La lucha de Senegal para dejar de ser lanzadera de la inmigración ilegal
Trabaja en una ley que ponga freno a la actividad de las mafias y busca pactos para una repatriación ordenada
Los senegaleses desafían a la muerte subiéndose en cayucos ante la falta de oportunidades laborales en su tierra
Belén Rodrigo
Dakar (Senegal)
A lo largo de los 44 kilómetros que separan Dakar de Somone, una de las zonas más turísticas de Senegal, hay varios puertos pesqueros en los que todavía se siguen produciendo salidas clandestinas de inmigrantes. El año 2006 fue horrible, el de la crisis de ... los cayucos, cuando miles de senegaleses se subieron a estos pequeños barcos, previo pago de unos 600-900 euros el pasaje, camino de 'El Dorado'. Un destino, Canarias, al que en ese año llegaron por este medio de transporte, de forma ilegal, 31.678 personas.
Pasados los años, todavía son muchos los senegaleses que recaudan a duras penas el dinero para subirse a un cayuco en la primera oportunidad que se les presente. «Les dicen que van a traer dinero para poder tener casa y familia y poco después mueren», se lamenta Moustapha Diouf, presidente de una asociación de repatriados. Todavía recuerda ese maldito año y se queja de que «nadie nos previno, se cogían los barcos sin nada para comer ni beber, la mayoría murió en el océano».
Las historias de muchos pescadores de Thiaroyer Sur Mer son desgarradoras, al igual que las que cuentan en el barrio Yarakh de Dakar. Pescadores que afirman que «nadie quiere permanecer en un país donde la muerte es mejor que la vida». Todos sueñan con tener una vida digna, en poder enviar a sus hijos a estudiar para que puedan ser ingenieros o, incluso, ministros.
Su vida real es bien diferente, en estas zonas es habitual que en las pequeñas habitaciones de las casas duerman 10 personas y apenas tienen comida que llevarse a la boca. Se quejan de la falta de peces en el mar y otros recursos que les permita alimentarse. «Me fui a España de forma ilegal porque mi país es muy pobre, quería ayudar a mi familia. No tenía nada y arriesgué», recuerda Mami Siss, quien se ha beneficiado de un programa para repatriados. Badara Famba quiso ir a Tenerife, pero las olas dirigieron al cayuco en el que viajaba hasta Marruecos donde estuvo cuatro años con la esperanza de tener una mejor vida. Algo que no ocurrió; su familia le envió dinero para que pudiera regresar a Senegal.
Chierno A'dour, Youssou Seck y Omar Kane relatan emocionados frente a la costa senegalesa sus experiencias al grupo de políticos, investigadores y periodistas que forman la misión Diálogo Político UE-Mediterráneo: Migración y Cambio Climático, organizada por la fundación alemana Friedrich Naumann.
Los tres jóvenes llegaron a España en cayuco, fueron más tarde deportados a su país y, aún así, quieren volver a intentarlo. «Ir al océano es arriesgado, pero debes hacerlo por tu familia, que no tiene nada. Vemos que la gente que va y vuelve consigue casas buenas y eso es una motivación. Ir a Europa es la única forma de tener éxito», explica A'dour. «Yo pagué 800 dólares por entrar en un barco donde iban 400 personas. Hubo problemas con el tiempo y casi todas murieron», recuerda Seck. En Canarias se portaron muy bien y le consiguieron ropa y comida. Se quedó un año allí, pero el Gobierno de Senegal pidió repatriar a todos los senegaleses y ahora «estoy esperando para irme». Para Kane, «España es la tierra del éxito». Vendió sus cosas para poder viajar en canoas artesanales y perdió a sus amigos, pero «estoy pensando en intentarlo de nuevo».
Durísimas condiciones
Recorrer en cayuco los casi 5.000 kilómetros que hay entre Dakar y Canarias hace unos años llevaba entre 5 y 8 días, con motores de 40 caballos. Ahora, el viaje se ha reducido a 5 días, el motor ya es de 60 caballos, pero las condiciones para los inmigrantes siguen siendo duras. «Los barcos están en el puerto y los pescadores van hablando entre ellos, para avisarse cuando vaya a salir uno. Si tienes el dinero, lo comunicas para poder subirte», explican desde la asociación de retornados. Su presidente, Moustapha Diouf, protesta también por los acuerdos de pesca alcanzados en 2014 por el Gobierno senegalés con otros países. «En unos días nos dimos cuenta de que había menos pescado», señala. También el cambio climático influye en los movimientos de algunas especies de peces en busca de aguas más frías.
Senegal lleva años trabajando para dar la vuelta a esta difícil situación. La Dirección General de Apoyo a los Senegaleses en el Exterior (DGASE) se ocupa del tema de la migración desde distintas perspectivas (economía, derechos humanos, salud y fronteras). «Los senegaleses emigramos porque siempre buscamos vivir mejor», recuerdan desde este organismo en el que «tratamos de frenar las salidas masivas de inmigrantes». El país está trabajando en una Ley de inmigración irregular que está debatiéndose en el Parlamento.
Idea equivocada
Desde Senegal se piensa que Europa tiene una idea equivocada de la realidad migratoria de los países africanos ya que en su mayoría estos movimientos se producen dentro del continente. «Solo el 15-20% de los movimientos migratorios de África Occidental son hacia fuera, el resto se producen dentro», afirma Xavier Aragall, responsable del Programa de Inmigraciones del Instituto Europeo del Mediterráneo (IEMed). Una migración interior que va cambiando de destino en función de los controles existentes. «Si en Marruecos el control es más severo, se desvían. Si Argelia, Túnez y Libia funcionan bien, se marchan para allá».
La Organización Internacional para los Inmigrantes (OIM) cuenta con una oficina en Dakar desde donde monitorizan los movimientos migratorios de la zona. Su responsable, Valerie Falaski, recuerda que la migración regular es positiva, un derecho humano, y resalta las iniciativas que se realizan en materia de gestión de inmigrantes, pero al no existir una ley de inmigración ilegal existe un vacío («quién se responsabiliza de estos inmigrantes»).
Cuentan con varios proyectos de retorno voluntario asistido, uno de ellos con España. «Al principio, de 48 personas que se fueron volvieron 18, pero ahora de las últimas 70 todas han vuelto a Senegal. En España aprenden mucho y les sirve para trabajar en su país a la vuelta», explican los técnicos de la oficina de OIM de Dakar. Según los datos que manejan, el 48% de los migrantes retornados quieren volver a marcharse de Senegal, preferiblemente por los canales legales. La migración circular puede ser una alternativa, al igual que buscar salidas laborales para que no tengan que irse arriesgando su vida.
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