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Niñas afganas a la venta para poder comer

El matrimonio forzado infantil es una práctica centenaria en Afganistán, que se multiplica en situaciones de crisis económica como la que sufre el país desde la llegada de los talibanes

Sharifa, de diez años, junto a su madre y su hermana pequeña Mikel Ayestaran
Mikel Ayestaran

Mikel Ayestaran

Enviado especial a Kabul

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Sharifa mira a su madre con gesto serio. Tiene diez años, nunca ha pisado la escuela. El chal rojo hace que sobresalgan su tez morena y sus ojos redondos. Ojos bonitos de mirada triste, vacía. «¿Mamá, por qué me has hecho esto?», es ... la única frase que sale de su boca. Su madre, Rukia, llora desconsolada con un bebé en brazos. Sharifa es la mayor de seis hermanos y acaba de ser vendida a un pariente por 150.000 afganis, unos 1.500 euros al cambio. El dinero ya se lo han gastado porque lo necesitaban para pagar el tratamiento médico del padre, conductor de camiones que sufrió un accidente y se debate entre la vida y la muerte en un hospital de Pakistán. Ahora el comprador reclama a la pequeña, a quien quiere casarla con su hijo de 15 años. «Lamento que no me quede dinero para veneno y así poder suicidarme, no puedo vivir con esta pena y con mis hijos muertos de hambre, no puedo más», se desespera Rukia.

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