El 'Vaticano hindú' levantado sobre los restos de una mezquita que invoca una teocracia india
Más de 2.000 personas murieron durante los disturbios provocados en 1992 por el ataque contra el edificio religioso del siglo XVI
El 'Vaticano hindú' de Ayodhya, la controvertida obra millonaria construida sobre uno de los episodios más sangrientos de violencia religiosa en India
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Corresponsal en Pekín
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Iniciar sesiónA la entrada del templo de Ayodhya los fieles se cuentan por decenas de miles. Todos ellos acuden, raudos y entusiastas, a visitar el flamante complejo inaugurado esta semana por Narendra Modi con solemnes fastos. La ocasión lo amerita, no en vano este «Vaticano hindú» ... marca, en palabras del primer ministro, «una nueva era». También el pujante vigor del nacionalismo hindú en el seno de la democracia india, dos conceptos no siempre en armonía.
La ceremonia señala, asimismo, el comienzo de la campaña de cara a las elecciones generales que el país más poblado del mundo celebrará entre abril y mayo. El Partido Popular Indio, o Bharatiya Janata (PBJ), aspira a reeditar las victorias de 2014 y 2019 para encadenar así un histórico tercer mandato consecutivo con Modi al frente, el escenario más probable dado su aplastante índice de aprobación y el desbarajuste de la oposición.
«El PBJ siempre se ha presentado a sí mismo como un nacionalismo que defiende el orgullo hindú. Este templo es una de las tres cuestiones principales en su agenda, junto al estatus especial de Cachemira [revocado en agosto de 2019] y la unificación del Código Civil [todavía pendiente]», explica por teléfono el escritor Valay Singh, autor del libro 'Ayodhya: Ciudad de fe, ciudad de discordia'. «El templo está dedicado a Rama, una de las principales divinidades y cuya historia se cuenta en el Ramayana, una narración universal. Por tanto, tiene mucha fuerza, es un gran éxito. La inauguración les concede mucha credibilidad de cara a las elecciones».
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El propio emplazamiento de Ayohdya, no obstante, ilustra la plural realidad sociocultural sobre la que el PBJ imprime su visión unitaria de la «Hindutva», la «nación hindú». El templo se erige donde antes estuvo la mezquita de Babri, desde su construcción por el primer emperador mogol en el siglo XVI hasta su destrucción a manos de turbas hindús en 1992. Este suceso provocó violentas revueltas por todo el país en las que murieron más de dos mil personas.
Vencedores y vencidos
En la apertura de Ayodhya confluye una simbología simétrica entre mayoría y minoría religiosa, predominio y subyugación; una dialéctica que Modi ha intensificado por convicción ideológica. El precedente más despiadado se remonta a las revueltas de Gujarat en 2002, tres días de violencia étnica que dejaron más de un millar de muertos, la mayoría de ellos musulmanes.
Modi, entonces máximo responsable político del Estado como ministro jefe, fue acusado de autorizar la persecución de la comunidad islámica. Los indicios alcanzaron tal dimensión que EE.UU., el Reino Unido y varios países de la UE llegaron a imponer contra él una prohibición de viaje que solo retiraron meses antes de su nombramiento como primer ministro. A principios del año pasado, un documental producido por la BBC que investigaba el suceso y el grado de involucración del mandatario, titulado 'India: La incógnita de Modi', fue censurado por las autoridades del país.
Con el transcurso de los años, la lucha en Ayodhya pasó de física a legal, hasta la imposición última que conlleva toda victoria. En 2019 y tras un largo proceso judicial, el Tribunal Supremo acabó por conceder la finca en disputa a grupos hindús. «Creo que no ha habido una oposición popular a la resolución porque esta ha sido fruto de un procedimiento reglado, la gente ahora quiere pasar página», apunta Singh. A modo de resarcimiento, la institución concedió a los musulmanes una parcela a las afueras de la misma localidad, la cual luce hoy vacía.
En el templo hindú, en cambio, las obras comenzaron de inmediato. «Ayodhya será edificado siguiendo el modelo del Vaticano o La Meca, se convertirá en un símbolo de Hindutva», proclamaba en 2021 Rabindra Narain Singh, presidente del Consejo Mundial Hindú o Vishva Hindu Parishad, asociación ultranacionalista próxima al PBJ e instigadora de la campaña para derribar la mezquita de Babri. La comparación con los santuarios del cristianismo y el islam abunda tanto en la prensa internacional, hambrienta de aproximaciones, como en los más conservadores círculos nacionales, interesados en amplificar la narrativa de una fusión entre el poder Ejecutivo y el religioso.
«Teocracia india»
El resultado, varios años y 200 millones de euros después, es una edificación de tres hectáreas de superficie -en un terreno de treinta-, compuesta de arenisca rosa junto a granito negro y estructurada en otras tantas plantas. Sin embargo, solo la primera está terminada y accesible. La apurada inauguración, por tanto, refuerza las conjeturas respecto a su motivación electoralista.
«Después de años de lucha e incontables sacrificios, el Señor Rama ha llegado», sentenció Modi durante la ceremonia, en la que participó junto a los sacerdotes. «Quiero felicitar a cada ciudadano del país en este evento histórico. [...] El 22 de enero de 2024 no es simplemente una fecha en el calendario, sino que proclama el advenimiento de una nueva era».
Con el transcurso de los años, la lucha en Ayodhya pasó de física a legal, hasta la imposición última que conlleva toda victoria
«Aunque la emergencia de Hindutva a lo largo del último siglo se ha detenido en ocasiones, nunca se ha revertido. De hecho, se ha acelerado en momentos críticos cuando políticos con cargos supuestamente aconfesionales utilizaron la religión para obtener una ventaja electoral. Esto dio oxígeno a la potente narrativa de amigo-enemigo de Hindutva, que gradualmente ha sobrecargado la etapa laica de India tras la independencia [según establece la Constitución]», denunciaba Ashoka Mody, profesor de la Universidad Princeton, en una tribuna publicada esta semana en 'Project Syndicate'.
En este texto planteaba las ideas desarrolladas en su libro 'India está rota: Un pueblo traicionado, de la independencia hasta la actualidad'. «Hoy, una Hindutva violenta -muy alejada de los principios pacifistas del hinduismo- se ha infiltrado en la política y la cultura con la aquiescencia de las élites. Mientras Modi asumía el rol de un gobernante-sacerdote el 22 de enero, la idea de una India teocrática parece inmune ante a la oposición secular, sea cual sea el resultado de las elecciones generales». Al fin y al cabo, los términos «india» e «hindú» se prestan a la confusión, no así «democracia» y «nacionalismo».
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