México, con récord de feminicidios, tendrá una presidenta en 2024
Tras ganar las primarias de Morena, Claudia Sheinbaum se enfrentará a la candidata conservadora Xóchitl Gálvez
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A la izquierda, Claudia Sheinbaum, candidata de Morena; a la derecha, Xóchitl Gálvez, del Frente Amplio
México, con 1.015 mujeres asesinadas en 2021 (según Cepal), es uno de los países con récord de feminicidios. Este dato se producía tres años después de que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) alcanzara el poder con una victoria arrasadora. Pero lo peor estaba ... por llegar: 3.754 mujeres fueron asesinadas al año siguiente, de las cuales solo 947 (es decir, el 33.7%) se investigaron como verdaderos feminicidios, en un país donde la impunidad es una de sus lacras. A esta cifra se suma el hecho de que 20.000 mujeres y sus hijos se ven obligados a vivir en refugios; por no hablar de las miles violaciones que se producen cada año. Una cifra estratosférica que abarca tan sólo las denuncias presentadas. Datos todos ellos que confirman lo que la propia prensa local señala: que México es un país machista.
Eso no ha impedido que en 2024 se vaya a producir un hito en la historia de México, pues una mujer será la ganadora en las elecciones presidenciales que se van a celebrar ese año. Desde este miércoles, la carrera presidencial será solo cosa de ellas, de dos mujeres: Xóchitl Gálvez, por la coalición Frente Amplio por México, que agrupa al PAN, al PRI y al PRD; y Claudia Sheinbaum, que irá por el partido oficialista Morena.
El hito se logró hace dos días, cuando Sheimbaum fue elegida en las primarias de la formación izquierdista. La candidata fue apoyada por otros cuatro candidatos, pero no por el excanciller Marcelo Ebrard, que calificó la elección de pucherazo. Aún así, Claudia Sheinbaum, mano derecha de AMLO, al que sigue desde hace más de dos décadas, fue elegida con el 39% de los votos para presentarse a las elecciones del 2 de junio de 2024 como candidata de Morena. La elección representa la continuidad en el proyecto de López Obrador, quien no puede presentarse a un segundo mandato, tal y como refleja la Constitución Mexicana. Tampoco ha tenido posibilidad de cambiarla, como han hecho otros, pues su partido no cuenta con mayoría calificada, que perdió en las elecciones intermedias.
El presidente tabasqueño ya ha vaticinado que «entregará el bastón de mando» a su protegida para que tome las riendas de su proyecto transformador conocido como la 4T (Cuarta Transformación). Su primera máxima pasa por la independencia mexicana, una forma de recordar el movimiento armado que supuestamente liberó «de los 300 años de dominio español».
Preparada y con experiencia
López Obrador también ha mantenido durante estos cinco años de mandato un guerra contra el liberalismo, ensalzando a figuras como Benito Juárez. El presidente ha declarado que confía en su protegida, exgobernadora de la Ciudad de México como él, para continuar su plan, algo que le deja «muy tranquilo». De Sheinbaum ha dicho el mandatario mexicano que es «una mujer muy preparada y con experiencia».
Si bien desde el partido oficialista han querido transmitir normalidad tras la celebración de primarias, no todos los aspirantes opinan lo mismo. Marcelo Ebrard, el otro candidato favorito a hacerse con el poder de Morena, que competía por el liderazgo con Sheinbaum y que consiguió el 25% de los votos, calificó el proceso como un pucherazo. Ahora, se plantea acudir a los tribunales o presentar una candidatura independiente, aunque lo más seguro es que opte por dirigir el descabezado Movimiento Ciudadano. Lo que está claro es que abandonará Morena, formación a la que acusa de «talante autoritario».
Cientos de cámaras recogían el miércoles el paso del equipo del exministro de Asuntos Exteriores, sobre todo a la entrada de Malú Mícher (representante del aspirante), que era golpeada por la Policía que resguardaba la entrada e impedía su paso. Ebrard, indignado en una conferencia explosiva que puede augurar la fractura en Morena, calificó el recuento final de «fraude» y, visiblemente sorprendido, admitió «que nunca creía que iba a vivir esto en el seno de mi propio partido, que cada vez se parece más al PRI [que gobernó México 74 años]».
López Obrador mostró ayer su desacuerdo con la postura de su compañero de filas, mientras que Sheinbaum insistió en que fue «una elección de puertas abiertas», descartando cualquier posibilidad de pucherazo.
El excanciller ha amenazado con dañar al partido -de hecho, Xóchitl Gálvez le ofreció hace un par de semanas un puesto en la derecha mexicana, gracias a su perfil de hombre de Estado más internacional- y ha comentado airado que no se conformará con un premio de consolación en forma de un puesto para dirigir el Senado. «No nos vamos a someter a esta señora», declaró Ebrard sobre la nueva elegida por el Movimiento de Regeneración Nacional.
Paco Olvera Ruiz, gobernador del estado mexicano de Hidalgo por el PRI hasta hace cuatro años, hizo hincapié en que las encuestas rechazan concretar por quien votarán, ya que el resultado final del elegido por los votos de adeptos de Morena se formula a través de cinco encuestas, en las que cuatro son de gestión privada y una por el propio partido. Pero, en esta última, los afines a Ebrard explican que detectaron problemas en casi un cuarto de las urnas, lo que llevó a anular muchas de ellas. Según Olvera, por miedo a las reacciones muchos guardaron silencio, aunque no se identifiquen realmente ni con AMLO ni con Sheinbaum.
Un partido roto
Por su parte, el morenista Julio Menchaca Salazar, actual gobernador de Hidalgo, envió un mensaje de apoyo por la elección de Claudia Sheinbaum y aseguró que el «liderazgo garantizará la continuidad y el respeto de los principios y valores de la 4T».
Claudia ha defendido la legitimidad en su elección, que corroboró el presidente del Consejo Nacional de Morena, afirmando que el resultado debe ser definitivo porque la nueva líder ha ganado de «manera inobjetable». El diputado Noroña fue un paso más allá insistiendo en que el exministro «le hace el juego a la derecha con sus reclamos».
Sheinbaum tendrá ahora que enfrentarse a un Morena quebrado en el que el exministro de mayor talla durante el sexenio de AMLO promete dar batalla.