¿Pero no le da vergüenza?

¿Le saldrá este plan, tras haber fracasado en el primero, pese a contar con la ayuda de otro de sus comilitones, el checheno Ramzán Kadirov, defensor de erradicar Ucrania si era necesario con armas nucleares de menor potencia, pero incapaz de frenar la ofensiva ucraniana en el frente sudoriental? No lo sabremos hasta que veamos cómo funciona el nuevo equilibrio de fuerzas. Hasta ahora, nada le ha salido bien a Putin y la razón es que sus soldados no luchan por su país, mientras los ucranianos sí lo hacen. Está también el factor tecnología. Las tropas ucranianas están recibiendo drones, detectores de aviones y misiles enemigos mucho más sofisticados que estos, por lo que pueden comunicar a sus baterías antiaéreas su situación y derribarlos. De ahí que la aviación rusa apenas cuente en esa batalla, en la que los drones son la honda de David frente a Goliat.

Ahora, sólo falta saber qué hará Occidente, si Putin y sus halcones deciden invadir Ucrania desde Bielorrusia. Mi recomendación sería incluirla en la OTAN sin perder un minuto. Advirtiendo que, de hacerlo, declaraban la guerra a Europa y Estados Unidos.