El presidente brasileño Lula da Silva destituye a su ministro de Derechos Humanos acusado de acoso sexual

Medios locales informan que las denuncias de acoso sexual y moral ya estaban siendo investigadas sigilosamente por la Policía Federal brasileña, pero la noticia publicada por el diario 'Metropolis' el jueves en la noche se propagó muy rápidamente. La información fue además respaldada casi inmediatamente por un comunicado de la filial brasileña Me Too, organización internacional conocida por defender mujeres víctimas de violencia sexual, que confirmó haber recibido varias denuncias sobre la conducta sexual abusiva de Almeida. «La organización de defensa de mujeres víctimas de violencia sexual, Me Too Brasil, confirma, con el consentimiento de las víctimas, que ha recibido denuncias de acoso sexual contra el ministro de Derechos Humanos, Silvio Almeida», corroboraba la nota.

La organización informó que atendió a las denunciantes y les dio apoyo psicológico y jurídico. «Como suele ocurrir en los casos de violencia sexual en los que están implicados agresores en posiciones de poder, estas víctimas tuvieron dificultades para obtener apoyo institucional para validar sus denuncias. Como resultado, autorizaron la confirmación del caso a la prensa».

Frente a la gravedad de las acusaciones y las presiones de la oposición, Lula da Silva escuchó a sus dos ministros y optó por una respuesta contundente, pese a que Almeida niega las acusaciones y se presenta como víctima de una persecución. «El presidente considera que mantener al ministro en su cargo es insostenible teniendo en cuenta la naturaleza de las acusaciones», informaba la nota del Gobierno emitida el viernes en la noche. Horas antes, Lula ya había declarado en una entrevista de radio que acusados de acoso no permanecerían en su Gobierno.

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La ministra Franco, una de las víctimas que tuvo su nombre revelado en los medios, pasó el viernes dando su testimonio a los ministros de la Contraloría General de la Unión (GCU), Vinicius de Carvalho; de la Fiscalía General de la República, Jorge Messia; y de la Mujer, Cida Gonçalves. Las declaraciones fueron enviadas a la presidencia como evidencias para apoyar la decisión de Lula.

Además de ministra de Igualdad Racial, Franco es hermana de Marielle Franco, una concejala acribillada en marzo de 2018 en un crimen político que chocó al país, por lo que su importancia en el gabinete de Lula es también simbólica. «Reconocer la gravedad de esta práctica y actuar inmediatamente es lo correcto, por eso quiero destacar la contundente acción del presidente Lula y agradecerle todas las muestras de apoyo y solidaridad», afirmó Franco, en un comunicado publicado en su cuenta de Instagram a última hora del viernes. Fue su primera declaración después que fue sorprendida con la revelación de su caso, sobre el que había preferido mantenerse en silencio.

Franco rechazó a su vez los «intentos de culpar, descalificar, avergonzar o presionar a las víctimas para que hablen en momentos de dolor y vulnerabilidad» que solo alimentan el ciclo de la violencia, y pidió respeto a su espacio y su derecho a la intimidad.

Del otro lado, Almeida, uno de los intelectuales negros más respetados del país, trató de defenderse, pero con algunos movimientos discutibles. El jueves, Almeida usó la máquina al ser defendido por el ministerio y acusar a la ONG Me Too de tener intereses políticos y financieros en licitaciones de Gobierno, una salida que repercutió negativamente.

En otra declaración personal en vídeo, Almeida dijo que repudiaba «con absoluta vehemencia» las acusaciones, a las que se refirió como «mentiras absurdas» destinadas a perjudicarlo. «Repudio tales acusaciones con la fuerza del amor y del respeto que siento por mi esposa y por mi querida hija de 1 año, en medio de la lucha que libro diariamente en favor de los derechos humanos y de la ciudadanía de este país».

El filósofo afirmó que «cualquier acusación debe tener materialidad» y dijo estar triste por toda la situación. «Me duele en el alma. Una vez más, hay un grupo que intenta borrar y disminuir nuestra existencia culpándome de un comportamiento que ellos llevan a cabo. Con esto, pierde Brasil, pierde la agenda de los derechos humanos, pierde la igualdad racial y pierde el pueblo brasileño».

Almeida apuntó una campaña de difamación en su contra. «De acuerdo con los movimientos recientes, está claro que hay una campaña para afectar mi imagen como hombre negro en una posición prominente en el Poder Público, pero no tendrán éxito. Esto prueba el carácter bajo y vil de sectores sociales comprometidos con el atraso, la mentira y el intento de acallar la voz del pueblo brasileño, independientemente de las opiniones partidarias», afirmó.

A los 47 años, Almeida era uno de los nombres más celebrados del actual Gobierno. Con una carrera intelectual respetada en Brasil, el exministro fue catedrático en las prestigiosas universidades estadounidenses Duke y Columbia.

El viernes por la tarde, Isabel Rodrigues, profesora y candidata de izquierda a concejala, fue la segunda supuesta víctima a mostrar la cara. En un vídeo en Instagram dio su testimonio contando que fue acosada por el filósofo en 2019, cuando eran amigos. Emocionada, Rodrigues contó los detalles del abuso. «Fue horrible lo que hizo Silvio. Mi terapeuta lo sabe. Mis amigos lo saben. Yo fui la víctima de Silvio. Soy una voz para estas mujeres. Por la justicia y por la verdad», afirmó.