Lula, tras verse forzado a acudir a una segunda vuelta: «Para nosotros esto es sólo una prórroga»

Esos seis millones de ventaja de Lula no son un colchón confortable en el que pueda relajarse, al contrario, serán 28 días desvelados para mantener su ventaja en las elecciones del 30 de octubre y enfrentarse a un bolsonarismo fortalecido con grandes victorias en el Congreso y en los estados. El resultado más apretado en una primera vuelta desde el retorno a la democracia, en 1989, con el 48,43% para el exsindicalista y el 43,2% del total de votos válidos para el excapitán del Ejército, muestran un lulismo y un bolsonarismo más fuertes que nunca, sin espacio para alternativas.

Lula da Silva puede incluso ganar las elecciones presidenciales, pero su eventual Gobierno tendrá que convivir con un Congreso aún más bolsonarista que el de 2018 cuando el ultraderechista llegó a la Presidencia surfeando una gran ola conservadora. Ahora, su Partido Liberal (PL) eligió las mayores bancadas del futuro parlamento, más conservador que nunca.

En su primera declaración tras confirmarse el resultado, Lula, que busca su tercer mandato, mostró la capacidad de resistencia de una biografía de quien nunca tuvo nada fácil en la vida. El exobrero que huyó del hambre en la infancia, recordó que nunca ganó en primera vuelta y celebró la posibilidad de discutir propuestas con su adversario. «Podremos hacer comparaciones entre el Brasil que él construyó y el que yo construí», afirmó.

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«Durante toda esta campaña, íbamos por delante en las encuestas, y siempre pensé que íbamos a ganar estas elecciones y quiero deciros que vamos a ganar estas elecciones. Para nosotros esto es sólo una prorroga», afirmó, mostrando que ampliará su alianza buscando el apoyo de los perdedores, Simone Tebet, con un 4%, y Ciro Gomes, con el 3%. «La segunda vuelta es la oportunidad de madurar las propuestas, de construir un abanico de apoyos», propuso el candidato, en São Paulo.

Menos entusiasmado que Lula con el resultado, Bolsonaro, a quien no le gusta perder, señaló que la ventaja de su rival en la primera ronda puede estar relacionada con los problemas de la economía. «Entiendo que muchos votos fueron por la condición del pueblo brasileño que sintió el aumento de los productos, especialmente la canasta básica. Entiendo que es una voluntad de cambio de la población, pero hay ciertos cambios que pueden ser peores», señaló Bolsonaro enumerando enseguida los países sudamericanos con Gobiernos de izquierda: Argentina, Chile, Colombia y Venezuela.

«Tenemos por delante una segunda vuelta en la que todo se iguala, el tiempo (de publicidad). Y ahora vamos a mostrarle mejor a la población brasileña, especialmente a la clase más afectada, que es consecuencia de la política de 'quédate en casa, ya veremos la economía después' (de la pandemia), de una guerra en el exterior, de una crisis ideológica también», analizó el presidente.

La economía puede ser el factor que defina los próximos días, mientras Bolsonaro espera que los brasileños sientan los efectos de una mejora en las cuentas, Lula tendrá que ser más explícito en sus planes, muy anclados en el recuerdo de la bonanza vivida en sus Gobiernos, entre 2003-10.

Lula ganó en 14 estados y en el exterior, mientras que Bolsonaro venció en 12 estados y en el Distrito Federal. En la división regional, Bolsonaro salió adelante en los dos estados más importantes del Sudeste y del país, São Paulo y Río de Janeiro. Lula ganó en el Norte, Nordeste y en Minas Gerais, otro estado clave y segundo colegio electoral después de São Paulo.

Pese a quedar en segundo lugar, Bolsonaro y la ultraderecha fueron los grandes vencedores de la jornada en números y símbolos. Entre los parlamentarios más votados están los bolsonaristas Carla Zambelli y el hijo del presidente, Eduardo Bolsonaro, reelectos en São Paulo. Sus exministros más polémicos también fueron elegidos. El de Medio Ambiente, Ricardo Salles, acusado por el aumento de la deforestación en la Amazonia fue elegido en São Paulo, mientras el exministro de Sanidad, el general Eduardo Pazuello, acusado por el desastre de la conducción de la lucha contra el Covid-19, en Río de Janeiro.

Otros nombres criticados de su gestión como la exministra de derechos humanos, Damares Alves, y el exministro de ciencia, el astronauta Marcos Pontes fueron elegidos al Senado, por Brasilia y São Paulo, respectivamente. El exjuez Sergio Moro, que ordenó la prisión de Lula en 2018, será senador de Paraná, tras hacer las paces con Bolsonaro; y su esposa, Rosangela Moro, será diputada por São Paulo.

Las elecciones por el Gobierno de São Paulo pesaron en la balanza. El exministro de Infraestructura de Bolsonaro, Tarcísio Freitas, sorprendió al llegar a la segunda vuelta adelante del favorito, el exalcalde petista de São Paulo, Fernando Haddad. Freitas era poco conocido y muy cuestionado por ser de Río de Janeiro y nunca haber vivido en el estado de São Paulo donde acaba de mudarse para la campaña.

La fuerza de la polarización entre Bolsonaristas y Lulistas prácticamente ha eliminado de São Paulo al Partido Socialdemócrata (PSDB) que ocupaba el Palacio de los Bandeirantes desde 1994. «La elección entierra la derecha moderada en el país», analizó la comentarista de Globo News, Andréia Sadi. Los electores de São Paulo, el mayor estado del país, que votaban en la socialdemocracia migraron al bolsonarismo.