Netanyahu, centro de las iras de la oposición por el fracaso de la seguridad y su ambigüedad previa con Hamás

El liderazgo de una nación asediada por supuestos enemigos funda sus bases en la seguridad sobre la supervivencia de todo un pueblo. Un ataque de tal magnitud ha supuesto las críticas sobre fallos de Inteligencia israelíes, que no pudieron prevenir lo que se estaba gestando desde hace meses. Incluso desde Egipto se ha trasladado que avisaron de que Hamás estaba preparando planes de ataque de gran magnitud y, según El Cairo, la oficina del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, hizo caso omiso, preocupado más por las divisiones internas por la controvertida reforma judicial del Estado.

En claro retroceso desde los fracasos de los acuerdos de Oslo y la solución de los dos estados, desde la arrinconada izquierda israelí -que después de décadas de hegemonía en la actualidad no llega ni al 10% en la Knéset, el órgano que ostenta el poder legislativo del Estado de Israel-. Su sede se encuentra en Jerusalén- han señalado desde el mismo sábado el fracaso de la política de seguridad de Benjamin Netanyahu y el Gobierno que lidera, siendo este el más derechista de la corta historia del país.

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De esta manera, el diario que mejor representa este espectro, 'Haaretz', tradicional publicación de la intelectualidad progresista del país, tituló su editorial del pasado domingo como «Netanyahu es responsable de esta guerra entre Israel y Gaza». Rezaba así el texto: «El primer ministro, que se enorgullece de su vasta experiencia política y su sabiduría insustituible en materia de seguridad, no logró identificar los peligros a los que estaba llevando conscientemente a Israel al establecer un gobierno de anexión y desposesión».

Otro de los grandes focos de críticas al líder del Likud es el papel del partido en el impulso del crecimiento de la banda terrorista islamista Hamás. Así, un periodista israelí, Amnon Abramovich, culpó en televisión a Netanyahu por hacer la vista gorda ante Hamás en busca de sus propios logros políticos hasta que la ola lo ha sobrepasado, tratando ahora de contrarrestarla: «Usted dijo con su propia boca que necesitábamos fortalecer a Hamás».

Lo cierto es que en 2019 el actual primer ministro israelí expresó ante los miembros de la Knéset de su partido que favorecer a la banda terrorista suponía un torpedo a la creación de un potencial Estado palestino en el futuro: «El que quiera bloquear la creación de un estado Palestino debe apoyar el crecimiento de Hamás y transferir dinero a Hamás. Es parte de nuestra estrategia: aislar a los palestinos de Gaza de los palestinos de Cisjordania».

En respuesta al gran desafío a la seguridad de Israel, Netanyahu ha propuesto a la oposición un gobierno de concentración, una idea interpretada por diversos analistas como una manera de descargar responsabilidad en las consecuencias letales que puede acarrear la esperada contraofensiva sobre Gaza y el alistamiento de 300.000 reservistas, cifra récord.

Voces autorizadas como la del ministro de Defensa de Israel entre 2013 y 2016 -durante uno de los gobiernos del propio Netanyahu- y antiguo Jefe del Estado Mayor, Moshé Yalón, han pedido públicamente la dimisión del primer ministro israelí: «Llamo a la oposición a no formar un gobierno de emergencia con Netanyahu, sino a exigir su dimisión. Fue advertido varias veces y no dejó que el jefe de gabinete hablara con el gabinete. No hay confianza en él. ¿Cómo se puede llevar a un pueblo a una guerra como ésta? Cada hora que sigue en el cargo es un perjuicio para el país».