¿Vuelco en Ucrania?

Hay, además, otros hechos que vienen a confirmar que el ejército ruso necesita cambios de estrategia y, puede, mando. Putin ha ordenado reforzarlo con más de 100.000 efectivos. No debe de ser fácil encontrarlos, porque se ofrece a los presidiarios salir de la cárcel si se alistan en filas. La mayoría de los rusos, nos dicen los corresponsales, apoyan esa guerra. Pero todo apunta a que no están dispuestos a morir en ella. Mientras, los ucranianos sí lo están. Lo que puede marcar la diferencia.

Y no es sólo esa guerra lo que debe preocupar a Putin. Ocurren allí cosas rarísimas. Como que el presidente de la importante petrolera Lukoil haya muerto «al caer desde una de la ventana del hospital donde estaba internado». La gente no cae de las ventanas. Más bien la tiran. Y si se le añade que diez altos funcionarios estatales se han suicidado en los últimos tiempos, la cosa adquiere un tono dramático.

¿O es que existe un virus del suicidio? Putin ha molestado a aquellos compatriotas que permitió enriquecerse y encuentran dificultades para gozar de las delicias occidentales. Pero no creo que representen un peligro para él. Los comunistas sólo temen al ejército, el «bonapartismo», le llaman. De ahí su control a través de los comisarios. Pero la guerra sigue en Ucrania y no la ganan los rusos. Con el «general invierno» a la vista, aún menos.