La era Le Pen llega a su fin

Agrupación Nacional (AN), el partido que antes se llamó FN –al que Marine Le Pen decidió cambiar de nombre, para romper con su padre, el 2018–, celebrará su próximo congreso el 5 de noviembre y por vez primera en su historia, ningún Le Pen estará al frente de la formación, en otro tiempo familiar. Concurrirán a ocupar el liderazgo dos candidatos: Louis Alliot (53 años), excompañero sentimental de Marine Le Pen, y Jordan Bardella (27 años), presidente interino de AN, desde el mes de septiembre del 2021, cuando la presidenta del partido lanzó su fallida campaña presidencial, derrotada por segunda vez por Emmanuel Macron, el mes de mayo pasado.

Presidenta del grupo parlamentario de su partido (87 diputados, en una Asamblea Nacional de 577 escaños), Marine Le Pen seguirá siendo la figura emblemática de la extrema derecha. Pero ella y su familia habrán perdido el control de su partido. No está nada claro que Marine, como la llaman sus amigos, vuelva a ser candidata a la elección presidencial, el 2027. A sus 94 años, Jean-Marie Le Pen es un símbolo rechazado incluso por su propia familia. Marion Maréchal (33 años), la nieta del patriarca, sobrina de Marine, ha decidido borrar el Le Pen de su segundo apellido, para «alejarse» de la familia, en busca de inciertos horizontes políticos propios. El ocaso sin mañana del patriarca, el eclipse sin futuro conocido de la presidenta del grupo parlamentario, el «rechazo» de la sobrina tentada por otras aventuras políticas no familiares, confirma el fin de la era Le Pen en la historia política francesa.

Entre 1972 y 2002, el FN de Jean-Marie Le Pen fue víctima de las ideas y amistades peligrosas del patriarca fundador, pero se benefició de un rechazo social de fondo contra la doble herencia de François Mitterrand, presidente entre 1981 y 1995), socialista, y de Jacques Chirac, presidente conservador, entre 1995 y 2007. A finales de los años 80 y primeros 90 del siglo pasado, los obreros franceses dejaron de votar comunista para votar mayoritariamente extrema derecha. Desde hace más de treinta años, del 30 al 35 % de los obreros franceses votan a la extrema derecha. Jean-Marie Le Pen fue incapaz de adaptar su partido a esa nueva realidad social. Las provocaciones y bravuconadas del patriarca impidieron el crecimiento electoral.

Le Pen tuvo su momento de gloria en 2002, cuando eliminó a Lionel Jospin, candidato socialista, en la primera vuelta de elección presidencial. Comenzaba el eclipse socialista. La extrema derecha se encontraba en una encrucijada. Los orígenes neonazis del antiguo FN eran una barrera imposible de vencer. Durante nueve años, la extrema derecha lepenista vivió entre la aventura y el desorden. La figura del patriarca impedía evolucionar. Finalmente, Marine Le Pen fue elegida presidenta del partido fundado por su padre en el congreso de Tours, el 2011. Desde entonces, el crecimiento de la extrema derecha pasó a convertirse en «guerra civil familiar».

Sin prisa, pero sin pausa, Marine impuso una línea de «normalización» y «desdiabolización». Se acabaron las ocurrencias neonazis de su padre. La nueva líder Le Pen se rodeó de jóvenes entre los que había muchos homosexuales. Jean-Marie Le Pen llegó a decir que el FN se había convertido en un partido «gay friendly».

Marine prosiguió la normalización del FN heredado. Adoptó una línea económica de izquierda, adoptó un tono muy social, propuso programas de carácter «nacionalpopulista» y terminó expulsando a su propio padre del partido que él había fundado, en 2015.

Decisión con frutos electorales inmediatos. La 'nueva' extrema derecha lepenista tuvo excelentes resultados en todas las elecciones locales, nacionales y europeas, desde entonces. La ruptura entre los Le Pen culminó el 2018, cuando la hija, Marine, decidió enterrar y cambiar el nombre del partido fundado por su padre. El Frente Nacional (FN) pasó a llamarse Agrupación Nacional (AN) en 2018. Cuatro años más tarde, la extrema derecha tiene el grupo parlamentario más importante de su historia. Pero ese triunfo y el quincuagésimo aniversario de la fundación del Frente Nacional (FN) coinciden con el fin de la era Le Pen.

Los dos candidatos a la dirección del partido, Louis Alliot, alcalde de Perpignan, y Jordan Bardella, «sucesor» elegido por la patrona del grupo parlamentario, son «marinistas» convencidos. Ambos proponen una extrema derecha «normal», alejada de las tradiciones neonazis y neofascistas, partidaria de un «nacional populismo» hostil a Europa y los EE. UU., «comprensiva» con la Rusia de Putin.