Krasikov, el camarada de Putin en el KGB cuya liberación es un trago amargo para Alemania

El portavoz en política exterior del SPD, Michael Roth, escribió en X que a veces hay que «hacer un pacto con el diablo por razones de humanidad» y el ministro de Justicia, Marko Buschmann, habló de una «concesión particularmente amarga». Se estaba refiriendo a la más controvertida de las liberaciones, la del agente ruso y asesino a sangre fría Vadim Krasikov, hasta anoche encarcelado en Berlín y conocido como el 'assesino de Tiergarten'.

Vadim Krasikov hizo llegar el terror de Putin al corazón de la capital alemana en agosto 2019, cuando por orden directa del Kremlin: asesinó en un popular parque berlinés a Selimkahn Khangoshvili, el comandante checheno-georgiano rebelde que se había convertido en una piedra en el zapato del presidente de Rusia. Había entrado en Alemania bajo el alias de Vadim Sokolov y ejecutó la orden en el concurrido parque en el que, a esa hora, numerosas familias disfrutaban en las inmediaciones de una heladería.

Fueron tres disparos por la espalda con una pistola Glock, uno de ellos un tiro en la cabeza, a plena luz del día y a pocos minutos a pie del Bundestag, la sede del parlamento alemán, y de la Cancillería que ocupaba entonces Angela Merkel. Después, ocultó la pistola en una paelera, se cambió de ropa y afeitó la barba detrás de unos arbustos y tiró a un estanque la bicicleta en la que había llegado al parque, todo ello con movimientos precisos de un asesino bien entrenado.

Durante el juicio sostuvo que era un ingeniero de la construcción de San Petersburgo que hacía turismo en Berlín y los investigadores pudieron probar su identidad gracias a la colaboración de los servicios de inteligencia ucranianos, que contaban con fotos en las que se apreciaban los tatuajes idénticos, de un demonio coronado y de una serpiente, recabados a través del segundo matrimonio del asesino con una mujer de la ciudad ucraniana de Járkov en 2010.

Una vez probada su identidad, se negó a reconocer la autoridad del tribunal alemán y se negó a escuchar la traducción de las declaraciones de los testigos. Su culpabilidad fue indirectamente reconocida por el propio Putin, que había expresado su gran interés por la liberación de «una persona que, debido a sentimientos patrióticos, eliminó a un bandido en una de las capitales europeas».

Krasikov fue condenado a cadena perpetua en diciembre de 2021 por el Tribunal de Apelación de Berlín y desde ese mismo momento Putin comenzó a intentar persuadir a las autoridades alemanas para un intercambio. Poco antes de su muerte, incluso Alexsei Navalni fue puesto en juego por su equipo como candidato al canje.

Krasikov nació en 1965 en la antigua República Socialista Soviética de Kazajstán y ha trabajado para el servicio de inteligencia ruso FSB. También se han demostrado sus conexiones con la unidad especial Vympel, hermana de la unidad ALFA de la KGB/FSB especializada en operaciones encubiertas. «Su cometido oficial son las operaciones antiterroristas en el país, pero en muchos sentidos ha regresado a sus raíces de sabotaje y asesinato en el extranjero», describe la actividad de Vympel el historiador y experto en seguridad ruso Mark Galeotti.

Junto con el oficial del FSB Vladimir Fomenko, fue acusado del asesinato de un hombre de negocios en Karelia en 2007, pero los cargos fueron retirados. También había sido buscado por las autoridades rusas en 2013, por el asesinato de un empresario en Moscú, pero el caso fue repentinamnete abandonado en 2015. Lo que hacía especial a este agente no era sin embargo su curriculum, sino una coincidencia en el pasado que blindaba su destino: fue camara de la KGB del entonces agente soviético destinado en Drede Vladimir Putin. Sus conocimientos de la lengua alemana y la confianza personal en él del presidente ruso habrían hecho de Krasikov el hombre perfecto para su última misión en Berlín.

Cuando la noche del jueves bajó del avión en el que fue trasladado a Moscú, al final de las escaleras, sobre la alfombra roja, lo espera el presidente ruso. Todavía en la pista del aeropuerto Vnukovo, los dos se dieron la mano y un profundo abrazo, mientras Putin le daba palmaditas en la espalda. El Kremlin transmitió con estas imágenes del reencuentro un mensaje en directo al mundo: las viejas leyes de lealtad de la KGB siguen vigentes.

La inteligencia alemana tiene constancia de que, antes del 'asesinato de Kleintiergarten', Krasikov se había reunido personalmente con Putin en un campo de tiro. Comparten aficiones como las acampadas y la supervivencia en la naturaleza, aunque Krasikov disfruta también de placeres urbanos como los relojes de lujo. Es propietario de un BMW y un Porsche.

Desde Estados Unidos, el presidente Joe Biden agradeció anoche el amargo trago que su liberación supone para Alemania. «Las demandas que me hicieron exigían concesiones significativas de Alemania que no pudieron hacer originalmente debido a la persona en cuestión», se refirió a Krasikov, y subrayó la fidelidad a EE.UU. de los aliados de la OTAN.