Y también un signo de que, tras el golpe del 6 de agosto, los militares parecen convencidos de que Francia no intervendrá militarmente de modo directo, ni a través de del bloque de país del África Occidental, para reponer al presidente Bazoum y preservar su influencia en Níger.
París sigue, no obstante, manteniendo su pulso con los golpistas, para no verse obligada a una salida vergonzante como ocurrió tras los golpes similares en los vecinos Mali y Burkina Fasso.
Francia, antigua metrópoli de la región del Sahel, sigue manteniendo en Níger a su embajador –'Invitado' a abandonar el país– y una base con 1.500 militares, clave para la formación de las tropas locales y las operaciones contra el yihadismo en toda la región.
La junta militar de Níger tiene la intención de reemplazar la seguridad que hoy ofrecen las tropas francesas por la de los mercenarios rusos de Wagner, tal como ha ocurrido en Mali y Burkina Fasso.
Pero el desconcierto que hoy vive esa compañía privada creada por el Kremlin –tras el asesinato de su CEO, Prigozhin, presuntamente por orden de Putin– parece convencer a los golpistas del Níger de la conveniencia de no tensar, por ahora, la cuerda con Francia.
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