Mariano Jabonero: «Iberoamérica centra la guerra entre China y EE.UU. por las materias primas»
Entrevista
El flamante secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), analiza en ABC los logros y los retos de la entidad y su asignatura pendiente: fortalecer una alianza global en favor de la educación
Madrid
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Iniciar sesiónEncadena su segundo mandato 2023-2026 como secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) para la Educación, la Ciencia y la Cultura, entidad de carácter intergubernamental para la cooperación entre los países del sur. Integrada por 23 estados, entre ellos, España, Portugal ... y Andorra y con sede en 20, la última en La Habana (Cuba), Mariano Jabonero (San Martín de Valdeiglesias, 1953 ) aspira a aumentar y consolidar su presencia en la región.
Con 20 millones de beneficiarios directos de sus proyectos en el cuatrienio anterior, dos mil convenios suscritos, cuatro mil colaboradores, entre ellos el Banco Multicultural de Desarrollo, la Unesco y la UE, tiene una asignatura pendiente: fortalecer una alianza global en favor de la educación.
—Su mandato anterior estuvo marcado por el Covid y este arrancará con una guerra y una crisis. ¿Cómo piensa afrontar estas circunstancias?
—La pandemia nos castigó especialmente, pero nuestro lema fue: la OEI no cierra. Se impuso el modo virtual de trabajo y hubo una cierta caída de la actividad por falta de inversión en educación. Los tres sectores donde el Covid tuvo más impacto fueron el de la salud, con las cifras de contagios más elevadas del mundo (el 30% en el 7-8% de la población mundial); el de la economía familiar, por la drástica bajada de sueldos, y el de la enseñanza, por la caída en la atención: de los 180 millones de estudiantes confinados, más de la mitad no pudieron seguir su formación por vía digital. Esto, unido al número de horas lectivas perdidas, hace cierta una frase del secretario general de la ONU que me gusta mucho: se ha producido una catástrofe generacional. A menor aprendizaje, menor competencia y peores oportunidades de empleo y de futuro. La ecuación es muy dura, pero es así. Tras el Covid hubo una cierta recuperación que ha ido cayendo y en 2023 habrá recesión en varios países.
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—Y en el contexto de incertidumbre actual, ¿qué va hacer la OEI para paliar ese impacto?
—Hay aspectos positivos y negativos derivados de la caída de la inversión pública y la mejora de la economía de algunos países, respectivamente. ¿La causa? Los países que sufren carencias por la guerra comprarán materias primas -petróleo, carne, cereales...- a Venezuela, Paraguay, Argentina, Brasil... En cuanto a Educación y Cultura se ha producido una transformación hacia la digitalización. Estamos en plena transición, trabajando para implantar sistemas híbridos con el fin de que todos los alumnos dispongan de la doble oferta presencial y digital. En el ámbito cultural, esa digitalización acarrea el problema de la propiedad intelectual y de derechos de autor. Por ello, en la Universidad de Alicante hemos creado una cátedra para asesorar a los Ministerios de Cultura para la promoción y defensa de esos los derechos.
—Respecto al recorte de los fondos públicos derivados de la crisis, ¿cómo afectarán a los proyectos de la entidad?
—No lo harán. Todos los programas que lleva a cabo la OEI están financiados. No se aprueba ninguno si no cuenta con fondos previos; ello supondría riesgos que no tenemos por qué asumir.
«Ni la guerra ni la crisis van a afectar a los proyectos de la OEI. No se aprueba ninguno si no cuenta con fondos»
—¿Cuáles son sus fuentes de ingresos?
—Los gobiernos, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina), el BCID (Banco Centroamericano de Integración y Desarrollo) y la Banca Multilateral de Desarrollo (BMD). Además, contamos de recursos propios y de la UE.
—¿Cómo puede contribuir la OEI a que Iberoamérica sea una potencia pujante al nivel de otras como Asia?
—Estamos en la última milla de la carrera. Soy optimista: en primer lugar, tenemos recursos naturales que pueden aportan una gran riqueza. El tema de las materias primas está generando un gran conflicto mundial, es una guerra global y en China y EE.UU.,Iberoamérica es el territorio de disputa. De hecho, la inversión de China en América Latina es descomunal. En segundo lugar, si conseguimos avanzar en un modelo de educación y cultura más digitalizado, avanzaremos más rápido. La investigación es el factor que aporta más innovación y más conocimiento. Un mundo digital y unos sistemas más avanzados provocan que crezca la producción de un modo más eficiente, con menos costes.
En unos ocho años la región llegará a la meta
—¿Cuándo llegará a la meta?
—El contexo actual puede favorecer. La clave está en aprovechar las oportunidades surgidas después de la pandemia. Un horizonte razonable para la recuperación de la región es de unos ocho años más o menos. Entonces se podrían alcanzar mejores niveles de bienestar y de reparto de la renta. La oportunidad es tener una sociedad distinta, digitalizada y con un potente volumen de comercio internamente. Ahora, la actividad comercial es, fundamentalmente, con China, EE.UU. y Europa, lo que no refuerza el mercado interno.
—¿Eso significa que Iberoamérica dejará de ser una región en vías de desarrollo en esos ocho años?
—La UE descartó ese término hace tiempo por el de regiones y países en transición y, por ende, la cooperación que hacemos ha cambiado: ya no es la clásica. Apostamos por el conocimiento, la investigación y la innovación para el desarrollo y la transición. Los Fondos de Ayuda al Desarrollo (FAD) con un interés cero son, prácticamente, historia porque los países han salido de la pobreza. Solo los reciben Haití y Nicaragua. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de Naciones Unidas, con la que trabajamos muchísimo, dice que «somos países que vivimos en la trampa de la renta media» y no es verdad, no hay tal renta media. Hay mucha pobreza, debilidad institucional, grandes desigualdades...
«Los populismos son fruto de la fatiga democrática. Los ciudadanos han dejado de confiar en sus gobiernos al no ver satisfechas sus necesidades»
—¿Qué tipo de cooperación se hace ahora?
—En primer lugar, sur-sur. No es el modelo filantrópico de hace tres décadas sino una cooperación construida conjuntamente. El 90% de los proyectos que realizamos se hacen con los países y las entidades locales (Banca Multilateral). En segundo lugar, va asociada a la generación del conocimiento, investigación, cultura y ciencia. Estas son las principales áreas de cooperación.
—¿Qué parte de este impulso en esta nueva forma de cooperación en los países emergentes tiene que ver con la OEI?
—Somos un organismo para la cooperacion al desarrollo en tres áreas: Educación, Ciencia y Cultura. Trabajamos directamente con los gobiernos, generamos información para la toma de decisiones, es decir, hacemos política desde la evidencia de los datos, no desde la ocurrencia; realizamos estudios e investigaciones para los ministerios sobre los problemas existentes para subsanarlos y formamos a funcionarios y docentes. Todo esto contribuye a que el sistema esté mejor gobernado y sea más eficiente.
—¿A qué atribuye el aumento de los gobiernos populistas y extremistas en la región?
—Los gobiernos han sido elegidos por los ciudadanos, hay alternancia. Ha habido una crisis generalizada porque la agenda social no ha funcionado. Hay que construir una nueva, un nuevo contrato social. El descontento de la población con las prestaciones sociales recibidas ha hecho que voten a otro partido. En materia educativa, la que más conozco, había países con ofertas de baja calidad, deficientes y con un bajo rendimiento, lo que conduce a una baja productividad. Y, en cuanto a la salud, un ejemplo es el del Covid, con el virus descontrolado porque las medidas de protección no funcionaron bien. Un dato llamativo es que desde 1960 esta es la única región del mundo que no aumenta su productividad. Y esta se basa en dos vías: en recursos (encabezamos el ránking en materias primas) y en conocimientos, que son los que aportan mayor valor a la productividad. Y la economía mundial es la del conocimiento. Y todos estos factores se traducen en falta de desarrollo.
—¿Y no se han agudizado esas democracias autoritarias por la falta de desarrollo y las desigualdades provocadas por esos gobiernos?
—Se han agudizado por la fatiga democrática. Los ciudadanos han dejado de confiar en sus gobiernos y han elegido otras opciones al no ver satisfechas sus necesidades. Y unido a esto se produce la emigración. Iberoamérica ha sido siempre un país emigrante por motivos económicos o políticos. Y, desde la crisis de 2008, que fue muy rápida y generó una gran inestabilidad económica y laboral, la emigración interna ha crecido mucho: la de Nicaragua a Costa Ricaha sido fortísima; la de Bolivia y Paraguay a Argentina, Chile o Brasil, igual. Lo mismo ha ocurrido con la de México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Haití a EE.UU. donde hay ya 52 millones de hispano-parlantes de los que más de la mitad son mexicanos. A Europa, emigran en menor medida, principalmente, a España por razones económicas.
—¿Qué reto se ha marcado para este cuatrienio 2023-2026?
—Pasar de los 20 millones de beneficiarios a los que la OEI ha prestado atención directa con una pandemia.
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—¿Cuál es su asignatura pendiente?
—Dejar una OEI más consolidada, con mayor presencia en la región, pues es fundamental estar a pie de obra. Y, lo más importante, fortalecer una alianza global en favor de la educación para generar unas sinergias más fuertes de colaboración. Si esta alianza se produce, los avances serán muy —importantes. Aquí el sumar no suma, multiplica.
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