Luigi Mangione, acusado formalmente de terrorismo por la muerte del CEO de UnitedHealth

El fiscal Alvin Bragg destacó en conferencia de prensa que el crimen fue «un asesinato planificado y dirigido, con la intención de provocar terror, intimidación y conmoción pública». El ataque ocurrió poco antes de las siete de la mañana, en una de las zonas más concurridas de Nueva York, mientras se celebraba una conferencia de inversores organizada por la aseguradora.

Mangione fue detenido días después en Pensilvania, donde fue hallado con un arma, identificaciones falsas y un manuscrito en el que calificaba a las aseguradoras estadounidenses de «parásitos» y arremetía contra la codicia corporativa. La policía sostiene que el sistema de salud pudo haber sido el blanco de su frustración, aunque Mangione nunca fue cliente de UnitedHealthcare.

De ascendencia acomodada, Mangione es heredero de una fortuna familiar y había sido sometido a una operación de espalda este año. No existen pruebas de que tuviera dificultades para costear su tratamiento. Su familia, sin embargo, afirmó que perdió el contacto con él tras la intervención y que llevaba meses desaparecido.

El caso ha abierto un intenso debate en Estados Unidos sobre el sistema de salud y ha generado preocupación entre los ejecutivos del sector. La figura de Mangione ha dividido a la opinión pública: una encuesta de la consultora Emerson, publicada este martes, revela que un 41% de los menores de 29 años considera que el asesinato estaba justificado, frente al 40% que lo califica de inexcusable.

La imagen de Mangione ha sido utilizada en carteles aparecidos en varias ciudades del país, algunos con la palabra «Héroe» o con referencias como «Esperanza», mientras que otros muestran a Thompson, la víctima, con el lema «Se busca», como si se tratara de un forajido.

El abogado de Mangione lucha ahora contra su extradición a Nueva York, donde el acusado se declarará inocente. Le espera un juicio largo, con jurado y una posible condena a cadena perpetua, ya que el estado de Nueva York abolió la pena de muerte en 2004.