Muere Cossiga, ex presidente de Italia y «amigo del PNV»
La carrera política de este sardo estuvo marcada por la muerte de Aldo Moro
VERÓNICA BECERRIL
Uno de los protagonistas de la política italiana de los últimos 40 años, el democristiano y ex presidente de la República Francesco Cossiga, falleció ayer en Roma a los 82 años de edad como consecuencia de una crisis cardiocirculatoria. Cossiga, quien ayer era recordado con ... respeto por todas las clases políticas, pasará a la historia italiana por haber tenido que afrontar los peores momentos de la vida política del país, desde el secuestro de Aldo Moro, a las manifestaciones estudiantiles con muertos, pasando por los escándalos internacionales como su simpatía por el nacionalismo vasco y participación en las reuniones del Partido Nacionalista Vasco, convirtiéndose en 2001 en «Amigo del pueblo vasco». Como el líder del Sinn Fein, Gerry Adams, Cossiga siempre quiso tener un papel mediador con la banda terrorista ETA.
Ayer el PNV lamentó su fallecimiento: «Ha fallecido, pues, un amigo de EAJ-PNV. Un amigo también del pueblo vasco, galardón que la Fundación Sabino Arana-Sabino Arana Fundazioa le otorgó en el año 2000, ha lamentado».
Cossiga cubrió a lo largo de su vida los principales cargos políticos del país. Desde el Ministerio de Interior, a la presidencia del gobierno, de ahí al Senado, hasta llegar a la presidencia de la República, convirtiéndose posteriormente en senador vitalicio como reconocimiento a su carrera.
La vida de este sardo, nacido en Sassari el 26 de junio de 1928, estuvo marcada por el secuestro del líder democristiano y ex presidente del gobierno Aldo Moro. Cossiga había accedido al Ministerio de Interior el 12 de febrero de 1976, con tan sólo 48 años, todo un récord para la media italiana.El 16 de marzo de 1978, Italia recibió la noticia del secuestro de Moro por parte de las Brigadas Rojas. Correspondía a Cossiga decidir si tratar o no con el grupo terrorista, a lo que el ministro de Interior decidió que era mejor no hacerlo. «Sabía que había condenado a muerte a Moro», comentaría después Cossiga. Cincuenta y cinco días
después del secuestro, el cuerpo sin vida del líder democristiano aparecía dentro de un coche.
Cossiga dimitió, pero su firmeza en ese periodo duro para Italia gustó, y un año después fue elegido presidente del gobierno, cargo que ostentó hasta 1980, cuando un escándalo por la huída de un terrorista hijo de un amigo le costó el cargo. Cossiga permaneció alejado de la política hasta 1983, cuando fue nombrado presidente del Senado.
En 1985 llegó el reconocimiento político con su nombramiento, por mayoría absoluta, como octavo presidente de la República. Hasta la caída del muro de Berlín en 1989, Cossiga se comportó como un presidente silencioso, pero con el acontecimiento histórico, para el democristiano llegó la hora de hacer cambiar las cosas.
Apoyo a los paramilitares
La «revolución de Cossiga» se detuvo con el descubrimiento de la trama «Gladio», una red paramilitar cuya misión era proteger al país ante un hipotético ataque del desaparecido Pacto de Varsovia. Pero el escándalo le había salpicado una vez más, por lo que el 28 de abril de 1992, dos meses antes de lo previsto, dejó su cargo. Desde entonces fue senador vitalicio y sus ganas de participar en la política le han llevado a dar mucho que hablar en esta última década de su vida.
Su sentimiento de responsabilidad política llevó a Cossiga a dejar en su testamento cartas personalizadas para los cuatro principales cargos del Estado. Según dio a conocer ayer el presidente del Senado, Renato Schifani, en la carta a él dirigida, Su muerte mantiene divididos a los italianos, que piden respuestas sobre los misterios de la historia italiana durante su mandato.
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