Meloni inicia el camino para llevar a Italia a la Tercera República con una amplia reforma constitucional
Incluye elección directa del primer ministro, el fin de gobiernos técnicos y de fórmulas tipo Frankenstein
Giorgia Meloni se separa de su marido, el periodista Andrea Giambruno
Corresponsal en Roma
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Iniciar sesiónLa primera ministra, Giorgia Meloni, quiere conducir a Italia a la Tercera República, con una reforma constitucional que evite los gobiernos técnicos, la inestabilidad política o la formación de ejecutivos con maniobras parlamentarias o fórmulas tipo Frankenstein. «Tenemos una responsabilidad histórica sobre nuestros hombros: ... consolidar la democracia de la alternancia y acompañar finalmente a Italia en la Tercera República, con la reforma constitucional que este Gobierno pretende llevar adelante».
Con estas palabras explicó Giorgia Meloni el objetivo que hoy inicia su Gobierno, en el largo camino para la reforma constitucional. Se trata de un gran reto para Meloni, porque del tema se habla desde hace cuarenta años y en la tarea fracasaron varios de sus antecesores en el Palacio Chigi. El Gobierno Meloni tiene previsto aprobar hoy en el Consejo de Ministros el proyecto de ley de reforma constitucional cuyo punto fundamental es la elección directa del primer ministro por los ciudadanos.
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De aprobarse en el parlamento (si no obtiene los dos tercios de los escaños, será necesario un referéndum), la reforma supondría una cierta revolución en el sistema político italiano. Baste indicar algunos datos: Italia ha conocido nueve gobiernos en los últimos doce años, incluyendo el último ejecutivo presidido por Silvio Berlusconi, que cayó en noviembre del 2011. Desde entonces, se han sucedido en el Palacio Chigi, sede de la jefatura del Gobierno, Mario Monti, Enrico Letta, Matteo Renzi, Paolo Gentiloni, Giuseppe Conte (presidió dos gobiernos), Mario Draghi y Giorgia Meloni.
Si la reforma de la líder de Hermanos de Italia hubiera estado en vigor, ni los técnicos Monti ni Draghi hubieran llegado a Palacio Chigi, pero tampoco lo hubieran hecho Letta, Renzi o Gentiloni, porque fueron primeros ministros sin ganar unas elecciones. En realidad, después del terremoto político que supuso Tangentopoli, que, entre 1992 y 1993, acabó con la Primera República y toda una clase política, se sucedieron 13 primeros ministros que guiaron 20 gobiernos. De todos ellos, los italianos solo habrían conocido a tres como jefes del ejecutivo, si hubiera estado en vigor la reforma que propone la actual inquilina del Palacio Chigi: Berlusconi, Romano Prodi y Meloni.
Oposición
El proyecto de reforma constitucional ha abierto ya una profunda discusión política, con la oposición de izquierdas en desacuerdo con las normas que proponen las derechas para reformar la Constitución republicana, que entró en vigor en enero de 1948. Con la elección directa del primer ministro, un caso único en las democracias occidentales, se daría gran fuerza popular al jefe del gobierno, pero, según algunos críticos del proyecto, no tendría las armas necesarias para disciplinar su mayoría parlamentaria, porque se han querido preservar los poderes del jefe del Estado, como figura neutra elegida por el Parlamento con papel de moderación y equilibrio.
Por ejemplo, el primer ministro no tendría el poder de disolver las cámaras, potestad reservada al presidente de la República, que tendría el poder de aceptar o rechazar los nombres de los ministros propuestos por el jefe del Gobierno. Pero esos poderes del jefe del Estado de control del gobierno y del premier, se verían de alguna manera limitados frente a una figura como el primer ministro elegido directamente por los ciudadanos. Ese notable poder para disolver el parlamento sí lo tienen los jefes de Gobierno de España (con decreto firmado por el Rey), Alemania o Gran Bretaña, cuyos primeros ministros no son elegidos directamente por los ciudadanos.
A partir de hoy, cuando el Consejo de Ministros apruebe los cinco artículos del texto de reforma constitucional, comenzará una larga marcha que durará aproximadamente un año y medio. Podría ser aprobada en las cámaras si a la coalición de derechas se unen otras fuerzas o pequeños partidos de centro para alcanzar los dos tercios de los votos del Parlamento (Italia Viva, de Matteo Renzi, se muestra favorable). Pero esa perspectiva es muy complicada y hoy no se ve posible. La reforma tendría entonces que ser sometida a referéndum, con el riesgo político que conlleva. Fue el caso de Matteo Renzi, que perdió la consulta popular a su reforma constitucional, en diciembre de 2016.
El exalcalde de Florencia tuvo que dimitir como primer ministro y marcharse a su casa, porque llegó a Palacio Chigi tras maniobrar como líder del Partido Democrático, echando a Enrico Letta de la jefatura del gobierno, para convertirse en el cuarto primer ministro en cuatro años. Un récord que sería imposible en la Tercera República que sueña Giorgia Meloni.
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