Francia entra en estado de angustia social, política y cultural
Servicios y empresas públicas y grupos empresariales privados comienzan a tomar posiciones para ocupar posiciones de poder si se consuma el triunfo de Le Pen
Las catastróficas notas universitarias de Jordan Bardella, favorito para ser el próximo primer ministro francés
Corresponsal en París
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Iniciar sesiónA cuatro días de unas elecciones históricas que pueden cambiar el rumbo político nacional e influir profundamente en el futuro del euro, la Unión Europea y la Alianza Atlántica, Francia se encuentra en un profundo estado de angustia social, cultural y política. En el Elíseo, ... más aislado y solo que nunca, Emmanuel Macron lanzó un llamamiento a no votar en la segunda vuelta a favor de La Francia Insumisa (extrema izquierda). Llamamiento sencillamente inútil.
En París, en la emblemática Plaza de la República, uno de los lugares más simbólicos de la historia francesa, transitaron la tarde-noche del miércoles una docena de políticos (de la derecha a la extrema izquierda), animando a votar contra Le Pen en la segunda vuelta del próximo domingo. Petición vana: los manifestantes defiendían políticas antagónicas. Se trataba de varios millares de jóvenes de muy diversa condición étnica, sexual, social y cultural, se divertían lanzado gritos de este tipo: «¡La extrema derecha no pasará!» o «¡Los fascistas son unos cabrones!». La plaza ofrecía una espectáculo moderadamente apocalíptico, con los escaparates de las tiendas tapados con tablones de hierro y madera. Y millares de pintadas: «¡Muerte a los fachas!». «¡Liberad Palestina del río al mar». «¡Macron es un cabronazo cómplice de la extrema derecha!».
El clan de los Le Pen, el más influyente de la política europea
Juan Pedro Quiñonero | Corresponsal en ParísJordan Bardella, pareja de hecho de una nieta de Jean-Marie Le Pen, podría convertirse en primer ministro
Mientras tanto, servicios y empresas públicas, así como funcionarios del Estado en todos los ministerios, diplomáticos y grandes grupos empresariales privados comienzan a tomar posiciones para ocupar o «repartirse» posiciones de poder si se consuma el posible e histórico triunfo de Agrupación Nacional, el partido de Marine Le Pen.
Gérald Darmanin, ministro del Interior saliente y candidato a la elección como diputado conservador, ha enviado una circular de doce páginas a todos los prefectos y directores generales de la Policía y la Gendarmería, «advirtiéndoles» de los «riesgos de violencia» antes y después de la noche del domingo. Antes, Darmanin tomó una decisión muy política: la disolución del GUD (Groupe Union Défense), un grupúsculo de ultra derecha que ha reivindicado muchas acciones violentas durante los últimos 30 años. Muchos militantes de Agrupación Nacional formaron parte del GUD en su juventud.
En el terreno diplomático, un antiguo miembro del servicio de prensa de la embajada de Francia en Washington comenta a este corresponsal «a título privado»: «Qué quieres… el diplomático, por principio, está al servicio del poder, presto a cumplir la doctrina y directivas de su gobierno. En Francia, el presidente tiene mucho poder simbólico en el terreno de la diplomacia. Pero será Bardella quien controle los sueldos… con lo cual, en el Quai d'Orsay reina un ambiente de 'transición' al servicio de Le Pen».
Entre los grandes proyectos gubernamentales de la pareja Le Pen-Bardella destaca la posible privatización de France Medias, el servicio público audiovisual, del que forman parte varias cadenas de radio y televisión (France Télévisions, Radio France, France Médias Monde, RFI, France 24 y el INA). En la actualidad, la tercera cadena de radio (Europe 1) y la tercera cadena de tv de información permanente, CNews, están controladas por empresarios próximos a Le Pen. Esos mismos empresarios esperan con ansiedad la privatización de cadenas de radio y televisión públicas, dispuestos a comprarlas a buen precio.
El sector público francés incluye a un centenar muy largo de grandes empresas en sectores estratégicos, de la energía a la aeronáutica, de los aeropuertos a los juegos y loterías, pasando por los transportes. Se trata de sectores poco políticos, pero potencialmente muy conflictivos, con inversores europeos o con los sindicatos.
Históricamente, los sindicatos de transportes, ferrocarriles o autobuses, suelen estar enfrentados por el poder de turno. En este caso, los sindicatos han hecho campaña contra el partido de Le Pen, anunciándose una cohabitación evidentemente conflictiva.
Sector cultural
Otro sector inflamable es el de la cultura. Cada verano se celebran en Francia más de un centenar de festivales. El de Avignon, es uno de los más famosos e internacionales. Antes del triunfo anunciado para el partido de Le Pen, los directores y compañías que participan en el festival de Avignon, de este año, han entrado en campaña contra Le Pen: corren el riesgo de perder unas subvenciones indispensables.
En Francia hay festivales para todos los gustos, vanguardistas e izquierdistas y populares y conservadores. Ninguno de ellos viviría de las subvenciones del ministerio de Cultura. A saber como se reparten esos fondos públicos. En París y las grandes capitales de provincias, la Ópera, las salas de conciertos y teatros viven todos de las subvenciones del Estado. Hoy como ayer, tendrán que adaptarse a los «gustos» y «sensibilidad» del poder político.
En el caso del libro y el cine, el negocio y la industria son muy dependientes del socorro y subvenciones permanentes. Solo una minoría de escritores, directores de cine y teatro han tomado posición radical contra Le Pen. Señas quizá significativas: nadie desea «comprometerse» con declaraciones que podrían hipotecar el futuro de proyectos que solo podrán realizarse gracias a la financiación del Estado.
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