Mohammadi, el rostro de la lucha por los derechos de la mujer en Irán galardonada con el Nobel de la Paz

Nobel de la Paz para esta activista iraní de 51 años, encerrada por el régimen y con su familia exiliada en Francia

No llevar velo en Irán puede costar ahora hasta diez años de cárcel

Irán intensifica la represión a un año de la muerte de Mahsa Amini

La activista iraní Narges Mohammadi AFP

El Premio Nobel de la Paz 2023 va directo al corazón de la prisión de Evin, la más temida de Irán. Allí cumple su pena Narges Mohammadi, el rostro más célebre de las activistas que luchan por los derechos de las mujeres en la ... república islámica, a quien el régimen ha arrestado 13 veces y condenado en cinco ocasiones a un total de 31 años de prisión y 154 latigazos, según la información ofrecida por el jurado del Nobel.

La justicia de la república islámica le imputa delitos como actuar contra la seguridad nacional, distribuir propaganda contra el régimen o formar y administrar un «grupo ilegal». El régimen no le perdona su pasado como mano derecha de la primera Nobel del país, la abogada Shirin Ebadi, en el Centro para la Defensa de los Derechos Humanos, organización clausurada por las autoridades en 2009.

Tiempo de lucha

Su lucha por los derechos humanos le ha costado su carrera y su vida familiar ya que su marido, el periodista Taghi Rahmani, y sus hijos, Ali y Kiana, tuvieron que exiliarse en Francia y no los ve desde hace ocho años. Rahmani declaró que este galardón «es un premio para todos los activistas de derechos humanos que han estado luchando por el cambio en Irán durante muchas décadas en una sociedad que tiene leyes injustas. Es un reconocimiento al movimiento Mujeres, Vida y Libertad en Irán».

Pese a estar entre rejas, Mohammadi ha seguido y respaldado todo el movimiento de protesta que agita Irán desde que hace un año la joven Mahsa Amini falleciera cuando estaba bajo custodia de la policía de la moral. En junio, 'The New York Times' pudo obtener una declaración escrita de la activista en la que señalaba que «el apoyo y el reconocimiento global de mi defensa de los derechos humanos me hacen más responsable, más apasionada y más esperanzada (…) Espero que este reconocimiento haga que los iraníes que protestan por el cambio sean más fuertes y más organizados. La victoria está cerca».

Estos días se repite una situación similar a la de Amini, con la estudiante kurda Armita Geravand, de 16 años, ingresada en estado de coma un hospital militar. Agentes de la policía de la moral abordaron a la joven en la estación del metro de Teherán de Shohada por no llevar bien puesto el velo, se produjo un forcejeo que acabó con un fuerte empujón que causó a Armita «traumatismo craneoencefálico y lesiones visibles en la cabeza», según organizaciones de derechos humanos como Hengaw y fuentes consultadas por el medio opositor Iranwire. El régimen defiende que Armita cayó en coma tras sufrir «una caída en la presión arterial».

Problemas de salud

En 2020 fue excarcelada de forma temporal por «clemencia islámica», cuando cumplía su pena en la prisión de Zanyán, a donde le trasladaron por una serie de sentadas que había protagonizado en Evin. La liberación se produjo a las pocas semanas de que se difundiera que sufría problemas de salud y que podría haberse contagiado de coronavirus. Irán era aquellos días el país de la región más afectado por la pandemia con 28.200 muertos y casi medio millón de infectados.

En un intento de frenar el avance de la Covid-19 en unas cárceles superpobladas, la justicia decidió liberar de forma temporal a 85.000 presos para evitar el contagio en las cárceles del país y algunos presos políticos pudieron beneficiarse de esta medida. La policía no tardó en devolver de nuevo a Mohammadi a una prisión de la que no ha vuelto a salir.

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