«¡Valiente, valiente!»: María Corina Machado reaparece a pesar de la represión

«Esta es una etapa dura y lo sabíamos, pero en este mes hemos logrado convertir la causa por la libertad en Venezuela en una causa mundial. Alrededor del mundo se está escuchando el grito de los venezolanos», dijo Machado desde el vehículo. «Ni un solo gobierno democrático ha reconocido el fraude de Maduro, esto es increíble».

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«No tenemos miedo», repetían los asitentes, interrumpiendo el discurso de la dirigente opositora, quien dirigía el micrófono hacia la gente para invitarlos a gritarlo más alto.

Machado se refirió a la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia que «convalidaba» el supuesto triunfo de Maduro. «Con una servilleta pretenden que el mundo reconozca esa farsa, pero no. Edmundo González es nuestro presidente electo», manifestó. Asimismo, Machado denunció el despliegue de «la campaña de represión más brutal de Venezuela» y destacó que el Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) estaba celebrando una sesión extraordinaria para escuchar el reporte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre las «prácticas de terrorismo de Estado» que utiliza el régimen de Nicolás Maduro para perseguir y generar temor en la población.

En su alocución, Machado recordó que hay más de un centenar de adolescentes detenidos. «Se los han llevado a cárceles donde están con presos comunes (...) y como madre le pido a esos presos que protejan a nuestros niños, que están acusados de terrorismo», dijo.

Antes de despedirse, Machado recordó a su amigo Perkins Rocha, «que representa la lucha de un país por la justicia y la verdad». Rocha, su abogado y portavoz de su comando de campaña, se encuentra desaparecido desde el martes por la mañana. Rocha se había dirigido a una farmacia en el este caraqueño cuando lo abordaron unos sujetos sin identificación. En medio del forcejeo, el abogado gritó su nombre «y a través de esos testigos pudimos conocer cómo se produjo la detención arbitraria», comenta a ABC Santiago Rocha, uno de los hijos de Perkins.

Su familia todavía no tiene noticias de su paradero. «Mi madre está recorriendo todos los centros de detención para saber dónde y cómo está», asegura el hijo del abogado desde Madrid. «Tenemos miedo de lo que pueda sucederle». Después de la detención, unos individuos ingresaron al piso de los Rocha en Caracas «y lo dejaron completamente vacío -comenta-. Se llevaron computadoras, maletines, de todo. Y no sabemos qué habrán podido dejar».

El mismo día en que desapareció Perkins Rocha, y a horas de la manifestación convocada por la oposición, Nicolás Maduro anunció cambios importantes en su gabinete, nombrando a Diosdado Cabello -uno de los chavistas más radicales- nuevo ministro de Interior y Justicia; lo ponía al frente del aparato represivo.

Desde 2010, Cabello no manejaba ninguna cartera ministerial y es la primera vez que lo hace en el gobierno de Maduro. «Ustedes tuvieron que haber rezado mucho para que Hugo Chávez siguiera vivo, señores de la oposición –dijo Diosdado Cabello en 2013, dos semanas después del anuncio de la muerte del expresidente– porque él era el muro de contención de muchas de esas ideas locas que se nos ocurren a nosotros».

Hasta el momento el balance de muertes en el contexto poselectoral es de 25 y las detenciones suman más de 2.400 detenidos, que comienzan a poblar las cárceles de Tocorón y Tocuyito en las que Maduro aseguró que confinaría a los manifestantes «sin perdón ni contemplación».

ABC habló con uno de los familiares de un detenido; cree que su pariente, que este jueves cumple un mes en el encierro, fue trasladado a Tocorón, pero no tiene manera de comprobarlo. Explica que el lunes supo, a través de un grupo de WhatsApp, que una caravana de 17 autobuses había abandonado de madrugada el recinto en el que su familiar estaba recluido. Ninguna autoridad había avisado del traslado y tampoco les permitieron seguir el convoy. Fue a través de uno de los chóferes que pudieron conocer que la caravana había concluido su trayecto en Tocorón, el centro penitenciario en el que nació la banda criminal trasnacional Tren de Aragua. Hasta allá se desplazaron otros familiares y lograron hablar con el director de la cárcel, quien les confirmó que los detenidos habían llegado. Les permitieron asearse, les dieron ropa de cama, uniforme y artículos de aseo personal y también les aseguraron que los prisioneros tendrían sus tres comidas al día. Las mismas promesas incumplidas en el otro centro del que procedían los reclusos; eran los familiares los encargados de llevar la comida preparada para asegurar su alimentación.

En todo este tiempo, a los detenidos sólo les han permitido una llamada y una visita -a principios de mes-, «de modo que no hay manera de saber cuál es su estado de salud o su condición general», comenta el familiar de uno de ellos. «Es una situación muy triste para todos. Este año [el detenido] había retomado la universidad y estaba muy contento con eso; también estaba matriculado en un curso y, todo esto, sin dejar de ser el sostén económico del hogar».

El suyo no es el único caso. «Así como nosotros, hay una gran cantidad de familias de gente que no cometió ningún delito a la que detuvieron arbitrariamente sólo por tener que cumplir con una cuota [de detenidos] y a los que están inculpando por cosas que no hicieron. Gente decente a la que están tratando como los peores criminales».