En la guarida del líder del grupo Wagner: fotos de cabezas cortadas, mazos y una colección de pelucas

Antiguo amigo del presidente ruso, Vladímir Putin, y durante mucho tiempo conocido por ser 'chef', Prigozhin es uno de esos personajes pícaros, mafiosos y oscuros que hizo fortuna tras el hundimiento de la URSS. Su caída en desgracia, inevitable después de darse la vuelta y aceptar el exilio en Bielorrusia, le ha marcado para siempre, pues Putin le acusó de «apuñalar» a Rusia por la espalda. Desde luego, las imágenes retransmitidas el miércoles por la noche en la televisión rusa parecen evidenciar que la memoria del personaje va a ser tan desprestigiada como sea posible.

Según se pudo ver en la cadena estatal rusa Rossiya-1, la mansión de Prigozhin en San Petersburgo guarda ciertas semejanzas con la imagen estereotipada de la casa de los horrores, pues está decorada con mal gusto y con un notable punto 'kitsch' que a menudo se vuelve inquietante. Entre la colección de objetos que guardaba en su domicilio el líder de los mercenarios, figuran fajos de dólares y alijos de armas, incluido un amenazador mazo con la inscripción «para negociaciones importantes», buen resumen del talante del personaje, y una notable colección de pelucas, depositadas en un armario. El hallazgo más perturbador, sin embargo, era un cuadro con cabezas cortadas.

Algunas de las imágenes de la mansión Prigozhin eran compartidas el jueves en las redes sociales por Anton Gerashchenko, consejero del Ministerio del Interior de Ucrania, además de por otros usuarios que expresaban su estupefacción ante unas revelaciones tan poco favorables para el otrora hombre de confianza de Putin.

Según el diario 'The Telegraph', los servicios secretos rusos habrían astutamente auspiciado la filtración de otras presuntas fotografías que muestran al líder mercenario usando sus pelucas, envuelto en un pañuelo palestino o fingiéndose un 'rais', en lo que no quedaba claro si era material para una delicada operación en la que tenía que pasar desapercibido o para una fiesta de disfraces de gusto dudoso.

Si el objetivo de Moscú es desacreditar a Prigozhin, los servicios secretos rusos están demostrando que nada es más destructivo para el poder que la burla y el ridículo. Desde el inicio de la guerra, lo cierto es que el jefe de Wagner se convirtió en un quebradero de cabeza para el Gobierno, pues su enfrentamiento creciente con el Ejército regular abrió una grieta en el hasta entonces monolítico círculo de notables del Kremlin. Las preguntas sobre el destino que aguarda al personaje todavía no han cesado.

Según anunció el jueves el presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko, Prigozhin ya no se encuentra en Bielorrusia, a pesar de que el acuerdo alcanzado para poner fin a la intentona golpista del líder mercenario ponía como condición que sus hombres y él mismo se trasladaran a ese país.

«En cuanto a Prigozhin, está en San Petersburgo. ¿Dónde está esta mañana? Puede haber partido a Moscú o a otro lado, pero no está en territorio bielorruso», dijo Lukashenko, durante una rueda de prensa celebrada en Minsk. «Sé con certeza que está en libertad», añadió. Del mismo modo, el mandatario aseguró que Prigozhin era un hombre «libre» y que Putin no lo «eliminará», según declaraciones recogidas por la agencia Reuters.

Preguntado por el tema, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, se limitó a zanjar el tema con una contestación seca: «No vigilamos sus movimientos. No tenemos ni la posibilidad ni el deseo de hacerlo», dijo.