A un mes de la elección, Trump regresa al lugar donde volvió a nacer
El candidato republicano dará un mitin en Butler, Pensilvania, donde sobrevivió de milagro a un atentado el pasado julio
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Enviado especial a Butler, Pensilvania
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Iniciar sesiónDonald Trump regresa este sábado a Butler, una pequeña localidad en el este de Pensilvania. Aquí tiene un discurso que acabar y una elección que ganar. Aquí fue donde sobrevivió de milagro a un intento de asesinato el pasado 13 de julio. Aquí, ... en un gesto con gran peso político, a un mes exacto de la elección, se dirigirá a decenas de miles de seguidores a la misma hora y desde el mismo escenario, una explanada enorme para ferias rurales a las afueras de Butler. En la víspera, el recinto estaba parapetado por cordones de seguridad y con la presencia poderosa de una bandera gigante de EE.UU., levantada por dos grúas, bajo la que hablará Trump.
Ese episodio ya es parte de la historia de EE.UU. y testamento del formidable animal político que es Trump. Nada más recibir el tiroteo, en el que una de las balas le hirió en la oreja derecha, el expresidente se zafó de la montaña de agentes del Servicio Secreto para dirigirse al público. Con la cara ensangrentada y el puño al aire, les gritó «¡luchad, luchad, luchad!».
«Se me pone la carne de gallina cuando lo recuerdo», dice Terry Karenbauer, un vecino de Butler. Estuvo en el mitin de julio, a cincuenta metros de donde se produjo el tiroteo. Ahora no se quiere perder el regreso de Trump al lugar donde vio la historia. Habla con este periódico en el atardecer del viernes, con el primer sonido de las chicharras, casi 24 horas antes de que tome la palabra el expresidente. Tiene su coche en una cuneta y su plan es dormir en él. Y conseguir buen sitio en un mitin multitudinario. «Cuando le vi levantarse después de los tiros, pensé que es imposible mostrar más liderazgo.Y que eso es la definición de América: que no te puedan tumbar».
«Cuando le vi (a Trump) levantarse después de los tiros, pensé que es imposible mostrar más liderazgo.Y que eso es la definición de América: que no te puedan tumbar»
Terry Karenbauer
Vecino de Butler
Muchos pensaron que eso era suficiente para ganar una elección. El peso político de la reacción de Trump era insuperable. Una mezcla de determinación, liderazgo, fortaleza, patriotismo que hacía palidecer a su rival entonces, Joe Biden. Sobre todo, en aquel momento, con el presidente debilitado al máximo por su descalabro en el debate de candidatos de junio. Pocos días después del intento de asesinato, Trump disfrutó en Milwaukee de una convención del Partido Republicano triunfal, todavía con una venda aparatosa en su oreja herida. Iba por delante de Biden en las encuestas, era considerado un héroe dentro y fuera de su partido y los republicanos ensayaron un tono moderado para que el atentado supusiera un canto a la unidad y sedujera a votantes moderados.
La fiscalía sostiene que Trump actuó «como candidato» y que «recurrió a crímenes» para quedarse en el poder en 2020
Javier Ansorena | Corresponsal en Nueva York«Aunque el acusado era el presidente en su cargo en el momento de las conspiraciones de las que se le acusa, la trama fue fundamentalmente privada», sostiene el fiscal especial Smith
A la campaña electoral, sin embargo, todavía le quedaban curvas. Biden no tardó en anunciar su renuncia a la reelección y los demócratas recuperaron impulso con el ascenso de Kamala Harris como nueva candidata. Desde entonces, la batalla por la Casa Blanca se ha ajustado al máximo -las encuestas dan un empate técnico en los siete estados decisivos- y Trump ha endurecido el tono. En unos discursos cada vez más volátiles, el expresidente ha hecho acusaciones infundadas a inmigrantes de comerse las mascotas de sus vecinos, ha llamado a Harris «incapacitada mental» y ha defendido que los policías tengan una «hora dura», donde se les permita todo, para acabar con el crimen.
En Milwaukee, en su discurso de aceptación de la nominación republicana, Trump rememoró en primera persona el intento de asesinato. Dijo que no volvería a hacerlo. «Es demasiado doloroso», aseguró a su partido, todavía conmocionado, como el resto del país, por lo ocurrido. Desde entonces, no ha dejado de hablar de ello. Según un recuento de 'USA Today', Trump ha hablado del atentado en 31 de las 51 apariciones públicas que ha tenido. Él, mejor que nadie, sabe que es una gran baza electoral.
El regreso a Butler permite a Trump recordar al país que es un héroe. O un mártir -«me llevé un disparo por la democracia», ha dicho muchas veces-. O un santón, con muchas partes de sus seguidores convencidos que su supervivencia es una señal divina («tuve a Dios de mi lado», ha reforzado él).
O una «anomalía política», como dice Chistopher Yost, un joven que también están entre las decenas de personas desde la noche anterior haciendo cola con sus coches en la cuneta. Lleva una camiseta con la imagen icónica de Trump con el puño al aire. Tiene intención de pasar la noche en vela, entre otros 'trumpistas' que están como él, haciendo fila durante más de un día. Otro joven ha venido en coche desde Tennessee. Un veterano, desde Maryland. Otro más, Sergo Espinosa, desde New Jersey. «La única manera de que no gane es que le maten o que hagan una enorme trampa», dice en español. Él dormirá al raso porque no entra en su coche, un Smart que es una extravagancia en este territorio de SUV y rancheras.
Cuando anunció su regreso a Butler, Trump aseguró que su intención es «celebrar una visión unificada del futuro de EE.UU. en un evento como el mundo nunca ha visto antes». Más allá de la hipérbole pertinaz del expresidente, la cita de este sábado en Pensilvania será importante. El Servicio Secreto estima que vendrán cerca de 60.000 personas a Butler, una localidad con 13.500 vecinos. La campaña de Trump espera hasta 100.000 asistentes. Entre ellos estarán grandes personalidades del 'trumpismo'. Por ejemplo, Elon Musk, convertido en aliado y financiador indispensable de la campaña del multimillonario neoyorquino. También J.D. Vance, el candidato a vicepresidente, con el recuerdo de su excelente desempeño en su debate frente a su rival por el cargo, Tim Walz, todavía en la retina. Vendrán decenas de altos cargos republicanos, shérifs de condados cercanos y familiares de Corey Comperatore, el asistente al mitin que falleció por los disparos del atacante, Matthew Crooks.
Las autoridades no han llegado todavía a conclusiones sobre la motivación o la ideología de Brooks, un joven de 20 años, solitario, registrado como republicano pero que había dado pequeñas contribuciones a causas liberales, que fue abatido tras lograr, de forma incomprensible, subirse a una azotea cercana al escenario y disparar al candidato republicano. Las medidas de seguridad de hoy, entre críticas feroces al Servicio Secreto por sus fallos en la protección de Trump, serán contundentes. Y el expresidente hablará detrás de un cristal blindado.
Está por ver cuánto mensaje de unidad traerá Trump en Butler. No ha intentado serlo hasta ahora, con acusaciones repetidas a los demócratas de motivar ese intento de asesinato y un segundo que ocurrió el mes pasado, cuando un hombre fue interceptado a las afueras de un campo de golf en Florida donde jugaba el expresidente. El atacante no logró disparar, pero tenía un rifle semiautomático colocado sobre una valla del recinto. «Las balas están volando por su retórica comunista»; ha dicho Trump de los demócratas, que le califican de forma habitual como «amenaza a la democracia».
Los aliados de Trump estarían encantados de ver a un candidato que aproveche el regreso a Butler para mostrar talante unificador. Es posible que eso le dé un impulso entre el puñado de votantes moderados e independientes que se disputa con Harris y que pueden ser determinantes. En especial, aquí en Pensilvania, quizá el estado más decisivo, y cuando la campaña entra ya en su recta final. Sin una victoria aquí, la ruta a la Casa Blanca se complica mucho. Es fácil pensar que hoy aparecerá un Trump unificador en Butler. Es difícil pronosticar que aguante en ese papel hasta el 5 de noviembre.
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