navidades sin esas mínimas prestaciones sociales.

Todo este acuerdo, que supondrá durante los dos próximos años un endeudamiento adicional para Estados Unidos de 900.000 millones de dólares, ha sido fruto de tensas negociaciones durante la última semana. Y se interpreta como tangible preludio del consenso requerido ante la nueva legislatura que arrancará a partir de enero.

El nuevo entendimiento en material fiscal también incluye un esfuerzo de estímulo económico en forma de un recorte generalizado a los impuestos sobre las nóminas, con un coste estimado en 120.000 millones de dólares. Y deducciones empresariales del 100 por 100 para nuevas inversiones en instalaciones y equipos. Todo con la esperanza de incentivar nuevas contrataciones laborales y hacer frente a una tasa de paro estancada en torno a un doloroso 10 %. El pacto también aspira a resucitar un impuesto del 35 % sobre las herencias pero dejando exentos a patrimonios de hasta cinco millones de dólares para individuos y diez millones para matrimonios.

Tras el anuncio de este acuerdo tentativo, la Casa Blanca ha tenido que emplearse a fondo para convencer a los miembros del Partido Demócrata más opuestos a seguir con la fiscalidad heredada del gobierno de George W. Bush. Como argumento de persuasión, la Administración Obama insiste en que se trata de medidas responsables y temporales. Y que gracias a ese pacto, se evitará una subida media del 3 % en el impuesto sobre la renta a partir de enero lo que para una típica familia trabajadora de Estados Unidos supondrá 3.000 dólares.

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