Lituania blinda su frontera para protegerse de Rusia

Lituania comparte una frontera relativamente corta con Rusia a través de ese enclave, aunque también teme un avance desde Bielorrusia a través de la brecha de Suwalki. El gobierno de Vilna se prepara como si la invasión rusa fuera inminente. «Las fortificaciones contarán con el apoyo de potencia de fuego cuando sea necesario para detener y destruir al enemigo», afirma el Ministerio de Defensa en un comunicado, en el que informa que ya se han colocado minas y barreras antitanques en el paso fronterizo de Panemunė, como «una medida de precaución para garantizar una defensa más eficaz».

Sobre los muros de un edificio ruso situado al otro lado del Memel, se divisa una provocativa Z que apunta hacia el lado lituano. La letra representa la guerra de agresión de Moscú contra Ucrania y la amenaza sobre los Estados bálticos y Moldavia, como próximo posible objetivo.

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Lituania es uno de los países que más ayuda militar envía a Ucrania, en relación con su PIB. Pero, debido a su pequeño tamaño, con menos de tres millones de habitantes, las posibilidades de ayudar a Kiev en su defensa contra Rusia son limitadas. El Ejército alemán está actualmente en proceso de crear una brigada lituana de 5.000 soldados para proteger el flanco oriental de la OTAN, pero el gobierno sigue creyendo que es poca defensa contra Rusia en caso de emergencia.

Otro de los grandes gastos a los que debe hacer frente es la adquisición de carros de combate Leopard 2, que se dispone a comprar a Alemania, según ha anunciado el ministro de Defensa, Laurynas Kasciunas. Los costes ascienden a miles de millones de euros y el gobierno busca la forma de estirar su presupuesto, para lo que cuenta con la ayuda de la patronal, dispuesta a aceptar nuevos impuestos.

«En Lituania, la defensa nacional ya no es solo un asunto del ejército. Empresarios, ciudadanos, estudiantes, reservistas: desde la invasión de Ucrania por parte de Putin, toda la sociedad está implicada», dice el presidente de la Asociación de Negocios de Lituania, Andrius Romanovskis. «Si necesitamos más dinero para defensa, tenemos que aumentar los impuestos, concretamente el impuesto a las ganancias para las empresas», señala, y sugiere que se podría agregar algo al 15 por ciento actual. Su asociación reúne a 3.500 empresas que generan alrededor de una cuarta parte del PIB de Lituania y ha obtenido su respaldo antes de hacer la propuesta en público.

Lituania protege también su frontera contra la entrada de espías rusos. Con ese objetivo, el Parlamento de Vilna ha decidido restringir la libertad de viajar de los empleados estatales con acceso a información clasificada, debido a que el servicio de inteligencia lituano está alarmado. «Las actividades de los servicios secretos de los Estados enemigos hacia Lituania son cada vez más agresivas y peligrosas», explica la página web del Departamento de Seguridad del Estado, que señala que el mayor peligro proviene de los países vecinos, Rusia y Bielorrusia. De ahora en adelante, las personas que tengan acceso a información clasificada ya no podrán viajar a «países hostiles» como Rusia, Bielorrusia o China. Según el Ministerio de Defensa lituano, esta medida afecta a unas 56.000 personas.

El presidente de la comisión de política exterior del Parlamento hizo hincapié durante el debate en el hecho de que los «regímenes totalitarios reclutan a lituanos para sus propios fines con el fin de desestabilizar la sociedad». De hecho, según el Servicio de Inteligencia, los intentos de reclutamiento han aumentado desde que Rusia atacó a Ucrania. Entre 2014 y 2024, once ciudadanos lituanos y tres extranjeros han sido condenados a prisión en Lituania por espionaje, y diecinueve diplomáticos han sido expulsados del país por el mismo motivo.

El Kremlin busca nuevas formas de obtener información y sus autoridades fronterizas pertenecen al servicio de inteligencia nacional FSB. Un método bien conocido por las autoridades lituanas consiste en detener a los viajeros en la frontera, interrogarlos y presionarlos. Por esta razón, los servicios secretos occidentales, especialmente los bálticos, desaconsejan cualquier viaje a Rusia.